jueves, 10 de julio de 2014

LA FACTURA

He bajado al Maravillas bajo una espesa capa de nubes, así que, en lugar de ir a mojarme los pies al mar, aquí me tienen, metiendo la pata, como acostumbro últimamente, en cuestiones culturales de las que no entiendo.

El caso es que en las entradas mas recientes he sostenido que padecemos algunas insuficiencias culturales y, mira por donde, hoy encuentro en Levante algo mas grave. Dicen los expertos en educación, funcionarios internacionales que se dedican a evaluar los niveles de formación y conocimientos de los estudiantes de diversos países, que nuestros jóvenes son incapaces de interpretar una factura.

Esto parece un síntoma de estupidez, que es algo mas grave que las insuficiencias culturales, pero, en mi opinión, esa estupidez no afecta tanto a los evaluados, como a los evaluadores.
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A ver, si usted quiere que una factura sea fácilmente interpretada por todo el mundo, basta con que lleve una inscripción, en un par de líneas, que diga, ..Soy una factura y sirvo para esto y lo otro. 

Esos funcionarios, que han hecho llegar a toda la prensa esa mierda de encuesta, lo han hecho, probablemente, para justificar sus abultados sueldos, y no se les ocurre otra cosa que imputar a los sujetos, los estudiantes, lo que son deficiencias del objeto, la factura. 

Me gustaría ver a esos payos especialistas, con sus dietas de lujo, enfrentarse a una de las facturas de suministro eléctrico que nos van a caer con la sugerencia de que elijamos entre diferentes tarifas, a cual mas abstrusa, o tratando de desentrañar las misteriosas tasas y recargos que incluye la factura del agua, todo un arcano de los misterios municipales, la antítesis de la transparencia a la que aluden algunos políticos. 

Precisamente de eso, de política, debería haber sido la encuesta de marras, para averiguar si los jóvenes consultados que pronto tendrán derecho a voto, están preparados para enfrentarse a una decisión tan trascendente como votar a los de siempre, los responsables de las crecientas carencias del país, tanto educativas, como de las otras, o apoyar alternativas de cambio y sustitución de las viejas clases viciadas por la corrupción del poder, por savia de nuevos políticos, que también terminarán siendo corruptos pero, de momento, no lo son. 

A mi modo de ver, nuestros jóvenes estudiantes son afortunados al no saber lo que es una factura. Alguien la paga por ellos. En mi caso, comencé a trabajar a los doce años, y no me arrepiento de ello, naturalmente, aprendí con cierta precocidad lo que es una factura, pero no me habría hecho ningún mal pasar unos años mas sin saber lo que es una factura, y aprenderlo a su debido tiempo.

Todo este asunto de la factura, me refiero a lo que ha aparecido en la prensa, no a este artículo, se me antoja una solemne estupidez, atribuible, por supuesto, a los responsables de la encuesta, que solo buscan justificar sus abultados sueldos y dietas, y para ello no les importa inundar la prensa internacional con sus tonterías. 

Lo malo es que la prensa las reproduce, sin ningún sentido crítico aplicado a los remitentes. 

En fin. La Factura. 

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 10 07 14.

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