viernes, 12 de septiembre de 2008

LA NOCHE

“Desperté entre escombros de sueños. Busqué entre los escombros algún trozo de realidad y encontré que había soñado con una película de Antonioni, pero eso no es posible, porque siempre me he negado a ver el cine de Antonioni. Removiendo entre las ruinas, encontré la cima del Fuji Yama, en cuya nívea blancura alguien había escrito, “La noche...vasta demolición que se acumula..” .Reconocí la cita de Octavio Paz –Arbol adentro-- y entonces comprendí que el blanco de la nieve era el cabello de mi prima mejicana, que estuvo comiendo en casa el otro día, y la presencia de Paz en el sueño un fragmento de la conversación que tuvimos. --Me gustan sus ensayos, pero no sus poemas-- había dicho Rosa, mi prima.

Recuerdo que me acosté pronto, pero no pude conciliar el sueño por el bochorno. Anduve dando tumbos por la casa, saliendo y entrando del balcón, fumando un cigarrillo tras otro, hasta que el viento cambió y me eché en la cama de nuevo, cuando ya era muy tarde.

No puedo precisar si lo soñé, o realmente estuve en el cine la tarde de ese mismo día. “Aritmética Emocional”, una especie de suma de sentimientos de unos personajes torturados por su pasado común, por su estancia en un campo de concentración cerca de París, en la época en que el gobierno francés obedecía a las autoridades de la ocupación alemana, reteniendo allí a las personas identificadas como judíos, en espera de su traslado a los campos de exterminio. Max Von Sidov, Gabriel Byrne, Susan Sarandon, son los antiguos supervivientes de aquel encierro que se encuentran de nuevo. Cristopher Plummer es el marido de Susan, forzado anfitrión de los fantasmas del pasado que acoge contra su voluntad.

En una noche rara como la que yo he pasado, Plummer se desvela, solo en su habitación, mientras su mujer cohabita en el granero con Gabriel, su amor del campo de prisioneros, va a ver a Von Sidov en su alojamiento y le dice, con desesperación, --No puedo dormir. Este le contesta, --Pues entonces, comamos, si queremos vivir, hay que comer.

La película termina en un amanecer luminoso, en Canadá, después de esa noche lóbrega, con los dos viejos, Von Sidov y Plummer, cogidos de la mano de un niño, mientras el manuscrito en el que la Sarandon anotó todas las atrocidades que vio en el campo, queda borrado por la lluvia.

Rosa me contó que México es un país difícil, con tres mil muertos al año por reyertas entre narcos, secuestros, una corrupción galopante, un grado terrible de contaminación ambiental y una moneda dependiente del dólar de su vecino mas poderoso. Ahora que el dólar está fuerte, y el Euro vacila, ella recibe mas dinero por su pensión mejicana de profesora de literatura jubilada.

No tengo nada claro si la visita de Rosa ha sucedido en realidad, o fue solo soñada. Tal vez, la cima del Fuji Yama la vi en algún documental de la 2, mientras estaba imsomne. A lo mejor, si que vi la película de Antonioni, me suena que la han dado esta temporada en la filmoteca. Tal vez lo de la “Aritmética Emocional”, solo proviene de una sinopsis leída apresuradamente en la prensa.

Vuelvo a buscar entre los escombros, para intentar separar lo real de lo soñado, pero es inútil. De todo este embrollo, lo único que me queda claro es el consejo de Von Sidov a Plummer,
--Si queremos vivir, hay que comer.”

Es una suerte que cada amanecer borre los escombros de los sueños que dificultan nuestro tránsito por la realidad. Al parecer, el olvido es tan importante como la memoria, y la trama tejida con esos dos hilos, convenientemente combinados durante el sueño, prepara el suelo de la rutina sobre el que caminamos cada día.

En fin. LA NOTTE. La noche.

Lohengrin. 12-09-08.

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