martes, 23 de diciembre de 2014

EL SÍNDROME

Hace días que noto algo raro en el entorno, y no sé si soy yo, o es el entorno. El domingo, íbamos mi mujer y yo con los nietos por el centro urbano de Heliópolis y nos encontramos con un desorden de vehículos antiguos que ocupaban la plaza del ayuntamiento y sus alrededores. Pregunté, --que es esto.. y me dijeron, --no lo vé, es el desfile de coches antiguos...--perdone, un desfile es una cosa ordenada, dirigida, controlada, y esto que estoy viendo es un desorden irracional, sin control, es un milagro que no se haya producido ningún incidente, ningún choque, ningún atropello, parece lo que alguien que no sepa lo que es la anarquía --ausencia de jerarquía-- diría que es una anarquía total.

El preguntado me miró con una expresión que quería decir, claramente, --vaya, otro aguafiestas. Mientras los coches, las motos, y hasta un camión, circulaban sin orden ni concierto por la plaza, las horrrendas pistas de patinaje que se han instalado en el centro de la plaza aparecían muy concurridas y junto a la acera del ayuntamiento, un policía municipal disfrazado con un uniforme de guardia urbano propio de la época de los cincuenta, ya saben quien gobernaba entonces, mas o menos los mismos que ahora, escenificaba una escena antigua, subido en un túmulo fingía controlar la circulación con movimientos corporales, como cuando no había semáforos, y alrededor del túmulo se acumulaban las donaciones de alimentos, luego he leído que se han recogido varias toneladas.

El otro día vimos la película Plácido, en la asociación cultural Lo + Baix, bueno, pues la escena del guardia urbano parecía sacada de allí. Esta combinación de coches y guardias urbanos antiguos, es lo que me ha producido la sensación de que me sucede algo raro, hasta el punto de que he tenido el impulso de ir a ver al cura de la parroquia, a ver si me dice lo que me pasa. Finalmente no he ido, porque mi psiquiatra, cuando se jubiló, me dijo, ocúpate tu mismo, y no hagas ni caso de lo que te digan, no vayas a ponerte peor.
.......
En otra salida al centro, esta vez sin nietos, vi un número de personas sensiblemente mayor de lo habitual, saliendo de los centros comerciales, cargados con bolsas, y un número todavía mayor de personas mirando los escaparates, ¿Que pasa?, me pregunté, es la hora feliz, han comenzado las rebajas, van a cerrar por quiebra y es la última oportunidad de comprar? 

No entendí lo que pasaba, hasta que vi la tele pública, en la que hay un espacio dedicado a que la gente siente a un pobre en su mesa, estas fiestas. O sea, que viene la Navidad, y es cierto, hemos retrocedido a los tiempos de Plácido --Cassen conduciendo una motocarro que lleva a una asociación caritativa a bordo, cuyos miembros convidan a un pobre a su mesa navideña. 

Hoy, al bajar al Maravillas, he encontrado la confirmación del entorno festivo que se aproxima. Catorce páginas, catorce, de Levante, las primeras, dedicadas al tópico anual de la Lotería, 'está muy repartida', ya que la renta nacional de este país está tan desigualmente repartida, nuestro San Nicolás particular se encarga de corregir esas desigualdades, aunque las estadísticas dicen que los nuevos millonarios solo lo son durante ocho años. 

No soy el único aguafiestas que percibe el entorno pre navideño como algo rarito, Javier Cuervo firma un artículo, al que titula, Odio la Lotería, en el que se hace eco de las exageraciones de los medios al tratar esta noticia, con las botellas de cava de marca dudosa de siempre descorchadas en administraciones de lotería, casi siempre con la ausencia de los afortunados. 

En Heliópolis, Cáritas se ha visto tocada por la fortuna en una parroquia, lo que le permite disponer de varios millones de euros, para reforzar su campaña de alimentos para quienes no los tienen, aunque Matías Vallés, en su artículo de hoy, cita a Cospedal quien, al parecer, ha comentado a sus allegados que la gente acude a los comedores sociales ¡para aprender a cocinar!. 

Hace años que no usaba los signos de admiración, pero Cospedal, se lo merece, no?.

Por si fueran pocos todos estos signos de que se acerca la Navidad, al volver a casa mi mujer me ha pedido ayuda para sacar los alimentos destinados a la cena de nochebuena del cajón del congelador, seremos ocho a la mesa, para que se vayan atemperando hasta la hora de cocinarlos, mañana. 

Lo de siempre, un poco de marisco, un sorbete de limón, cordero asado. Este año añadiremos una ensalada de algas. El otro día la probamos en un chino de la calle Sueca y nos sorprendió. El cava ya está en la nevera, Cabré Sabaté Brut, también el Blanc Pescador, y en el botellero los tintos que le han regalado unos amigos a mi mujer. 

En conclusión, el raro ambiente que me parecía percibir y me hacía pensar en alteraciones de mi percepción, solo es la Navidad de todos los años. 

Pues nada, pese a mi peculiar percepción, compartida con Javier Cuervo y Matías Vallés, de los tópicos festivos, espero que los hados les sean favorables a los usuarios del blog, aunque estoy convencido que eso depende, sobre todo, de la percepción, del estado de ánimo que se sepa construir cada uno, mas que de los miles de tópicos con los que nos bombardean estos días, empezando por El Corte Inglés, siguiendo con Coca Cola, los municipales disfrazados de urbanos de los cincuenta, y Televisión Española, que se lleva el premio gordo de los topicazos que nos hacen percibir un entorno tan rarito.

Feliz Navidad. 

En fin. El Síndrome. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 23 12 14.

1 comentario:

  1. Nosotros también estuvimos viendo lo de la Pza. del Ayuntamiento, aunque era temprano y solo vimos los preparativos. La "cabalgata" aún no estaba montada, pero, efectivamente, nos sentimos transportados a nuestra infancia en los años 50. Lo que nos hizo sentir vergüenza fué el hecho de que se tratará de una especie de Campaña Benéfica como las que se organizaban entonces para "ayudar a los pobres", aunque en realidad solo servían para tranquilizar la conciencia de los poderosos que se habían convertido en poderosos de la noche a la mañana y para que todo el mundo viera cúan bondadosas y misericordiosas eran las damas que tomaban parte en aquella humillante canallada. En definitiva, no sé si yo también tengo El Síndrome, pero lo que sí sé es que siento una mezcla de rabia y vergüenza de que sigamos, en el año 2015, con la misma situación de desigualdad social y con los mismos signos de hipocresía que hace un siglo. Y lo que te rondaré.

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