“En el aula magna de la Universidad de Stanford el lleno era total, todos los asientos de las gradas estaban ocupados y aún las sillas añadidas detrás del estrado donde se ubicaba el orador, flanqueado por las autoridades académicas, aparecían llenas. En las tarimas adyacentes y en el pasillo que confluía en el centro del estrado se acomodaban un gran número de jóvenes estudiantes de ciencias naturales, sentados en el suelo. En un discreto rincón, junto al atrio por donde se accedía al aula, en dos butacas tapizadas con terciopelo rojo, se acomodaban con cierta reserva dos hombres ya maduros de rostro ajado, vestidos de Armani, con aire de ser muy ricos, que no parecían encajar demasiado con el resto de la audiencia.
El orador, un premio Nóbel y profesor Emérito de prestigio mundial, llevaba años de gira por las mas importantes universidades del planeta, ofreciendo a sus audiencias una limitada síntesis de sus vastos conocimientos sobre los procesos que confluyeron en la extinción de los dinosaurios y, como el tema se puso de moda en los últimos tiempos, esperaba recaudar lo suficiente con los millonarios honorarios que percibía por sus intervenciones, para terminar la casa que había mandado construir en un cayo de Florida para su retiro definitivo.
Una vez el Decano hizo la presentación del orador, y quien estaba deseando acceder a la sucesión de su cargo, glosó el impresionante historial académico e investigador del conferenciante, este comenzó su intervención.
--Señoras, señores, deseo, en primer lugar, agradecer al Decano que haya tenido la deferencia de invitarme a este foro, al que no volvía desde los lejanos tiempos en que inicié aquí mismo mi formación académica. …
El profesor prosiguió su intervención en el mismo tono protocolario hasta que, transcurridos diez minutos, entró en materia:
--Hay distintas hipótesis que tratan de explicar la extinción de los dinosaurios, un fenómeno sucedido hace tanto, tanto tiempo, que solo las mas recientes investigaciones han permitido arrojar algo mas de luz sobre la validez de lo que, hasta hace muy poco, solo eran teorías.
Todos ustedes habrán oído mencionar la hipótesis de la colisión meteórica. Es de todos conocida, por otra parte, la importancia que se le concede a la glaciación en el fenómeno de la extinción, como una consecuencia de lo anterior...
Un joven, sentado en el suelo, frente al estrado, se levantó e interrumpió la disertación con una pregunta,
--Profesor, ¿Cómo se puede hablar de la extinción de los dinosaurios? Al parecer fueron muchos, de muy variadas especies. ¿Como es posible hablar, así, en general, de la extinción de especies tan diferenciadas entre si que, fueran cuales fuesen las causas de su extinción, el sentido común indica que no pudo ser única, ni generalizada a todas las especies? ¿No sería mas preciso hablar de extinciones? De la del diplodocus, o la del velocirraptor, por ejemplo?
El profesor, al tiempo que hacía una seña al personal de seguridad para que se acercaran al joven, se dirigió a el.
--Joven, no creo haberle dado la palabra. Es un gesto de buena educación esperar a hacer las preguntas una vez se ha concluido la exposición. ¿Es que quiere reventarme la conferencia?
--Seguridad, lleven a este joven fuera de aquí, y que no vuelva hasta que se abra el turno de preguntas.
Después de ese incidente, nadie volvió a interrumpir al profesor, que se demoró durante dos horas y diez minutos en su intervención, que concluyó con la poco precisa conclusión de que ninguna de las diversas teorías que explican esa extinción incluye evidencias suficientes para dar a una mayor validez que a las demás. Que las distintas teorías están integradas. Que el proceso de extinción pudo deberse, efectivamente, a causas que intentan explicar las diferentes hipótesis, a una colisión , a una glaciación, a una evolución biológica hacia un tamaño excesivo de los últimos ejemplares de esas especies, para ser viable en relación con el medio, a todas ellas, o a alguna mas que las investigaciones mas recientes no han permitido todavía enunciar.
Una vez concluido el turno de preguntas, que fueron muy respetuosas, habida cuenta de la fulminante reacción del profesor a la pregunta comprometida del estudiante expulsado, y cuando ya el público desfilaba en dirección a la salida, los dos hombres vestidos de Armani que habían permanecido en silencio, quienes habían contribuido directamente a financiar el evento, se acercaron al profesor, lo tomaron del brazo y, en un aparte, le hicieron una pregunta,
--Profesore, ya conoce usted nuestro interés por la ciencia. En confianza. Cual cree usted que fue la verdadera causa de la extinción de los dinosaurios?
--El aburrimiento. Se aburrían. Como estaban aburridos, no se apareaban. Sencillamente, como no se apareaban, se extinguieron.”
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 27-05-09.
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