sábado, 13 de febrero de 2016

URNAS

Mi mujer y yo dormimos, en ocasiones, en cuartos separados. Cuando la cama compartida se ve atacada por los síntomas recíprocos del insomnio, en mi caso, la sonora respiración de fumador, por llamar de algún modo a lo que parece el bufido de una ballena, que molesta a mi socia, otras veces, los movimientos incesantes de Encarna que ha visto un programa musical en la tele hasta una hora tardía, y no puede conciliar el sueño ni estarse quieta, nos lleva a esa situación de divorcio temporal, que anoche culminó con nuestro encuentro en el pasillo a las tres de la mañana, de camino a la cocina, insomnes, ella para tomarse un vaso de leche caliente con miel, yo para atizarme un tanganazo de Pedro Ximénez, antes de regresar a nuestros lechos separados.

Después de esa noche de sueño precario, he bajado al Maravillas con la intención de documentarme sobre la actualidad política leyendo el periódico, pero solo he mirado la última, porque la tía Juana ha reclamado el periódico enseguida y yo se lo he dado sin rechistar porque lo poco que he dormido me ha dejado sin capacidad de concentración lectora, aunque no sin capacidad conversacional.

He hablado con el estilista, de condones, de esos que anuncian ahora que son invisibles. El estilista me ha dicho que son mejores esas cremas con las que te untas el órgano. Yo, no sé porqué, antes de salir del Maravillas le he respondido, eso será bueno para los que tienen órgano, pero para los que tenemos un simple teclado, ¿qué?. Pues, esos, que se jodan, ha concluído el estilista.

Regresaba a casa sin saber de que iba a escribir hoy cuando he escuchado por la radio algo sobre la eventual celebración de nuevas elecciones por falta de acuerdo en las conversaciones que se llevan a cabo para formar gobierno.

Entonces, me ha venido a la mente una palabra que me tiene intrigado. Urnas. Cómo es posible que se llame igual al recipiente que contiene, cada cierto tiempo, los deseos expresados por la voluntad popular, sobre quienes son los que deben representar esa voluntad, y los receptáculos que contienen las cenizas de quienes ya no están entre nosotros, y ya no pueden expresar voluntad alguna.

A menos que creamos, como el ministro del interior, que las virgenes y los ángeles prolongan desde el mas allá la atención a nuestras deseos, y los colmemos de ofrendas, medallas y visitas a sus santuarios, en cuyo caso, la urna de los votos y la urna de los muertos acaban por encontrarse, al menos para quienes votaron al partido del ministro.

Uno piensa en algunos cambios en la ley electoral, en como le gustaría que fueran las próximas elecciones, se celebren cuando se celebren, y piensa que deberían ser al revés que las de ahora.

Cambiando el concepto de candidatos y electores, de forma que fueran elegibles los que no se presentan como candidatos, el censo de la gente corriente, mientras que entre los candidatos se eligiera a los que deben salir de la política.

Son tantos los que van saliendo en la prensa durante meses, años, mayoritariamente del partido de nuestro ministro meapilas, que no será nada dificil la elección. Se quedaran todos aquellos cuyo nombre desconocemos, por no haber participado, que se sepa, en ningún escándalo.

En cuanto a la elección de desconocidos, para cubrir los puestos de los defenestrados, tendrá un punto de suspense, aunque no tanto, pues ya hemos visto que Colau, por mencionar a alguno de los nuevos políticos, era una auténtica desconocida hasta que comenzó con sus acciones mediáticas y ahora, fíjate, es la alcaldesa de Barcelona, con menos conflictos que Carmena, a la que despellejarían viva, si pudieran, los de los angeles y las medallitas.

Me cago en los de los ángeles y las medallitas, me cago en el franquismo y su porquería residual, me cago en los psocialistas reaccionarios, como Felipe González, quién te ha visto y quién te ve, y estoy deseando acudir a las urnas, las de la voluntad popular, no las de las cenizas y los milagritos, para renovar mi confianza a los nuevos políticos, porque la estabilidad que vende Rajoy es como estar atrapado en un charco de lodo, de mierda, sin poder moverse.

Pido disculpas a quienes se sientan ofendidos. He dormido mal, y el copazo de Pedro Ximénez que me he tomado a las tres de la mañana, mientras Encarna tomaba un vaso de leche con miel, no me ha sentado bien.

Espero que el juez demente de los titiriteros, en su caso, lo considere un atenuante.

En fin. Urnas.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 13 02 16.

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