sábado, 7 de noviembre de 2015

LA FUENTE

A menudo me he referido en el blog a La Fuente, una cafetería que está cerca de casa, a la que dediqué una página, 'Antisistema', que fue muy leída, incluso por los camareros que la atienden, hasta el punto de que desde entonces me dedican un trato más afable.

Hoy he estado allí de nuevo, tomando un cortado, pero de lo que me apetece escribir hoy no es de la cafetería, sino del original que le da su nombre, la fuente ornamental que ocupa toda la rotonda adonde desembocan cuatro calles, que hoy me llama la atención por su belleza que entra en mi percepción por varios sentidos.

El oído,  por el suave rumor de los chorros de agua que se desploman hacia su base, la vista por los efectos de la luz que entra por Levante y atraviesa las columnas de agua con sus efectos irisados, el tacto, siempre que cometas la imprudencia, como yo hoy, de trepar hasta su base elevada y colocar la mano bajo sus chorros, refrescándote de este otoño caluroso, algo atípico.

Puedes intentar ejercitar al olfato y el gusto, pero es mas complicado. En cuanto al olfato, ¿le ponen cloro a las aguas que no van destinadas al consumo humano?, no sé, entre otras razones porque hace veinte años que perdí el olfato, por el tabaco.

En cuanto al gusto, me pregunto porqué hay montañas de libros dedicados a la cata del vino,y sabemos tan poco de las habilidades organolépticas relativas a la diferenciación de las cualidades del agua. Yo, por si acaso, cuando tomo un agua por ahí procuro que sea Perrier, aunque no sé porqué.

Pero, lo que mas me llama la atención de esta fuente ornamental es su inutilidad funcional, al traer de mis recuerdos las fuentes públicas de mi infancia, que tenían la indispensable función de proveer de agua potable a las casas del barrio que no disponían de ella, aunque también tenian su lado lírico, contemplar el vuelo de las libélulas púrpuras y doradas que se acercaban a beber, antes de abatirlas con una caña, para luego decapitarlas.

¿Adonde nos lleva todo esto?, es evidente, a la belleza de lo inútil, o, si se quiere, a la belleza no funcional, esa belleza que con tanto ahínco buscaban los pintores de todas las épocas, de todos los 'ismos', porque la búsqueda de la belleza era lo que los motivaba, más aún que la belleza misma.

Más allá de la modesta belleza de las fuentes urbanas, ornamentales, creada por los hombres, que hoy me ha hecho detenerme frente a una de ellas para disfrutar de un momento estético, están las fuentes naturales.

¿Quien no ha disfrutado de la contemplación de las fuentes que dan vida a un río, en el nacimiento del Cuervo, el del Tuéjar, el del Guadalaviar, el del Guadalquivir, en las fuentes del Ebro, en tantos lugares que nos ofrece este país rico en ríos, y en aguas termales?

Observo el mapa que tenemos fijado en la pared, en el que aparecen señalados los lugares visitados, pero mi memoria no conserva el recuerdo de en cuántos de esos lugares hemos visitado las cuencas de sus ríos.

Ahora me viene a la memoria una imágen del Segre, otra de los montes de Albarracín, o de las hoces de los ríos conquenses, o de las comidas en casa Chemi, junto al río Magro.

Fuentes urbanas, o ríos agrestes, el agua es el elemento esencial de la vida, sin el que no estaríamos aquí, en mi caso dejándome seducir por la belleza de una fuente ornamental urbana, hasta el punto de dedicarle esta página.

En fin. La Fuente

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 7 11 15.

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