viernes, 12 de febrero de 2016

EL VUELO

Hoy he salido del Maravillas sin acceder al periódico, por la mucha demanda y la oferta única, además no he esperado porque hoy es viernes y nos vamos al mercadillo de Monteolivete. Quiero dejar esto claro porque explica porqué la entrada de hoy no tiene nada que ver con la actualidad política, ya que no he podido documentarme sobre sus avatares.

Al salir del Maravillas he mirado al cielo, hoy algo tormentoso y he visto tres aves, tres, de diferentes especies, volando juntas hacia un destino que parecía compartido. Un halcón peregrino, de esos que hacen guardia en los aeropuertos para impedir que otras aves se cuelen en las turbinas de los aviones dedicados a vuelos comerciales y los tiren abajo, con pasaje y todo. Una garza, no una garceta de esas pequeñas que se ven a veces en los jardines urbanos, la versión grande de la garza que se suele ver entre las cañas cuando paseas en barca por el lago de la Albufera, y por último, un flamenco, ese ave espectacular que suele permanecer en las charcas y moverse en grupo, tiñendo de escarlata el humedal.

Lo digo porque hace poco he visto una colonia de flamencos, desde el embarcadero del Saler. Se ve que los cambios en el clima han alterado las costumbres migratorias de estas especies que, por estas fechas, suelen habitar la costa francesa y otros balnearios.

Miro, fascinado, estas tres aves de distintas especies volando juntas, en aparente armonía, sin agredirse, siguiendo la misma trayectoria, quizás hacia un destino común, cuando aparece, de pronto, un flamenco con una envergadura que parece doblar la del ejemplar que vuela con las otras aves, por debajo del invasor, que se acerca a su congénere con graznidos más poderosos, que por su acento parecen proceder de las tierras de Doñana, y toda su conducta trata de intimidar, de imponer su autoridad al ejemplar más joven.

Sigo la trayectoria de las aves, una vez desaparecido el ejemplar dominante, me acerco al Hemisféric, que está cerca de casa y al llegar observo, con atención sorprendida, que los tres ejemplares que había visto desde el Maravillas, están en su cúpula.

Han echado de allí a palomas y gaviotas y ahora intercambian una conversación en su lenguaje, que parece calmada, refexiva, sin demasiados sonidos estridentes, como si quisieran guardar la reserva de sus deliberaciones.

No puedo saber lo que hablaban, pero puedo imaginar a la garza declarando su preferencia por la ciudad, en lugar del humedal, pues es del dominio público la gran cantidad de garcetas que ya se han trasladado a vivir en los jardines urbanos.

En cuanto a los flamencos, puedo entender la dificultad del flamenco para definirse sobre que hábitat prefiere para convivir con las demás aves, no solo por su naturaleza migratoria, que le impide manifestar unas preferencias sólidas, permanentes, sobre el lugar donde vivir, sino porque las cuestiones jerárquicas de su especie, el hecho de que de improviso aparezca un ejemplar viejo imponiendo su criterio, hace difícil el acuerdo con las otras especies, mas estables y coherentes en sus juicios.

Mi preferencia, desde mi visión de observador ocasional de la naturaleza animal, está claramente en favor del halcón peregrino. Una especie que desde tiempo inmemorial ha colaborado con el hombre. Al menos desde la Edad Media, y ahora en la era de la navegación aérea comercial, el halcón ha cazado para el hombre y ahora es una ayuda esencial para la seguridad de esa navegación.

No puedo entender como algunos llaman a esta especie antisistema, solo porque su plumaje es distinto, cuando, desde tiempo inmemorial, ha contribuído con su colaboración al sustento de las actividades humanas.

Desde mi puesto de observación, aquí, al pié del Hemisféric, es imposible que yo pueda entender los intercambios que llevan a cabo, el halcón, la garza y el flamenco, menos aún adivinar los resultados de sus deliberaciones, pero me parece fantástico, asombroso, que tres aves de especies diferentes estén intercambiando sus deseos, sus necesidades, sin agredirse, con la intención de mejorar las condiciones de vida en el hábitat, en el humedal.

Después de esta reflexión sobre la fauna avíar, me voy. He de preparar la paella de fideos.

En fin. El Vuelo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 12 02 16.

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