“To be......or not to be”
Introducir la duda entre los estudiantes, en lugar de impartir certezas, puede ser un buen modo de comenzar el curso. La duda induce la necesidad de hacerse preguntas y, aunque la mayoría no tengan respuesta, esa actividad intelectual empuja el flujo sanguíneo hacia la red neuronal y favorece el pensamiento crítico.
Una vez comenzada la clase de Educación para la ciudadanía en inglés, cumpliendo así la norma que la Consellería trata de imponer, con graves complicaciones y conflictos aún no resueltos, el profesor continuaría su exposición en lengua vernácula, muy necesitada de divulgación en los núcleos urbanos, para concluirla en el idioma del viejo imperio castellano.
Ofrezco esta solución, ecléctica y trilingüe, al Conseller Font de Mora, para ayudarle, generosamente, a salir del charco en el que se ha metido, el solito.
Después de todo, lo que se pretende al introducir esta nueva materia en el currículo escolar es formar futuros ciudadanos, por lo que la importancia del objetivo excede del vehículo formal, la lengua, que se use para hacerlo. He buscado en mi vieja enciclopedia la noción de ciudadano, pero al tratarse de una edición pre democrática, apenas alude a su acepción como sujeto de derechos.
En Wikypedia se puede encontrar una definición mas extensa, que alude a la condición de miembro de una comunidad política, con la consiguiente relación de derechos y deberes, en relación con esa comunidad y los individuos que la forman. Un elemento esencial de esa relación es la participación del individuo en los asuntos comunes. Aquí es donde parece que ha fallado el inefable Font de Mora, al no conseguir el consenso por medio de la participación, y tratar de imponer su punto de vista sobre como se debe impartir la asignatura de Educación para la ciudadanía.
Ese punto de vista está influido por el origen de la norma, un gobierno central de un color político distinto al de su partido, lo que está generando un montón de problemas, por la resistencia del gobierno autonómico a aplicar las normas del ministerio, que le ha llevado a usar toda clase de subterfugios para eludirlas.
Tengo serias dudas de que en los institutos de secundaria tengan capacidades para formar ciudadanos, después de tantas décadas de enseñar solo textos, pero nada se pierde con intentarlo.
Que se comience la clase, o no, con una pregunta en inglés, no es imprescindible. Que les quede claro a los estudiantes que son sujetos de derechos y deberes, me parece esencial. Que se les enseñe a dudar alguna vez, además de algunas certezas, puede ser muy útil. Que aprendan a cultivar el pensamiento crítico, eso ya es harina de otro costal. Para unos puede ser valioso, para otros demasiado peligroso.
Se imaginan si hace unas décadas nos hubieran enseñado a cultivar el pensamiento crítico? En ese supuesto, es probable que la ciudadanía, los ciudadanos, hubieran echado a patadas a quienes malgobiernan Heliópolis con el aval del voto acrítico. Antes, seguramente, se habrían hecho algunas preguntas, comenzando por el To be...or not to be , al final habrían llegado a un montón de preguntas de contenido político, de muy incómoda contestación.
Ese es, en el fondo, el conflicto que subyace en la aplicación de la norma para impartir Educación para la ciudadanía. Es una opinión.
Lohengrin. 5-09-08.
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