"He bajado a La Fuente, a por tabaco, de paso, he tomado un café cortado, al regreso, he decidido no comprar
la prensa, me he detenido en un banco del seto central, desde donde se contempla la belleza del día luminoso, sin apenas
tráfico rodado, la presencia inmóvil de la fuente ornamental, ahora convertida en abrevadero de palomas y tórtolas que residen en el barrio y esta actitud contemplativa me inclina a convertir la primera entrada de julio del blog en un homenaje a la rotonda, ese invento urbano circular que tanto proliferó en nuestro país en épocas de vacas flacas para
aliviar, con dinero público, las cuentas de Dragados y otras constructoras, cuando los contratos de otras obras públicas escaseaban.
Hoy no tengo intención de personalizar demasiado mi sentido crítico, pero la visión en el plasma de los productos televisivos de la cadena pública, mientras estaba junto a la barra de La Fuente, me incita a comentar someramente la perversión de lo público que perpetran aquí los gobiernos de la derecha, aunque no solo ellos.
Un ejemplo al azar de lo que argumento es mi breve experiencia de contemplación de la tele pública, solo un momento. Primero dan, en la cinta esa donde escriben las noticias, con algún error ortográfico, los numerosos inmigrantes rescatados, los cuerpos recuperados y algún otro drama exterior, para, enseguida, aludir a la 'normalidad' de la operación salida, luego ponen imágenes del entierro de Camarón, nada menos, ¿hace cuanto?, y antes de la previsión meteorológica, ponen la promoción de un programa pagado con dinero público 'En la Pelu..quería..', que, por lo visto,
es la máxima expresión de la perversión de lo público por la derecha gobernante, responsable de que la tele pública
sea dirigida hasta ahora por un señor que se declara católico y apostólico, por mi como si es budista, pero también romano, y digo yo, ¿si es romano, que coño hace aquí pervirtiendo los contenidos de la tele pública, que se vuelva a Roma, no?.
La perversión de lo público no se limita, claro, a los medios de comunicación de titularidad pública, sino que concierne a los demás ámbitos de la vida ciudadana, eso lo sabemos todos, así que no hace falta extenderse sobre el tema, cambio el tercio de la página de hoy, y acabaré con la crónica urbana de València, en la tarde noche de ayer, primer día de la Gran Fira de Juliol, ¿se dice así?.
Tomamos el autobús siete, porque el seis iba a tardar media hora, pensando en bajar en el Mercado Central --habíamos quedado con Lola y Antoni en la Plaza de la Virgen, que ahora rotulan Plaza de la Mare de Déu ¿eran diez?, yo creía que era Uno, de los otros nueve no sabía nada-- pero el bus se dió la vuelta en Xátiva y tuvimos que bajar en la parada de la calle Castellón, pues el centro estaba cerrado al tráfico, lo que nos permitió comprobar lo viva que estaba la ciudad a esa hora, por esos lugares.
Una mani de los venezolanos que residen aquí contra Maduro, muy oportuna me pareció contra los crímenes de Estado de Maduro, aunque no recuerdo que en tiempos en que gobernaban Venezuela quienes precedieron al chavismo, se organizara algo parecido contra el robo de lo público que perpetraron aquellos sinvergüenzas, alguno muy amigo de Felipe González, que propiciaron con sus abusos la llegada del chavismo, que ahora denigramos, sin considerar que los que ahora activan las protestas son los sucesores de aquellos ladrones de lo público.
Llegamos a la plaza, después de observar los preparativos en Reina de un desfile de apertura de la Gran Fira, y allí estaban Lola y Antoni, sentados en un escalón de la plaza, nos acomodamos como pudimos junto a ellos justo cuando comenzaba el concierto de Jazz, que resultó ser de swing, alegrado con la presencia de los bailarines de esta especialidad.
Enseguida pillamos una mesa en la terraza más próxima y estuvimos más cómodos para mal escuchar el concierto, porque los altavoces estaban orientados en otra direección, pero cuando acabamos el gin tónic y bajamos junto al escenario, Lola y Encarna se marcaron unos pasos de swing, justo cuando terminaba el concierto, y luego nos fuímos a Tapinería, donde se había anunciado, a las nueve, otra movida gastronómica musical.
Tapinería estaba a rebosar de gente, como nunca lo habíamos visto antes, no tanto por la actuación anunciada, sino por la oferta de clotxinas de la playa y cervecita, 4,50E, hasta el punto de que tuvimos que pirarnos enseguida, ante la imposibilidad de encontrar allí un metro cuadrado para nosotros.
Dimos un voltio por doctor Collado, Plaza Redonda, pasamos por Casa Angel, el de las sardinas, pero estaba todo lleno,
como las terrazas de Collado, al final, subimos por los escalones de la Lonja y la taberna de siempre también estaba llena, pero la remozada, al lado, tenía una mesa libre.
Cinco cervezas Estrella de Galicia, unas bravas, una de clotxinas, unos chopitos, --de Málaga, dijeron-- total 38 euros, para los cuatro. Una camarera comentó a un compañero,
¿que sábado más raro, no?. Supongo que se refería a la extraordinaria afluencia de clientes en una tarde de sábado habitualmente más tranquila, lo que parece certificar el éxito de la promoción pública municipal de la primera jornada de la Fira de Juliol, o sea, que no todo lo público se pervierte, a veces se convierte en algo lúdico compartido.
Mientras tomábamos la cervecita y las clotxinas, yo contemplaba las gárgolas de la Lonja. Al terminar, rodeamos la Lonja por detrás para observar las otras gárgolas que se divisan desde allí. En una visita guiada anterior yo había observado las formas indecentes, irreverentes, por no decir herejes, de aquellas gárgolas, cosas de los canteros del siglo XV o por ahí, pero en ese momento de la tarde noche del sábado, la luz crepuscular pero, sobre todo, mis limitaciones ópticas, me impìdieron dar detalles de lo que no observaba, y tampoco recordaba.
Luego, nos dirigimos a la plaza del ayuntamiento, donde, en una gran pantalla, se proyectaba la película Mamma Mía,
con asistencia de un grupo de actores que animaban al público a pié de pantalla.
De nuevo, Lola y Encarna se marcaron unos pasos de baile al son del Cine Karaoke, como han llamado los munícipes a ese acto público.
De modo que, antes de coger el 9 nocturno para volver a casa, pudimos comprobar que lo público, se puede pervertir
desde la derecha, por ejemplo la tele pública, en realidad, desde cualquier ámbito político, como sucede en Venezuela,
no solo desde el neochavismo, sino desde mucho antes, o se pueden promover actividades públicas, lúdicas, multitudinarias, como las de la tarde noche de ayer sábado en València, que nos hagan olvidar, de momento, que tenemos una deuda de 48.000 millones de euros heredada, mayormente, aunque no solo, de la derecha -salimos a 9000 por cabeza, mas o menos-- y que alguna vez, si no se reduce, se aplaza, se recorta, habrá que pagarla."
Mientras llega ese momento, no está mal disfrutar de lo lúdico promovido por lo público actual --el tripartito-- o algo más sencillo, disfrutar de la tranquila belleza urbana que ofrece la rotonda de mi calle, con su fuente ornamental en su centro, ahora convertida en abrevadero de tórtolas y palomas, mientras llega la hora de ir, con Esther y Jóse, de nuevo al centro, al mercadillo dispuesto junto al Central, para comprar unas plantas de poco precio.
Un saludo cibernauta.
En fin. La Rotonda.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 2 07 17.
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