domingo, 7 de diciembre de 2014

ORDENAR LA ESTANTERÍA

Los fines de semana largos, con tres festivos, como este, cuando no se han aprovechado para realizar un viaje, son ideales para ordenar las estanterías. Nosotros lo hemos hecho, con el resultado de que un montón de libros han sido depositados en el banco que hay junto al contenedor, en la calle, y unos pocos están en una bolsa para llevarlos a la biblioteca pública.

El resultado ha sido un fondo de libros mas ligero, mas oxigenado, despojado de best seller inútiles que ahora nunca habría comprado, con el añadido de que han reaparecido algunos libros de poemas,entre ellos uno de Aleixandre, que estaban perdidos en el maremágnum de libros de cocina, colecciones juveniles, libros de mis hijos que nunca se llevaron, novelas históricas, libros de economía y un sinfín de cosas editadas que aún no entiendo porqué no he usado como combustible para la chimenea de la casa de la sierra.
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Terminada esa labor de expurgar las estanterías de los libros, al ver el resultado de esa labor de limpieza, he pensado en la necesidad de ordenar los contenidos de mi cabeza. Porqué no hacer lo mismo, llevar a cabo una higiene mental que determine que espacio vamos a dedicar en el futuro a cada una de nuestras aspiraciones, preocupaciones, proyectos. 

Así, convencido de que la política ocupa un espacio demasiado amplio de nuestros pensamientos, produciendo un efecto negativo, frustrante, en nuestras actitudes, conversaciones y discursos, puedo tomar la decisión de reducir su influencia, digamos dejarla entre un cinco y un diez por ciento de mi actividad mental, oral, escrita, y de este modo el grado de frustración que suele provocar se reducirá en la misma medida. 

Será, como sanear la estantería de los libros. Es evidente que una persona con menor grado de frustración estará mejor dispuesta para llenar el hueco que habrá dejado la política, con otras actividades, sean lúdicas, solidarias, ecológicas, o simplemente amistosas. El resultado de esta sustitución será, sin duda, un individuo mas amable, mas cordial y dispuesto para la convivencia ciudadana. 

Cuando tomemos el autobús, si una parte de la ciudadanía siguiera esta práctica, dejarían de escucharse en los transportes públicos, gruñidos y protestas contra este o aquel político pillado con las manos en la masa, cuyos actos producen un efecto de cabreo en la gente. 

A ver, no estoy sugiriendo que nos hagamos apolíticos, no me parece posible, la política nos afecta a todos de manera cotidiana, solo que reservemos para la hora del voto nuestra idea de la política y los políticos, que conoceremos todo lo que es posible conocerlos a través de los medios de comunicación, pero sin permitir que invada nuestros pensamientos, nuestras emociones, hasta el punto en que lo está haciendo ahora, solo hay que frecuentar alguna sala de espera, algún medio de transporte, algún centro público, alguna asociación cultural o vecinal, para comprobar que lo que digo es razonable.

Aquellos que se sientan muy emocionalmente comprometidos con la política, que se dediquen a ella. Los demás, meros espectadores, aunque destinatarios de la política, deberíamos reducir drásticamente nuestra atención, nuestra actividad conversacional, dedicadas a ese asunto, dedicándolas a asuntos mas creativos, o mas cordiales, sin por ello dejar de prestar atención a los mensajes que nos informan, pero sin convertirlos en algo parasitario que se extiende por un ámbito excesivo de nuestras vidas.

Es un punto de vista, criticable, supongo, puede parecer un intento de rehuir la realidad. No es eso, se trata de enriquecer nuestra realidad, del mismo modo que enriquecemos nuestro fondo de libros, cuando lo despojamos de la hojarasca inútil.

En fin. Ordenar la estantería. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 7 12 14.

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