martes, 26 de mayo de 2009

HORIZONTES NO TAN LEJANOS

Los sabios de la economía y las finanzas, desde que algunos de ellos avizoran brotes verdes, se han subido a una escalera de mano y desde allí tratan de otear algo mas allá del horizonte cercano, lo que, en la jerga habitual, se suele nombrar el medio o largo plazo.

Algunos de esos sabios trabajan, o han trabajado, para instituciones internacionales de mucha influencia y prestigio, por lo que si nos dicen que al final de donde alcanza la vista lo que ven son algunas nubes negras, no conviene echarlo en saco roto.

Una correcta interpretación de estos augurios debe considerar que lo que tratan de hacer estos videntes no es adivinar el porvenir, sino prevenirnos de los posibles excesos en las actuales políticas porque comienzan a ver con cierta preocupación la aceleración con la que engordan los déficit de las cuentas públicas y los posibles efectos futuros de esos desequilibrios.

Es decir, por citar algo mas concreto, que la velocidad imparable a la que están funcionando las máquinas de hacer billetes para poner parches a la crisis, podría ser el origen de una situación de inflación futura muy difícil de controlar. Que el excesivo endeudamiento de los Estados pueda restar crédito futuro para el sector privado, dificultando su recuperación. Que las ayudas y subsidios que una parte de la economía está recibiendo, porque los necesita, deban transmutarse en mayores impuestos cuando el Estado deba sanear sus cuentas públicas.

Mas impuestos, mas inflación, menos crédito. Esto es lo que los sabios avizoran en el interior de la negra nube que alcanzan a ver desde lo alto de la escalera. Sin embargo, casi todos admiten que lo que se está haciendo ahora es lo que hay que hacer, para no convertir una importante crisis económica y financiera, en una Gran Depresión como la de 1.929, con sus graves secuelas sociales y políticas.

De ahí la importancia de interpretar el sentido de los brotes verdes. Convendría saber si, como dicen algunos, los brotes verdes suelen verse afectados por las heladas tardías, o son el signo de una incipiente recuperación económica y se consolidarán en un paisaje frondoso. No es una cuestión menor, porque una interpretación optimista demasiado adelantada, podría alentar un frenazo en las políticas de contención de la crisis, para evitar que las nubes negras del horizonte a medio plazo se conviertan en tormenta en su momento, y con ello podría frustrarse la salida de la crisis. Por el contrario, una visión demasiado centrada en el corto plazo, podría garantizar una mas pronta llegada a los equilibrios perdidos, pero cargaría las nubes con la energía eléctrica de la futura tormenta, hasta convertirla en un huracán potencial.

Un dilema clásico. Las medidas que son buenas en el corto plazo, pueden ser terroríficas en un horizonte mas amplio. Y al revés, para evitar una probable desgracia futura, podemos acentuar el dramático presente.

Si los hombres, incluidos los mas sabios, no estuviéramos tan limitados, habríamos inventado medidas que fueran buenas en el corto plazo, sin perjudicar el largo plazo. Como, al parecer, no se han inventado, solo podemos aspirar a las intuiciones de los mas expertos, para que sepan percibir cual es el momento óptimo para empezar a cambiar, con el ritmo adecuado a cada situación, las políticas económicas y financieras, con el fin de transitar sin demasiados sobresaltos, desde una situación crítica, a una cierta estabilidad, sin poner en peligro la situación futura.

Algo parecido a lo que hacía Curro Romero, aunque solo en sus mejores tardes.

Que Adam Smith, John Maynard Keynes y los demás, nos pillen confesados.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 26-05-09.

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