domingo, 7 de junio de 2009

NOCTURNO

Narro en directo la insólita belleza del crepúsculo, visto desde la ventana de mi gabinete, donde está mi mesa de trabajo, el viejo ordenador, y un montón de papeles absurdos que no tendrían que estar aquí.

A través del gran ventanal abierto, el primer plano lo ocupa una galería de tiro, una vieja reliquia del antiguo cuartel que residió aquí, y que ahora está en desuso. Detrás, una línea de fronda arbórea le da un aire al paisaje como si estuviera mirando desde la ventana de un apartamento en Central Park.

Detrás de las copas de los árboles asoman las fachadas iluminadas que apenas sobresalen de la línea arbórea, La luz de los focos les da un tono ocre a las casas de perfiles enfrentados, con algunos ventanales iluminados, y todo el conjunto arquitectónico visible desde el recuadro de mi ventanal ofrece un aspecto florentino, bajo un cielo crepuscular de noche americana.

Apago la luz, para percibir mejor el color del cielo, las ligeras trazas horizontales de las nubes, algo mas oscuras, que lo habitan, y el ocre de las fachadas al fondo del paisaje se vuelve mas intenso, con la luz apagada. El contraste entre luces y sombras se hace mas evidente, sin perder su suave armonía cromática.

Es algo complicado escribir en el teclado en completa oscuridad, solo orientado por el reflejo de la pantalla. Por un momento descanso la vista de ese esfuerzo. Dejo de escribir. Giro el sillón y quedo inmóvil tras la ventana abierta, sintiendo en la cara la caricia de la brisa nocturna y el espectáculo de la noche silenciosa medio iluminada, la perfecta combinación de luces y sombras movidas por la brisa me devuelve una serenidad de ánimo que hace tiempo no recordaba haber sentido.

Desde el otro lado de la casa me llegan sonidos de recuentos de votos. Ningún tono de sorpresa se percibe en la voz de quienes recitan los resultados electorales. Me parece entender que el partido verde al que he confiado mi voto ha obtenido un escaño. Ahora, sin embargo, todo eso me parece ajeno y lejano, mientras disfruto de la placidez nocturna, de la sensación de armonía y quietud que desprende el entorno mas cercano a mi gabinete. Un privilegio para la vista, el oído, el olfato, en esta noche que pienso alargar deliberadamente, contra mi costumbre de horario de gallinero, porque tanta quietud, tanta serenidad de las formas y los sonidos, me invita a la contemplación sin prisas, sin objeto, renunciando incluso a la pulsión que me incita a contar todo lo que veo y oigo.

El resto de la noche, no se hasta cuando, no marco límite alguno, lo dedicaré a la contemplación sin objeto, a disfrutar de la nocturnidad sin la necesidad impuesta de obtener el subproducto del relato.

Buenas Noches. Un saludo cibernauta. Por cierto, hemos sacado un escaño.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 7-06-09.

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