jueves, 1 de mayo de 2014

UNO DE MAYO

He bajado al Maravillas después de pasar por el cajero del banco para extraer la limosna semanal por el procedimiento del ordeño electrónico. En el cajero no he visto a ningún indigente durmiendo. Ese debe ser el indicador al que acude la horda triunfalista que ha tomado la tele pública estos días para decir que todo va a ir bien, que nos dirigimos a la recuperación de otra burbuja que volverá a estallar en su momento, y hasta se han atrevido a predecir una cifra de aumento del empleo, medida en cientos de miles.

Después de lo de González Pons, que ya prometió 3 millones de empleos en la última campaña electoral, y ya sabemos lo que sucedió, es que no escarmientan, oiga.

Me surge la duda de si ya no hay indigentes en los cajeros porque se han muerto o porque están en el talego.

A ver, por debajo de los conceptos económicos, en el subsuelo, lo que subyace, si atendemos al artículo de Le Monde, El laboratorio griego, de Bernard Cassen, es la existencia de un experimento de alcance histórico por parte de los poderes dominantes, la desintegración del Estado Social, que comenzó a construirse con las luchas obreras desde finales del siglo XIX hasta los años treinta del veinte. A ver si nos enteramos, coño.
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En el Maravillas, he leído en la prensa, con ocasión de la celebración de la fiesta del trabajo, la expresión movimiento sindical, escrita por un cargo sindicalista, claro. El movimiento obrero precedió al movimiento sindical, es decir, que podemos deducir de esta realidad histórica que los obreros se movían porque aún no había sindicatos. 

Que se movían, y vaya si se movían, me consta, por mis raíces familiares. Mi abuelo, Vicente Catalá, militante anarquista de los de primera hora, compañero del Noi del Sucre, murió de un tiro en la cabeza, me contaron que accidental, cuando aún no había cumplido los cuarenta. Aún no había sindicatos. 

Su hijo, Sigfrido, cuando ya hubo sindicatos, participó muy activamente en la CNT, y trabajó para el gobierno de la República como gobernador de Cuenca, su mayor proeza fue lograr que los funcionarios devolvieran las máquinas de escribir que se habían llevado a casa, y como Comisario de Abastecimientos, logró traer azúcar al país, aunque a su casa nunca llegó. 

Sigfrido salió de la cárcel hace, mas o menos, medio siglo, porque su dedicación al Estado social, que tanto costó construir, fue premiada, por los avatares de la historia bélica, con una condena a muerte, luego conmutada por cadena perpétua, finalmente zanjada con once años de reclusión en San Miguel de los Reyes, donde no hay una puta placa que recuerde a los miles de presos políticos que se distrajeron allí durante décadas. 

Movimiento sindical, en la actualidad, es una expresión que a mi se me antoja paradójica. Antes no me lo parecía, pero hace falta una cierta perspectiva histórica, medio siglo es una medida canónica, para entender no ya las realidades del entorno, sino, simplemente, los conceptos. 

Las corporaciones sindicales burocratizadas actuales son el resultado de esa evolución histórica. Las nuestras, las de aquí, han permanecido inmóviles durante años, calladas, no móviles y activas, salvo en la procesión anual silenciosa del uno de mayo, tan semejante a otras demostraciones religiosas, desde su complicidad, consciente o no, con los poderes que estaban preparando la gran debacle del Estado Social. 

Ha bastado algo menos de medio siglo para que por fin podamos entender adonde nos llevaba la legalización de los sindicatos, las maniobras de la transición que nos han traido adonde estamos. 

Movimiento sindical. La juez Alaya, y los medios interesados en sesgar la información en beneficio del partido que gobierna, han dado la sensación de que los sindicatos andaluces, solo los sindicatos, se han lucrado ilegalmente con los fondos de formación.

Silencian, por lo general, que lo mismo han hecho las organizaciones patronales, las fundaciones, la iglesia, y los empresarios dedicados a esa actividad, con lo que la estafa de la formación no es, en absoluto, meramente sindical, sino sistémica, y algo habrá tenido que ver el diseño y la aplicación de los controles del dinero de Bruselas, y nuestro, no solo en Andalucía, en todas partes. 

Ese silencio clamoroso de las organizaciones sindicales durante los años cruciales en los que se preparaba soterradamente el devenir contrarreformista del Estado, habrá sido percibido claramente por sus afiliados y por los trabajadores en general, y el hecho de que durante años dieran la espalda a los desempleados, ocupándose solamente de los intereses concretos de sus afiliados, desautoriza el mote de movimiento que se atribuye el cargo sindical que llama hoy a la participación en las manifestaciones programadas, a las que sospecho que acudirá un número significativamente menor de personas que en otras ediciones, si consideramos el relativo desprestigio que se han ganado a pulso las organizaciones convocantes. 

Puedo estar equivocado, pero sospecho que la vanguardia en la defensa del Estado Social ya no depende de los Sindicatos, sino de las Plataformas de opinión y acción ciudadana. Si los sindicatos se arriman a ellas, puede que aún les quede algo de vidilla. 

Hace años que, para mi, el uno de mayo no es una ocasión para participar en esa aburrida procesion silenciosa que arrastra el cuerpo muerto del movimiento sindical.

No crean que soy antisindical, no es eso, es que pienso que debería haber sindicatos independientes de las prebendas del poder, y, de momento, no los veo. 

Durante un par de años, fui asesor económico de un sindicato anarco sindicalista, me llevó allí la relación con algunos amigos, luego cambió la composición de la Secretaría General que lo gestionaba. En el nuevo secretariado, eran todos funcionarios, en un ente sindical inspirado en el anarquismo, que abominó del Estado. 

Aquel planteamiento histórico del anarquismo que renegaba del Estado ha dado paso ahora a la defensa desesperada del Estado Social. Que cosas.

Tambien sucede, no lo había dicho, lo he dejado para el final, que un día como hoy, hace ya cuarenta y ocho años, mi mujer y yo, que éramos entonces unos tiernos jovencitos, decidimos vivir, primero, en pareja, luego con nuestros tres hijos, y ahora, otra vez en pareja, y nos gusta celebrar este día yendo a tomar un bocata de calamares, en lugar de ir a misa. 

En fin. Uno de Mayo.

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 1 05 14.

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