lunes, 3 de junio de 2013

FLOWERS

He bajado al quiosco bar a una hora temprana, porque, aunque es lunes, el día en que no compro la prensa, tenía interés por el 'Levante', dada mi curiosidad por la información sobre las procesiones del Corpus, un acontecimiento que sigo con interés laico, desde que mi hija, licenciada en arte, me hizo ver el gran valor estético artístico de esos rituales que se celebran aquí desde hace mas de seis siglos.

El repartidor ha llegado, por fin, con el retraso habitual. Me he fijado en el contenido de la bolsa que ha dejado en el quiosco, muchas 'Provincias', que hoy van acompañadas del As, el periódico deportivo, lo que explica el interés de la parroquia por sus ejemplares, porque por su contenido periodístico, no es.

Apenas cuatro ejemplares de 'Levante' que, además, a diferencia de los otros, no están reservados. La espera ha valido la pena, la espectacular foto de la primera ofrece uno de los momentos grandiosos de esa celebración. Una lluvia de pétalos de flor, perfectamente visibles en la foto, cae sobre la multitud engalanada que acompaña la custodia, que no se lo que es. 'La tradicional lluvia de pétalos acompaña el paso de la custodia por las calles del centro histórico', un recuadro negro, con letras blancas, acompaña en el ángulo superior derecho la escena, mientras al pie, en letras mas grandes, se puede leer, 'Valencia vive con intensidad su 'festa grossa'.

Esta imagen fotográfica, tan poderosa, evoca en mi memoria diversos acontecimientos y experiencias relacionados con las flores.
(...)
El mas reciente, sucedió ayer, cuando mi vecina de la sierra me cortó el pelo, y para agradecer su amabilidad estuve cortando flores silvestres, amapolas, margaritas, y otras de nombre desconocido para mi, hasta componer un ramo que le entregué con mi gratitud por haberme quitado siete años de encima junto con la pelambrera de la que me deshice.

El mas lejano, tal vez fue mi desfile por esas mismas calles del centro histórico, cuando yo era un militar de reemplazo del ejército del aire, y nos enviaron a 'cubrir calle' y desfilar en esa misma procesión. Recuerdo otra lluvia de pétalos de flor que nos cayó encima del mosquetón, como en la revolución  portuguesa de abril, llamada de los claveles.

Entre una y otra experiencia, las flores han estado presentes, en una forma u otra, en distintas épocas y momentos, en mi larga vida. 

Durante diez años trabajé en una bodega instalada en el barrio del Grao, y muy cerca de aquel lugar había una floristería. Encarna y yo éramos entonces una pareja relativamente joven, todavía no habíamos pasado los avatares que la vida reserva a cualquiera que la viva de un modo dilatado, y recuerdo que el día uno de cada mes visitaba la floristería y compraba flores para Encarna. Lo hice durante años, hasta que un día ella me dijo que prefería las plantas a las flores, pues tenían una vida menos efímera. 

Encarna me recuerda, hoy, mientras tomamos café en Valiente, que desde entonces no he vuelto a comprarle flores, ni plantas. ¿Como es la vida, no?. 

Otras sensaciones relacionadas con las flores tienen que ver con películas que he visto, con anuncios en la prensa, cosas así, menos vinculadas a experiencias personales. Así, recuerdo una peli, no así su título, en la que aparece un cocinero, el dueño del restaurante, una mujer, un amante. El amante termina metido en un horno, pintado con clara de huevo, adornado con toda de clase de guarniciones y, tal vez, pétalos de flor, servido como manjar gastronómico en venganza por su osadía al haber libado en una flor de propiedad ajena.

También recuerdo, hace unos años, en vísperas de noche vieja, un anuncio en la prensa que ofrecía la oportunidad de una cena de sushi servida sobre el cuerpo desnudo de una bella señorita, tal vez, supongo, cubierto de pétalos de flor. La quintaesencia del sibaritismo burgués, adobado con ingredientes japoneses. Me impresionó que una cosa así se anunciara públicamente en el periódico, en lugar de constituir un secreto entre minorías adineradas.

Ya que hablamos de gastronomía floral diré que he comido flores, una sola vez. En el mercado central hay un puesto que vende flores comestibles. En cierta ocasión las compré, para mejorar una ensalada, pero los amigos a los que invité no las probaron. 

En otra ocasión, hice una infusión con amapolas cortadas en los campos de la sierra, se ve que no eran de la variedad afgana, pues no me hicieron ningún efecto.

El Corpus, según escribió Baltasar Bueno el viernes, vuelvo a la foto con la lluvia de pétalos de flor,  es una manifestación contra reformista. Desde mi punto de vista laico, es otra cosa, muy misteriosa. En estos tiempos en los que predomina lo transitorio; los empleos, los sueldos, los depósitos bancarios, la capacidad de compra de los jubilados, nada de esto es duradero, que la fiesta del Corpus sea una cosa permanente, que dura ya seis siglos, inalterable, me parece un milagro. El Milagro del Corpus, si. 

Flowers.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 3/06/03.

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