viernes, 18 de julio de 2014

COMISIONES

Hoy tendría que ir al BBVA, para hablar con la persona que nos atiende cuando vamos a renovar un depósito a plazo, porque nuevamente nos han cargado comisiones, pese a que tenemos convenido que nosotros le damos los seguros al banco, usamos sus tarjetas, y el banco no nos carga comisión alguna, pero la vida me parece hoy demasiado hermosa para perderla en una oficina bancaria por veintiseis euros, así que no renuncio a reclamar, pero lo dejo para otro día.

Escuché por la tele que la mayoría de los clientes de la banca en este país no se atreven con inversiones sofisticadas, prefieren la seguridad de los plazos fijos. Después del fiasco del tipo del wi fi, no me extraña.

Total, que había pensado ir a ver a Mar, la gestora de nuestras cosas en el banco y decirle, Mar, levantamos el saldo de nuestras cuentas, te devolvemos las tarjetas, y nos llevaremos los depósitos cuando venzan, y además lo contaré en Internet, para que los usuarios de las 47.653 visitas, la mitad deben ser mías, conozcan la falta de seriedad del banco, porque estoy fatigado, hasta la extenuación, de discutir una y otra vez el mismo asunto, y que nunca acabe de resolverse.

Para ser justo, hay que admitir que no hemos usado bastante las tarjetas, el requisito para que el banco nos diera un trato de favor, ya que, al parecer, en este banco consideran trato de favor que tu les des la pasta y no cobrarte por ello.

Esta contaminación mental circulaba por mi cabeza cuando, al bajar al Maravillas, he contemplado algo que me ha parecido insólito. Hostia, es un árbol, y se mueve, está vivo.
.....
No se movía el tronco, naturalmente, se movían las ramas mas ligeras y con ellas sus hojas, impulsadas por una brisa mediterránea que tenía toda la pinta de declinar rápidamente, bajo los efectos de lo que se empeñan en llamar, de modo impropio, ola de calor. 

El árbol se movía, pero no hablaba, sin embargo, no estaba mudo del todo. La brisa al pasar por su ramaje producía ese rumor vegetal característico que es una forma de lenguaje. El lenguaje de las plantas. 

Aguzé el oído y me pareció reconocer el mismo rumor conversacional que percibí ayer, sentado durante unos quince minutos en un banco de piedra junto a mi mujer en las Torres de Serranos, muy cerca del árbol monumental que está enfrente, un ficus centenario de una variedad algo distinta de otros, por el tamaño y el color de sus hojas, y que parecía conversar con su entorno vegetal, desde su vieja experiencia que lo ha visto todo, hasta la invasión napoleónica, tal vez, asentado en su mismo lugar de siempre junto al cauce del viejo rio, o al menos eso es lo que se desprende del diámetro de su tronco, que guarda en su interior las señales anilladas de su longevidad vegetal. 

Durante quince minutos, estuvimos escuchando esas señales sonoras de la vida vegetal, hasta que llegó el momento de entrar en la sala de proyecciones de la SGAE, para presenciar la proyección de la película de Trueba, La Ilusión.

La película relata las vicisitudes de un joven aspirante a cineasta, que ofrece a distintos productores su proyecto de una peli musical sobre la Transición política española, sin que nadie aprecie su obra, hasta que encuentra a un productor que no solo la acepta, sino que la elogia. 

El personaje del joven, que persigue su sueño, su ilusión, no tiene donde caerse vivo, vive, por así decirlo, de prestado, antes de que el productor acepte su obra y le ofrezca un pre contrato, su chica lo echa de casa y sus padres le hacen sentir su deseo de que haga, de una puta vez, algo de provecho, pero el joven insiste y disfruta de un momento de felicidad, cuando siente que su ilusión se ha materializado, hasta que el hijo del productor, Trueba, le comunica al cineasta en ciernes que su padre no está bien de la cabeza, que esa es la única razón por la que ha aceptado su película, y que lo han declarado incapaz jurídicamente y por tanto, el precontrato no vale, y la película, no se hará. 

Esta película me ha parecido una buena descripción de la precariedad actual del cine que se intenta fabricar aquí, su humor satírico no deja de ser una buena representación de la realidad. 

Por si esto fuera poco, la sala de la SGAE utiliza un proyector doméstico, colgado del techo que, transcurridas tres cuartas partes de la proyección, ha comenzado a fallar, dejando la imágen inmóvil cada dos por tres, lo que ha obligado al personal de sala a intentar reorganizar la proyección, con un éxito relativo, con lo que a la imágen de precariedad que ha dado la película, se ha sumado la de su proyección.

Confio en que la noche del sábado próximo, en la que pensamos salir a disfrutar de los muchos espectáculos que habrá esa noche en la calle, Jazz, Charanga, Mercados, Bandas de Música, Cabaret, Música de Cámara, museos abiertos, espectáculos infantiles, funcionen mejor que la historia de la película de Trueba y las Gaitas Escocesas de la otra tarde. 

En todo caso, si no fuera así, siempre nos quedará sentarnos en un banco a escuchar la conversación entre los ficus bajo el cielo azul de la luminosa noche valenciana. 

En fin. Comisiones. 

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 18 07 14

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