jueves, 13 de junio de 2013

UNO DE TERROR

En los salones del palacio de la Generalitat reina una suave y grata oscuridad que atempera, en estos primeros días del verano meteorológico, los agobios de los treinta y cinco grados cotidianos. Puedo dar fe de ese agobio porque ayer comí en una cafetería, que tenía la instalación de aire acondicionado estropeada, con mis compañeros del Aula de Medios de Comunicación, y uno de los colegas renunció a quedarse porque no pudo resistir ese golpe de calor.

Fue una lástima, porque en ese acto se nos hizo entrega del libro escrito y autoeditado por nosotros, con graciosas ilustraciones infantiles, 'Érase una vez', una compilación de cincuenta y tres relatos, todos ellos variaciones sobre el tema de 'La Bella Durmiente' que, según figura en el prólogo escrito por quien ha dirigido el proyecto, en la versión mas antigua que se conoce, del autor italiano Giambattista Basile, publicada en 1636 bajo el título de "Sol, Luna y Talía", versión basada en un relato oral anterior,  Talía es violada mientras duerme y queda embarazada de mellizos.

La portada del libro, tiene un subtítulo múltiple, a mi parecer muy acertado, 'Cincuenta y tres.... atrevidas, obnubiladas, sumisas, divorciadas, trapecistas, gigantes, depresivas, feas, amables, decididas, bellas, madres, tontas... durmientes'.

La presentación oficial del libro tendrá lugar en la sede del centro municipal de Rovella el próximo día diecinueve, miércoles, a las diez de la mañana, pero yo no asistiré, porque estaré, salvo imprevistos, bañándome en alguna playa rocosa de Xàbia, en cualquiera de esas piscinas naturales que conforman esa costa con vistas a los cabos de San Antonio y La Nao, invitado por un par de amigos que han alquilado allí un apartamento.

La inmersión, ayer, en el ambiente del cuento, me estimula hoy a ensayar ese género, por eso la entrada de hoy trata de eso, de un cuento, en este caso, de terror.
(....)
"En los salones del palacio de la Generalitat reina una suave y grata oscuridad... tras sus cortinas habitan, invisibles para los humanos que frecuentan el palacio, un grupo de robots que, con su voz metálica, emitida por una frecuencia reservada, solo audible por el príncipe y su séquito, provistos del oportuno pinganillo, lanzan las consignas y órdenes que luego se convierten en decretos principescos que acompañan y limitan la vida de los súbditos del príncipe, que desconocen el origen de esos decretos, solo alcanzan a ver la sonrisa estúpida del príncipe cuando se comunica públicamente con ellos.

Los heraldos del principado se encargan de hacer públicos esos decretos y reparten entre el pueblo panfletos con los dictados principescos, aunque buena parte de la población los ignora, bien porque no saben leer o porque, aun sabiendo, están muy ocupados en sus quehaceres, la herrería, la bodega, la carpintería, o en sus ocios forzados, andando por los caminos intentando vivir de la caridad, porque el principado, al parecer, no genera bastantes recursos propios o, según el príncipe no recibe su parte de los tributos reales, y en este momento histórico, una tercera parte de los súbditos no sabe, o no puede, alcanzar niveles de supervivencia. 

Uno de esos súbditos, aunque come poco, duerme mucho, tratando de sobrevivir y, naturalmente sueña. Adormilado en su yacija, sueña con un tiempo futuro, pero su experiencia del presente le lleva a trasladar a un tiempo venidero lo que ve a su alrededor. 

Se imagina un heraldo moderno, unas hojas impresas que llegan a todo el mundo, busca en sus textos y esto es lo que encuentra. 'El Consell planea reducir a la mitad los institutos tecnológicos y recortar un 50% su presupuesto'.

Nuestro anciano durmiente no termina de entender términos como 'tecnológicos y presupuesto', pero relaciona la expresión 'reducir a la mitad' con la noticia de una niña que fallece de una enfermedad por carecer de vacuna. El durmiente, aún ignorando el significado de la palabra vacuna, alcanza a comprender que podría haber alguna relación entre la expresión 'reducir a la mitad' y la muerte de una niña, aunque desde su visión medieval no puede precisar cual es. 

Luego encuentra en el heraldo algo relacionado con lo anterior. El gabinete de un tal Fabra reclama a los notables de Rajoy la deuda histórica. ¿Histórica?. Esto hace pensar al durmiente que se trata de la misma deuda que el Príncipe invoca para justificar la miseria de sus súbditos y, en medio de sus ensoñaciones, alcanza a comprender que los siglos pasan pero las dependencias y las relaciones entre los poderosos, no tanto. 

El durmiente, al ver en su sueño la noticia de que 35.000 estudiantes han perdido las ayudas por algo que llaman recortes en el panfleto, evoca los tiempos en que las malas cosechas de cereal disminuyeron la recaudación de los tributos del principado y cómo los jóvenes dotados con ayudas del tesoro para estudiar en la Universidad de Bolonia, o ingresar como aprendices en los talleres de artistas renacentistas en Florencia, estaban ahora haciendo el camino de Santiago, viviendo de las limosnas. 

Buscó en su sueño, a ver que pasaba con los niños, y encontró un suelto en el panfleto que afirmaba que ahora algunos buscan comida en las papeleras del colegio.

En la duermevela, encontró similitudes entre la que época que el estaba viviendo y el futuro soñado, pero no las acabó de comprender. 

Le llamó la atención la ausencia, en su ensoñación, de ancianos mendicantes que tanto abundaban en su tiempo. El mismo era uno de ellos. Se durmió con unas migajas del último pan que comió hace ocho días, en su pechera. 

Ahora intentaba despertarse, pero no podía, palpaba su cuerpo, pero no estaba. No supo lo que le pasaba. Nunca mas despertó."

Vuelvo al tiempo presente, abandonado mi disfraz de anciano muerto y soñador de otro tiempo, para citar la columna de Millás en la última de 'Levante' de hoy, 'No se me vengan abajo'. 'Total, que igual las cosas terminan bien', no como el final de mi cuento. Pues eso. 

En fin. Uno de terror.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 13/06/13.

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