He bajado a la calle y me he dirigido directamente a la parada del bus, para ir al taller mecánico donde reposa mi coche después de pasar la ITV. En la parada no había nadie. Enseguida han llegado tres señoras, de la bolsa que llevaba una de ellas han caído tres tomates al suelo.
Tenga cuidado, no se golpée el rojo, ya está para el sofrito, he sugerido.
Enseguida, otra señora, a mi me gusta para el gazpacho. Una tercera, a mi para el salmorejo.
El gazpacho, en Sevilla, o en Mercadona, el salmorejo, en Córdoba, he concluído.
Al regreso del taller, mientras me dirigía al Maravillas, iba pensando que sentido encontrar a esto de los tomates, cuando.....
.....
Al volver una página de Levante he visto una foto con un montón de tomates abandonados en un terreno baldío que alguien se llevaba para favorecer a sus vecinos. Luego he visto un titular que explicaba que, al parecer, una comisión de expertos y políticos está maquinando quedarse con un tres por ciento de nuestras futuras pensiones.
Claro, he pensado, si la derecha que gobierna, se ha llevado con la mano izquierda, esa que los musulmanes usan para limpiarse el culo, buena parte de los Fondos de Reserva de la Caja de Pensiones, es lógico que no quede suficiente para pagar el cien por cien de las pensiones futuras.
Entonces me ha venido a la mente la imágen de la parada, con aquellos tomates que parecían un producto de la huerta. Una solución para la futura carestía podría ser un huerto marginal en cada calle. En cada calle, no como ahora que están lejanos y dispersos.
Volveríamos al urbanismo rural de los cincuenta del pasado siglo, como la alcaldesa de
Monforte del Cid ha vuelto a la recogida de basuras con caballería.
Volveríamos a unos ejemplares de tomates verdaderamente expresivos. Las tonalidades de su piel, variadas,muy cromáticas, nada uniformes, dirían, cómeme, y al cortarlos en rodajas tendrían hasta semillas.
Se han fijado en los tomates de Mercadona, son ejemplares sin personalidad individual, inexpresivos, mudos, clones de si mismos, se muestran ya perdido cualquier rasgo de individualidad, y sin embargo no son todos iguales, algunos son incluso peores
que los otros.
Sospecho que a los políticos actuales de la derecha, sean de Madrid, de Galicia o de Castilla la Mancha, por decir algo, los han clonado, al menos en su materia cerebral, en algún sitio, pero así como de los tomates vulgares nos podemos librar, yendo a buscar los buenos a otro sitio, de estos no es tan fácil deshacerse.
Haces una transición política para hacerlos desaparecer, y al cabo de cuatro décadas regresan de nuevo. Tal vez, nunca se fueron.
En fin. De Tomates.
LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 24 07 14.
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