lunes, 29 de septiembre de 2008

LA CRISIS HA LLEGADO AL MARAVILLAS

He bajado al Maravillas y el bar estaba desierto como una tundra siberiana.

--¿Que pasa?, ¿Desalojo policial?, ¿Aviso de bomba?

--Es que estamos a final de mes.

--Pero, ¿No es a fin de mes cuando te pagan las deudas?

--Si. Pero hoy no ha aparecido nadie por aquí.

--Y eso, ¿porqué?

--La crisis.

Llevo meses leyendo en los periódicos eso de la crisis, pero hasta ahora la nebulosa abstracta de la información difusa y lejana de los acontecimientos financieros había prevalecido sobre la realidad cercana. Para comprender lo que está sucediendo en su justa medida se necesita de la proximidad.

Lees las cifras de paro del último mes y no reconoces nada personal en esa abstracción. Te encuentras a un vecino en la escalera en horas en que antes estaba trabajando, le preguntas, y te dice, --Me han echado del trabajo. Eso es microeconomía.

Recibes un papel del banco que no terminas de entender. Te vas a ver al calvo de la sucursal y le preguntas, -¿Que son esos signos negativos que pone en este papel?. Esto,¿no era renta fija? --Si, pero está a tipos viejos. Te miras en el espejo, te reconoces como uno de esos tipos viejos, y comprendes que cada vez te paguen menos por tus exiguos ahorros. Entonces le dices al calvo,

--Saca mis ahorros de esa mierda, y ponlos en algo a tipos nuevos. Microeconomía.

Vas a un Opencor a comprar un bizcocho para la partida de la tarde con los amigos, intentan cobrarte un precio superior al de la etiqueta, y solo cuando reclamas enérgicamente se avienen a cobrar el precio etiquetado. Microeconomía.

Encuentras a un viejo conocido que compró una vivienda unifamiliar en la Playa de la Patacona, y te cuenta que el mayor constructor de Heliópolis se la vendió sobre un plano con el compromiso de que estaría en primera línea. Ahora, te dice, su casa está rodeada de torres de apartamentos y edificaciones de servicios de varias alturas, y el constructor ha sido condenado a pagar 3 millones de euros por un fallo judicial que renoce que hubo engaño. Microeconomía.

Mis neuronas no están preparadas para reconocer la abstracción como algo próximo, cercano.
Casi todas las cifras exorbitantes que aparecen en los titulares de los periódicos de modo cotidiano exceden de mi comprensión. No estoy preparado para la macroeconomía, esa agregación de innumerables sucesos que, cuando se cuantifican en su conjunto, nos llevan a unas magnitudes de vértigo.

En cambio, puedo entender a Tony perfectamente cuando me habla sobre la recaudación del bar.
Entiendo, después de la explicación del calvo de la sucursal bancaria, que mis ahorros hayan menguado, me siento cercano de las tribulaciones del vecino que ha perdido su empleo, me concierne directamente cuando en un supermercado intentan engañarme con el precio de un artículo, y percibo de un modo directo la conducta engañadora de un constructor, cuando se hace evidente a través de un antiguo conocido. Microeconomía. Si es tan fácil de entender, ¿Porqué nos trasladan la realidad en términos macroeconómicos?

Por cierto, el título de la entrada de hoy es cortesía de Tony, el jefe del Maravillas.

Lohengrin. 29-09-08.

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