sábado, 10 de noviembre de 2007

HELIÓPOLIS

Heliópolis es para mi un lugar poliédrico de múltiples significados. No tiene nada que ver con el centro espiritual del antiguo Egipto, del que solo quedan algunos restos al noroeste de El Cairo. Esa palabra fue para mi, al principio, solo un nombre. La ciudad del sol, una metáfora que me permitía aludir, sin nombrarla, a la ciudad donde resido, y a veces, por extensión, a la comunidad que la incluye

Luego se convirtió en un pretexto para una intrusión en la escritura contemplativa, un experimento de ciento cincuenta páginas, "El Jardín de Heliópolis", alrededor de un jardín virtual, encargado a un proyectista, pero que el narrador habita como si fuera real, que en las últimas páginas deriva hacia el mundo de la edición y la comunicación audiovisual.

Heliópolis tiene, en su origen, una estructura tridimensional, tiempo, espacio y escritura, pero la cualidad poliédrica de la escritura potencia esas dimensiones, las combina y multiplica a través de la ficción, la realidad subjetiva, el sueño, la memoria y el olvido.

Ese espacio múltiple y variado incluye la luz de una mañana de julio en las calles de la infancia, el chorro de la fuente pública, la persecución infantil de las libélulas que rondaban ese espacio suburbano del recuerdo; las crónicas de viajes y lugares visitados, relatos de ficción pura y dura, otros escritos a partir de los escombros del sueño; críticas tal vez demasiado ácidas de las cosas que detesto, elogios de los libros que, cada vez menos, leo, y otros entretenimientos que desde hace casi un año vuelco en el Blog.

Heliópolis no es todavía un territorio literario, al estilo de Sierra Mágina, Vetusta o Comala, porque yo no hago literatura, solo escritura, pero es mi territorio, aunque casi todo está por explorar. Esa labor de exploración se prolonga ya casi un año y en ese tiempo, el Blog ha ido creciendo, 80 artículos, 17 Crónicas de viajes y lugares, 9 reseñas sobre libros, 27 artículos de opinión, 12 relatos, 11 temas de cocina, y una decena de otras cosas, hasta alcanzar las 166 entradas en once meses.

Posiblemente, centenar y medio de esas entradas sean bastante prescindibles. Sábato quemó todos sus libros en uno de esos arrebatos o bajones a los que todos estamos expuestos. Ayer tuve la tentación de suprimir yo mismo buena parte de lo escrito. No descarto hacerlo en algún momento.

No tengo la menor idea de lo queda por descubrir en ese territorio, Heliópolis, apenas vislumbrado, pero estoy seguro de que es mucho mas vasto de lo que mi imaginación alcanza a sugerir.

Me dispongo a introducirme, con fuerzas renovadas, en ese lugar ignoto, desde la incertidumbre que alcanza al viajero que anda sin mapa, sin brújula, solo atento a las señales que la naturaleza le envía, al grado de humedad de la tierra para saber si hay agua cerca, a la posición de las estrellas para intuir el rumbo. En cualquier caso, lo que cuenta no es llegar a un determinado lugar. Lo divertido es el viaje.

Lohengrin. 10-11-07.

1 comentario:

  1. En mi opinión, lo que ya está escrito, jamás se debe destruir, siempre llega el arrepentimiento cuando ya no hay solución, así que, no cometas esa imprudencia y sigue escribiendo todo lo que a tu imaginación te llegue,es un aliciente para los que te leemos. Un saludo/ kurok

    ResponderEliminar

Comentarios