¿No les ha sucedido nunca despertarse una hora después de que sonara el timbre del despertador, por haber dejado medio echada la persiana que no ha dejado pasar la escasa luz de una mañana de niebla, levantarse corriendo, llegar tarde a la oficina y pasar el resto del día
intentando recobrar la hora perdida, sin conseguirlo?.
A mi me ha sucedido hoy, pero claro, yo no voy a fichar desde hace diez años.
En el ascensor, he coincidido con la presidenta de la comunidad,
que me ha comentado,
--Vuelvo a tener los mismos desarreglos biliares que antes de operarme, hace cincuenta años..
--Que bien, nena, estás como a los veinte años, ja,ja...
Total, que he bajado a La Fuente, a por tabaco, y a tomar un cortado, y, mientras permanecía en su terraza, miraba la cubierta de nubes que no deja pasar la luz del sol, y ese paisaje me ha hecho recordar las espectaculares imágenes que dio ayer la televisión de formaciones nubosas en diferentes lugares de España, lo que a su vez me ha hecho evocar el paisaje cinematográfico de Transilvania, en la película que vimos el sábado
con el proyector doméstico de la Asociación Lo+Baix.
Drácula, de Bram Stoker, dirigida por Copola, con Winona Ryder y Gary Oldman. Si la había visto anteriormente, solo recordaba algunos planos,
sobre todo el peinado del príncipe, que tanto se ha repetido, como un icono de la caracterización del personaje, pero no recordaba, en absoluto,
su apariencia de joven caballero aristocrático, cuando aparece en Londres con la intención de comprar una abadía.
Como tampoco recordaba el personaje de Keanu Reeves, un brooker que está a punto de casarse con Winona, cuando es requerido para que viaje a Transilvania para cerrar el negocio inmobiliario. El tipo elige cerrar el negocio, en lugar de casarse, por lo que le está bien empleado que Winona le ponga después los cuernos con el príncipe. En esta vida, y al parecer en la otra, hay que tener más claras las prioridades.
Madrid es al parecer, ahora mismo, Transilvania, o Pekín, a juzgar por las medidas, insuficientes, que se toman allí para intentar reducir una contaminación que causa millones de muertos en China. Aquí, todo se andará.
La salud es algo muy serio para dejarla en manos de los médicos, sobre todo si se trata de Anthony Hopkins, el científico loco que persigue a Drácula en la película, para destruirlo con toda clase de esoterismos, ritos y otros procedimientos, en lugar de recetarle, como a mi me sucedió, una crema con demasiada cortisona, sin advertirme de que era para un uso limitado, que he estado usando durante años, hasta que me estalló en la cara ese exceso de cortisona. En fin.
Lo que más me fascinó de la película fué descubrir que es una fabulosa historia de amor entre el príncipe y Winona, al parecer el amor reencarnado de la princesa a la que amó Drácula. Así como en otras versiones, de Cristopher Lee, por ejemplo, prevalece el terror y la sangre,
aquí la historia evoluciona hacia el amor romántico, aunque con el desenlace de la muerte, porque, como nos recuerda cada tarde el profesor de teatro, el romanticismo y la muerte, fueron juntos en esa etapa literaria.
Cuando termino de escribir esta entrada, la cubierta de nubes todavía no ha desapareecido, pero esto no es Transilvania, me voy, porque he de ir
al paki a comprar el pan.
En fin. Nieblas Matinales.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 12 11 15.
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