domingo, 20 de julio de 2014

NOCHE DE CALOR

Yo esperaba que la noche del sábado fuera una noche contemplativa, ya saben, la conversación entre los ficus bajo el cielo azul de la iluminada noche valenciana, pero resultó una competición de velocidad trotando entre los distintos escenarios de la noche festiva, si, pero noche de calor, no ola calurosa, ni noche del trópico, solo noche de calor, como confirmaron los termómetros callejeros a las dos de la mañana, cuando ya nos retiramos, que marcaban, todos, treinta grados, como si sus leds se hubieran quedado detenidos a consecuencia de un shock.

.... >Lola y Antonio nos recogieron a las ocho, entramos en su inconfundible coche americano color naranja y nos dirigimos a la avenida del Regne, donde quedó estacionado. Luego nos dirigimos, a pié, hacia la plaza Redonda, no sin que antes se produjera un elaborado análisis entre mi mujer y Antonio sobre la ruta que debíamos seguir, que ganó Antonio, por lo que, después de seguir la ruta mas extravagante que puedan imaginar, llegamos allí cuando el cuarteto de cuerda ya había iniciado su actuación.

El rumor del ambiente, todo el mundo hablaba en voz alta sin parar, dificultó algo la calidad de la audición, pero permitió percibir, entre el guirigall, la profesionalidad de los intérpretes, aunque no la calidad de su música, en su integridad.

La plaza estaba llena de público, como los demás escenarios que visitaríamos después. Antes de dirigirnos a la plaza de la Virgen, para asistir a la audición de bel canto, decidimos pasar por Tapinería, donde, después de someterte a la compleja burocracia dispuesta para esta noche, entras en un chiringuito efímero de esos, luego tienes que salir a comprar unos puntos, para luego pagar con ellos, como si fuera el Monopole, un carnicero del Mercado Central que despacha sus hamburgesas artesanales, te sirve unos platos de jamón de Teruel, tan bien cortado que parece de bellota, me muero de gusto al pensar como sabría el de bellota, unas tablas de queso y unas copas de cava brut, que me produjo flatulencias toda la noche, y todo por cuarenta puntos, que aún nos sobraron para tomar un granizado de limón en otro chiringuito, aunque Antonio no pudo encontrar en ningún sitio su mojito, que es a sus antojos lo que a los míos la pornografía.

En uno de los varios recorridos que hicimos, antes de llegar a la plaza de la virgen, nos encontramos por la acera de la calle de San Vicente un grupo de músicos que, repasando ahora el programa, Gran Nit de Juliol, debieron ser Charanga Sitoband, pues así se comportaban, llamando la atención del público que pasaba por allí.

Llegados a la plaza de la Virgen, el aforo estaba completo, nos acomodamos sobre un desnivel de la plaza, que no llegaba a la categoría de banco y nos quedamos escuchando a los líricos que interpretaron un repertorio variado, desde lo propiamente lírico, arias y eso, hasta canciones de Serrat, y luego se metieron entre el público cantando a capela.
No les perdono lo de Granada, me encanta esa ciudad, pero tengo metida en la cabeza la vulgaridad de esa pieza, por las veces que la escuché a los tenores aficionados del barrio, desde niño, cuando acudía a los escenarios de los teatrillos de la falla.

Terminada la sesión lírica, nos fuimos a la flamenca, o fue al revés, en la plaza de la Merced, el aforo, lleno a rebosar, como en las demás sesiones. Un espectáculo muy digno, la voz, la guitarra, la percusión, pero sobre todo la danza, excelentes.

Una bailaora eléctrica, con algo de oriental en la delicadeza y la rotundidad de sus movimientos. Además de una sincera admiración por el arte del grupo, sentí una cierta conmiseración por la joven bailaora, imaginen, en bata de cola a treinta grados, mas los focos, en esta noche loca de calor, sin un pelo de aire. Afortunadamante, cuando volvimos a la plaza, para la sesión de Jazz, comenzó a soplar el airecito, pero, antes, estuvimos en la calle de la Paz.

Me sorprendió que el desfile de monstruos, con algunas figuras francamente enormes y monstruosas, no asustara para nada a los niños. Se ve que ven tantas cosas en la tele y los video juegos, que están curados de espanto. Me sale a mi un bicho de esos a los cuatro años, y me cago por la pata abajo. Los conductores de los engendros los acercaban al público para asustar, y un desconocido, se apresuró a proteger a mi mujer, concediéndose libertades táctiles, con la excusa de que se la iba a comer el monstruo.

Entre una y otra cosa, debían ser las doce, pasamos frente al Palacio del Marqués de Dos Aguas. La puerta del Museo estaba abierta. Esperé por si veía salir la carroza que se guarda allí, con Rita Barberá al pescante, tirada por bueyes, la carroza, no vayan a pensar, disponiéndose a continuar el desfile de monstruos por la calle de la Paz, cruzar el puente y dirigirse al Cabanyal, para asustar a sus niños, que es lo que mejor se le da. Pero no salió.

Terminado el desfile, deliberamos y decidimos volver a Merced, para el concierto de Jazz. Muy bien, el mismo grupo que vimos el otro día en Collado, con el mismo repertorio y las mismas bromas al público, pero esta vez el público, mas numeroso y participativo, colaboró mas y el resultado fue, en mi opinión, un éxito.

Jazz de Nueva Orleáns en estado puro. La cosa concluyó con los músicos dejando el escenario y pasando entre el público con la clásica Oh Machinín, así suena, no se escribirlo. Por un momento, me quedé ausente, enmimismado, no sé porqué. El fragor de los últimos aplausos, me sacó de mi enmimismamiento, me devolvió a la realidad y, concluída la noche de fiesta, enfilamos el camino hacia el coche para volver a casa.

Pensamos que no podríamos conciliar el sueño, pero no fue así, el cansancio acumulado pudo mas que las altas temperaturas nocturnas. Esta mañana, en plena duermevela, me ha parecido ver, en sueños, los monstruos que desfilaron por la calle de la Paz. Me lo tendré que mirar.

En fin. Noche de calor.

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 20 07 14.

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