jueves, 14 de mayo de 2009

LA COPA

La pasión por el fútbol se revela con una capacidad de arrastre de masas mayor que la política, al menos por aquí. Quedó demostrado ayer, con los mayores entusiasmos y audiencias por la final de la Copa del rey de copas, que los obtenidos por el debate del estado de la nación. A mi, esto me parece francamente positivo cuando el comportamiento mayoritario de las aficiones muestra una contención y un fair play del que deberían tomar nota algunos de nuestros políticos, que carecen de ese sentido de la elegancia en las formas, y tienden a pelearse entre si con modales zafios, en vez de dedicarse al debate de las condiciones objetivas que marcan el devenir del país, y de las medidas para corregir su rumbo.

Quizás también hay que agradecer a la ocasión propiciada por el encuentro de fútbol de ayer que el presidente de Catalunya y el –todavía-- presidente de Heliópolis, se hayan reunido en los viejos salones de la Generalitat, al son de la famosa canción de Serrat, Mediterráneo, para hablar de nuestros intereses comunes de vecinos ribereños, y establecer estrategias concertadas en el asunto de los cuartos de la financiación de las respectivas administraciones autonómicas.

Es una lástima que esos rasgos de alta política, que se coloca por encima de las miserias explotadas en Heliópolis durante decenios con fines puramente electorales, y que muestra el presidente de nuestra comunidad, la mas alta representación institucional del gobierno autonómico, no se extienda a todas las Consellerías que tiene bajo sus órdenes.

Sobre mi mesa hay una servilleta de bar, que contiene unas apresuradas notas, tomadas del diario Levante del martes día doce, y que he dejado reposar un par de días, antes de decidirme a usarlas para la entrada del Blog. Aprovecho hoy, que he podido hacer un comentario positivo sobre la política autonómica en Heliópolis, incluido el elogio a su presidente, que me sirve de introducción , para hacer, de nuevo, un comentario crítico sobre la práctica política cotidiana de la Consellería de Bienestar Social, de la que es responsable el señor Cotino.

De este modo, la crítica, bien merecida, que sigue a continuación, trata de evitar la tentación del sectarismo, pues sigue al reconocimiento de las cosas que parecen bien hechas.

Al parecer, la Consellería en cuestión tiene a su cargo la gestión directa de las llamadas Casas de acogida. Como su nombre indica, esas instituciones acogen, entre otras, a mujeres maltratadas, a mujeres sin recursos y en situaciones mas que complicadas, que carecen de otro lugar donde cobijarse para escapar del maltrato, de la miseria, y de las complicaciones en las que están metidas.

Pues bien, otra vez el Síndico de Agravios ha tenido que intervenir, para averiguar que trato se les de a esas mujeres en las instituciones que tienen como fin, acogerlas, pero donde, al parecer, en algunos casos, se las hace objeto de coacción, es decir, se trata de forzar sus voluntades, en lugar de dedicarles el respeto que merecen como personas, por lo que algunas de esas mujeres acogidas han acudido al Síndico para hacer oír sus quejas.. Y, una vez más, Cotino está de por medio.

Al parecer, podría haberse incurrido en adopciones ilegales. Son palabras mayores que implican la práctica de presiones previas e injustificadas a esas mujeres para que se plieguen a los manejos de la institución. Como si aún estuviera instaurado el régimen nacional católico cuya evocación en alguna serie televisiva recuerda esas prácticas ilegales tan extendidas entonces, bajo el hipócrita eufemismo de la caridad cristiana.

No parece descabellado pensar que algo hay de verdad en esas denuncias, si consideramos la posición de la derecha ultraliberal y confesional autonómica en el tema del aborto, y las recientes noticias sobre su actividad legislativa opuesta a las regulaciones que emanan del gobierno central.

De nuevo el mas significado miembro del Opus en el gobierno de Heliópolis, el señor Cotino,
es objeto de investigación por el Síndic de Agravios, porque al parecer se empeña, una y otra vez, en aplicar a su política las directrices de la Obra, en lugar de garantizar estrictamente los derechos constitucionales de las personas que se ven afectadas por su modo de entender la política.

Creíamos que nos habíamos librado del nacional catolicismo, que solo era un resto de nuestra historia que habita únicamente las ficciones televisivas. Cotino, con su política de Malestar Social, con las apelaciones y objeciones demasiado frecuentes del Síndico a las instituciones de las que es responsable, nos recuerda cada día que no podemos bajar la guardia ante sus presuntos abusos. Al menos, hasta que lo echemos, por la vía electoral, del gobierno de la comunidad.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 14-05-09.

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