lunes, 9 de julio de 2018

LECTOR DE LUCES

"He bajado al Maravas, sin mirar la hora, justo a tiempo para ver en la tele el encierro de los Sanfermines de hoy, en el que, por cierto, no ha habido muertos, solo algunos traumatismos, no sé si cráneo encefálicos, o testiculares.

 He vuelto pronto para adelantar la publicación de parte de la página de hoy, porque nos vamos a la playa de Las Arenas y a la vuelta espero completar la crónica del concierto de Berklee el sábado, que se celebró en el complejo de Calatrava, frente al Hemisféric. Una palabreja, 'Hemisféric', que me tuvo en vela anoche porque, por falta de uso, había escapado de mi memoria.

Antes de la crónica, vá una reflexión sobre el paso del tiempo, y su percepción.

Lector de luces. Hace unos quince años, cuando me jubilé, me desprendí de todos los relojes que han medido el tiempo durante mi vida laboral. Desde entonces, sin pretenderlo, he adquirido una habilidad para determinar la hora en que estoy, solo observando la posición del sol y su reflejo lumínico.

Me sorprende la habilidad obtenida en esa medida, como si yo fuera un reloj de sol de los que abundan en las torres de las viejas iglesias, en los hermosos pueblos de esta Comunidad. Me sorprende, porque yo nunca fuí pastor, ni en mi familia han habido pastores, los mejores, sin duda, en ese tipo de habilidades.

Lo cierto es que cuando paseo con Encarna por el barrio y aventuro la hora que es, cuando llegamos a uno de esos indicadores de hora y temperatura, mi grado de acierto alcanza el 99%.

Más sorprendente aún, es ese grado de acierto cuando está nublado.

Aunque en este caso, no hay sol para orientarse, la rutina de nuestros paseos domingueros, la repetición de itinerarios, la regularidad en las horas de salida, explica que cuando decidimos volver a casa, sin mirar la hora, siempre tomamos el mismo autobús de vuelta, sin haberlo planeado.

La conclusión es que la percepción del paso del tiempo varía a lo largo de la vida, sobre todo varía, si eres libre para usar tu tiempo como quieras, o si estás sujeto a normas laborales.

Me temo que otro factor que influye, es la edad de cada uno, porque en el concierto al que me referiré luego, llegamos a las ocho de la tarde, cargados con las sillas plegables y el tapper con la tortilla y las cervezas, y regresamos a casa a la una treinta de la madrugada, tan reventados, que ayer domingo no dimos un palo al agua y mi sensación es que mi percepción del paso del tiempo en un espectáculo de tan larga duración, aunque empezó a las diez, es la de alguien de camino a la ancianidad, que ya no está para esos trotes..

El concierto de Berklee..

.......

Después de mojarnos en el Mediterráneo, retomo la página de hoy.

"La puesta en escena del concierto de graduación de la Universidad de Berklee en València, fué fastuosa, espectacular. El escenario junto al Hemisféric, la iluminación, la fachada del Museo de rojo vivo, el Umbracle de azul, el Hemisféric con un cromatismo cambiante, según las necesidades del concierto y el cercano Palau, con su bóveda iluminada con los tonos del arco iris, le dieron al acto una categoría semejante a la de los conciertos que hacen en Marbella, en Beicassim y por ahí, encima de gratis, o sea.

Llegamos al recinto del concierto, en el 35, a las ocho. Lola y Antoni ya estaban allí, llegaron con su Chevrolet que estacionaron sin problemas. Nos acomodamos, los cuatro, en nuestras sillas portátiles, junto a un jardin cercano al escenario, aunque no tanto para ver a los artistas, --los pudimos ver a través de las cuatro enormes pantallas que permanecieron iluminadas durante el concierto-- y después de charlar un rato, dimos cuenta de la tortilla de patatas y las cervezas, y enseguida, a las diez, dió comienzo el concierto.

De todas las actuaciones que vimos y escuchamos, hubo dos que me interesaron, en particular. Al no-me-acuerdo, un músico sensacional, que giró con Paco de Lucía, y nos ofreció, con su grupo, dos números excepcionales, uno de ellos una increible mezcla de flamenco y jazz, el otro, una música norteamericana de una autenticidad enorme.

Cerró el concierto, la Jóven Orquesta Sinfónica de la Federación de Agrupaciones de Bandas, con una increible versión sinfónica de 'Lo Cant del Valençia', que me dejó alucinado, por su creatividad, por su sonido.

Cuando se llegó al intermedio, de media hora, conseguí llegar al otro lado del recinto, antes me fué imposible, aunque lo intenté, debido a la masa de gente presente en el lugar, porque tenía información de que, coincidiendo con el concierto, en el otro lado del lago del Hemisféric se ofrecía una proyección de hologramas sobre los surtidores que se han instalado para la ocasión.

Cuando conseguí llegar, pregunté a los técnicos que estaban por allí manipulando unos cables. ¿Hoy hay espectáculo?. --Lo hemos hecho a las once. Dura siete minutos. --¿Siete minutos? --Si.Siete minutos. --Vale.

Eso no fué todo, hubo mucho más, muchos músicos, muchos artistas relevantes que actuaron, pero he de ir a la cocina a refreir el arroz al horno sobrado. Lo que falta, lo pueden encontrar en el 'Levante' de ayer, que le dedicó una página, creo.

En fin. Lector de Luces

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9 07 18.

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