lunes, 29 de agosto de 2011

QUEMAR LA BASURA/VER PELÍCULAS

El enigma de ayer, escribir sobre basura, que es un tema inagotable, o sobre cine, tiene una solución ecléctica, escribir un poco sobre basura, y un poco sobre cine, que son asuntos que no tienen nada que ver, no vayan a pensar.

Ayer vi una película en el cine D'Or, 'Pequeñas Mentiras', pero es mejor que vayan a verla, en lugar de fiar en los breves comentarios que luego haré, porque no soy crítico de cine, ni actor de teatro, lo del teatro es puro amateurismo.

Solo soy un joven espectador de a pie que va a cumplir sesenta y ocho años, con enfisema pulmonar, enamorado de mi mujer, de mi profesora de Comunicación, --esas cosas pasan-- de mis amigas y enemigas, y del mundo en general, que de vez en cuando recrea en el Blog las imágenes de alguna película vista en un cine de barrio.

Por eso me ha sorprendido mucho el número de visitas recibidas por una página de cine del Blog, 'Tokyo Blues', que ha estado entre las primeras durante varias semanas. No tengo claro el origen del interés despertado por la reseña de ese filme basado en un libro de Murakami.
(...)
Como no reúno condiciones de crítico de cine, he llegado a pensar que la razón de ese interés está en una frase casi real, que se cita al final de la página, supuestamente dicha por una mujer casi verdadera, en el momento de un orgasmo cierto.

Porqué supongo tal cosa?, pues porque otra página, Tumbas, que tiene que ver con el hecho luctuoso del destino de nuestros restos materiales, no solo se mantiene la primera desde hace semanas, sino que está a buena distancia de las que le siguen.

A mi entender esto quiere decir que hay dos viejos asuntos que atraen el interés humano desde los trágicos griegos --a los que he leído poco-- hasta ahora mismo, el sexo y la muerte.

La película Tokyo Blues trataba de ambas cosas y, curiosamente, 'Pequeñas Mentiras", una supuesta comedia francesa, arranca con un suceso cotidianamente trágico que postra en el lecho, a punto de morir, a alguien cuyos amigos van a protagonizar el resto de la película, hasta la muerte y sepelio del accidentado.

A despecho de la condición de comedia de esta película, la sombra de la muerte está siempre presente en el relato cinematográfico, pues a pesar de que se han evadido los amigos de su presencia junto a la cama del enfermo en una clara imposibilidad de afrontar la realidad, dejando a una sola persona allegada allí, es frecuente la presencia solapada de la muerte en las noticias que van recibiendo de el.

El enredo sobre homosexualidad latente de una pareja masculina, presente en la historia, como los diversos amores heterosexuales que aparecen, aunque no hay ninguna escena explícita, son puro sexo, en el sentido de que puede haber sexo sin amor, pero dudo que haya amor sin sexo, con lo que volvemos a encontrar en esta película, tan distinta de Tokyo Blues, el mismo par, Sexo y Muerte, cada uno por su lado, eso sí.

En cuanto a la basura, mi interés por el tema viene de una noticia que dice que en Heliópolis se está quemando basura porque no hay bastantes vertederos. Parece que es un tema que nada tiene que ver con lo anterior, pero si pensamos que los componentes orgánicos de la basura fermentan y se transforman de un modo muy semejante a como lo hacen nuestros restos orgánicos después de un sepelio como el que se ve al final de la película citada, la cosa cambia.

Pero no es la química orgánica lo que me interesa, en este caso. Hay dos cosas que me llaman la atención en este asunto de la quema de basuras. Al parecer el tratamiento de residuos, ese por el que nos han triplicado hace nada una tasa para su sostenimiento, cuesta ocho veces lo presupuestado.

Este es uno de esos misterios que tal vez la reciente visita del Papa hubiera debido ayudar a resolver, pues no en vano B-16 es teólogo. En todo caso, al parecer es este elevado coste el que aconseja la quema, aunque tenga un coste contaminante añadido.

La otra cuestión es lo atrasados que vamos en materia de reciclaje. Una versión del reciclaje es lo que he llamado algo así como la poética de la resurrección de las basuras, y guardo varias imágenes en mi memoria para describirla.

Una en particular, me conmovió. Ver a un hombre sentado en una calle céntrica de Helíópolis, con el rostro tostado por el sol y surcado por la huella de pasiones, bienaventuranzas y fracasos que habían terminado por dar con el en la dureza de la acera, exponiendo las delicadas miniaturas de bicicletas construidas de modo artesanal con alambres encontrados en los contenedores, fue la mas bella imagen del reciclaje, o sea de la capacidad humana para extraer belleza de la mierda, que contemplé en mucho tiempo.

A su vez, esa imagen me recordó una exposición de juguetes vista hace mucho tiempo
construidos por niños de la latinoamérica pobre --hay otra muy rica, que usa otros juguetes-- cuya característica era de un lado, los pobres materiales con que estaban construidos y, de otro, la riqueza imaginativa y cromática con la que estaban realizados.

Para hablar de la basura, hay que consultar primero con Roberto Saviano, el periodista italiano que se jugó la vida al denunciar los chanchullos de la mafia siciliana con esos contratos, pero cualquiera ha visto alguna vez los reportajes sobre los grandes vertederos de algunas ciudades lejanas, donde las gentes, no solo viven de la basura, sino que viven, literalmente, en la basura.

En este país no vivimos habitualmente en la basura, pero en los años del hambre muchos se hicieron riquísimos con la basura, con la chatarra, con el papel, con los trapos.

Los niños de aquella época, a nuestro nivel, también reciclábamos. Con cuatro tablas sacadas de la basura y un par de rodamientos,construíamos unas plataformas móviles, que ahora me doy cuenta que fueron las precursoras del monopatín, con las que nos lanzábamos a gran velocidad por las pendientes de las calles sin asfaltar. No se de ningún colega que se hiciera rico así, pero lo pasamos francamente bien.

De lo que se trata, ahora, es de que alguien nos explique que está pasando con nuestros vertederos, con nuestro reciclaje,con las quemas, con nuestras basuras, sin necesidad de recurrir a un teólogo. O sea, clarito.

En fin. Quemar la basura/ Ver películas.

Por cierto, no queremos políticos que niegan su voz al pueblo. Queremos un referéndum. Yo ya he firmado, ¿y tú?.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 30-08-11.

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