En el fragor de las diferentes campañas para las anodinas elecciones europeas que cada partido perpetra a su manera, unos dicen que son sucias, otros pensamos que es preferible votar a no hacerlo porque en la vida, a veces tienes que convivir temporalmente con la inmundicia para librarte de ella, y en un medio tan influyente como El País, que afirma que los socialdemócratas españoles invocan el voto del miedo a la derechona, a quien denominé en una página del Blog, La Gran Ramera, emerge una noticia colateral a la que, en mi opinión, no se le está dando la importancia que requiere.
Al parecer, el Consejo de Seguridad Nuclear recomienda que siga el funcionamiento, por diez años mas, de la central nuclear de la Garoña, una anciana de 40 años que, por muchos afeites que le pongan, está mas que amortizada. Nos repiten hasta la saciedad que nuestra dependencia energética y la necesaria eficiencia en su producción aconsejan no renunciar al kilovatio barato nuclear, antes que potenciar aún mas las energías renovables, cuyo kilovatio es mas caro.
Cincuenta millones de Euros, mas de ocho mil millones de las antiguas pelas, costarán, al parecer, los afeites para que la dama decrépita de la Garoña, llegue a la venerable cincuentena cubierta de maquillaje que disimule su dudoso aspecto. A eso se le llama kilovatio barato. Mientras tanto, sigue sin resolverse el espinoso asunto del almacenamiento de residuos nucleares procedentes de las centrales de todo el mundo, incluida la de Santa María de la Garoña, que encima tiene nombre de virgen.
Al parecer, el C.S.N. pone la pelota en el alero del gobierno, que se supone tiene atribuciones para tomar una decisión como esa, !en el plazo de un mes!.
Por mucho que las leyes actuales autoricen al gobierno a tomar una decisión así, por delegación de los ciudadanos, el tiempo podría convertir en un delito de lesa humanidad algo que ahora tiene el inocente aspecto de una decisión administrativa.
Es urgente que reivindiquemos la celebración de un referéndum nuclear, para que todos los ciudadanos se manifiestan por la continuidad o la supresión definitiva de la central de Garoña, que le neguemos al gobierno, a cualquier gobierno, de cualquier partido, sea socialdemócrata, conservador, o de color berenjena, la potestad de decidir en un asunto así, sin una consulta directa a los ciudadanos.
Ya está bien de que las decisiones que se toman hoy, basándose en parámetros económicos, estratégicos, o mercantilistas, sin someterlas a consenso público, condicionen la vida futura de millones de ciudadanos, sin posibilidad de defensa, como ha sucedido con las políticas económicas y financieras de los últimos años, y bien podría volver a suceder con una política nuclear de la que podemos acabar siendo víctimas, inocentes corderos llevados al sacrificio por los poderosos que, en el peor de los casos, se limitarían a aparecer como un coro de plañideras, en los medios públicos, exhibiendo el mismo llanto fariseo que ahora prodigan por sus errores económicos y financieros.
Una democracia representativa da poder a los gobernantes, por medio de los procesos electorales, para que tomen las decisiones cotidianas que afectan al funcionamiento del Estado y de las demás instituciones públicas. Los ciudadanos depositan su voto, pagan sus impuestos, y confían en las buenas decisiones de un gobierno en el que han delegado las funciones propias de la res pública.
Sin embargo, no todas las democracias funcionan del mismo modo, ni todos los gobiernos usan de la delegación del voto ciudadano de la misma manera. En ciertos países, se recurre al referéndum, a la consulta directa a los ciudadanos cuando ciertos asuntos de capital importancia así lo requieren.
La política energética, en mi opinión, puede ser considerada en general y más en este caso particular, un asunto de la máxima importancia. En España nos han llamado a referéndum en contadas ocasiones. Con motivo de nuestra incorporación a las instituciones europeas, esas que, ahora, parecen algo tocadas por el desinterés popular. Para decidir nuestra incorporación a las estructuras militares geo estratégicas de la OTAN.
Ningún partido, socialdemócrata, conservador, o de color berenjena, debe sentirse autorizado para tomar una decisión del calado de la supresión o continuidad de una central nuclear, como la de Garoña, aunque se diga, o precisamente por eso, que su cuota de participación en el conjunto de la producción energética es mas bien simbólica, porque los riesgos ciertos, aunque poco probables, para la población, que pudieran materializarse en el futuro por el funcionamiento de una central envejecida, serían cualquier cosa menos simbólicos.
No me resigno a que nadie decida por mi, sin una consulta directa, un asunto como este. Por tanto, hasta dentro de un mes, todos deberíamos intentar insistir, en cualquier entrada del blog, si compartimos este punto de vista, sobre la necesidad de convocar un referéndum, pues si las estructuras geoestratégicas de la Otan lo requirieron en su momento, no menor podría revelarse el impacto estratégico en nuestro medio ambiente, en nuestra casa común, de una decisión demasiado importante para dejarla en las solas manos de los políticos.
REFERÉNDUM NUCLEAR. YA.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 6-06-09.
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