"Me dejaría cortar un dedo por recordar los nombres de cuatro mujeres con las que me encontré en cuatro décadas sucesivas de mi vida. No recuerdo sus nombres, pero si las palabras que salieron de sus labios en cada uno de esos encuentros.
(...)
'Estás sudando...' me dijo, en tono de sorpresa, la primera de ellas, quizás porque percibió mas intensidad en aquel encuentro que en los que había tenido con otros hombres. Sin embargo, cuando la llevé a la estación en mi coche, porque había dejado a su marido y volvía, sola, a su pueblo en una comarca minera de Asturias, no me dijo,
'que pena, separarme de ti...', sino 'Que patoso eres...', sin duda por mi modo torpe de conducir, en contraste con la habilidad de los pilotos de rallye de su círculo de amigos.
'Eres mas fuerte que yo..', me dijo la segunda, sin duda se refería a que, al tratarse de un encuentro de amor mercantil,
ella lo había planeado intentando ofrecer una indiferencia mecánica, sin involucrarse de manera afectiva. Era una mujer de un inusual poder físico, por eso, cuando me enteré de que había roto un brazo a su amante, supe que esa frase, 'Eres mas fuerte que yo...' no se refería a capacidad física, sino a intensidad emocional. Tres décadas después de aquello, encuentro a esa mujer paseando por el barrio, con su perrito, y su mirada expresa con intensidad que todavía me reconoce.
Ella me parece mas fuerte que yo.
'Dame mas fuerte...' estas palabras, no referidas a forma alguna de violencia, sino a la rotundidad en la penetración,
vienen a mi memoria al evocar aquella mujer aficionada a los montecristos del cinco y al brandy 1.866, que se lavaba el pelo con canela y desayunaba a las once de la mañana cava con mariscos. Me pareció, pero nunca lo supe con certeza, que había sido educada por un padre militar en el ambiente de las salas de banderas de cuarteles que ahora estarán llenos de telarañas. Esos rotundos hábitos, fumar puros y beber brandy, parecían revelar un carácter fuerte, pero con el gin tónic de las cinco de la tarde esa fortaleza se licuaba como los hielos del gin, y lo que quedaba al descubierto era una dolorida fragilidad, una especie de desvalimiento que le movía a uno a la compasión. Mientras estuvimos juntos disfrutamos de los dátiles de mar y los vinos gallegos pero pronto la compasión que crecía por su tremenda fragilidad
se impuso a la pasión que ella inspiraba, casi sin querer.
'Déjalo todo dentro, es vida...' Esas palabras expresan, con toda rotundidad, la condición de aquella mujer, una vitalidad a toda prueba, un valor ajeno a prejuicios y represiones, muy poco frecuentes en la condición femenina, que hacían de ella una persona tan independiente, rompedora, que le permitía elegir libremente con quien compartía sus encuentros, sin mas limitaciones que su propia voluntad.Del mismo modo que ella elegía iniciar una relación, y con quien, con la misma determinación decidía terminarla. Si bien aquellos encuentros terminaron, mi admiración por ella sigue viva. Ella sigue siendo una lección viva de valor, determinación, e independencia.
Cuatro mujeres, cuatro décadas, ningún nombre en la memoria, el recuerdo imborrable de esas palabras que salieron de sus labios."
Hola, de nuevo.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 28-06-13.
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