domingo, 13 de enero de 2013

LENGUAJES

La Consellera de Educación de la Comunidad Valenciana, después de dar gracias al cielo, en privado, porque no se le ha muerto ningún escolar, por las sucesivas deficiencias que han dado lugar a derrumbes varios en nuestros centros escolares públicos, ha declarado que va a mandar a los inspectores para que comprueben el estado de esas instalaciones de su competencia.

El último ejemplar de 'Levante' que queda en el quiosco, colgado en el expositor, precisa en un titular que hace un año la Consellería de Educación trasladó, por decisión política, a veinte 'inspectores de riesgo' que habían formulado una pila de informes sobre el estado de los colegios públicos, sin que en todo este tiempo conste que se haya hecho algo para disminuir los riesgos para la integridad física de nuestros escolares.

¿Cual es la moraleja de todo esto?. Seguramente, varias, pero yo me quedo con la que concierne al lenguaje que emplean nuestros políticos. Noten que la Consellera no ha aludido para nada a aquel episodio, dando así la impresión de que ella da una respuesta política coherente a un problema del que no sabía nada. Un ejemplo claro de para que se usa el lenguaje político, para ocultar los errores, para magnificar las decisiones que se toman, en una palabra, para tomar el pelo a los ciudadanos de este ente 'periférico' que es la comunidad valenciana.
(...)
Esta ausencia de petición de excusas por los errores cometidos en el discurso habitual de los políticos, no solo los de aquí, contrasta con la actitud de la monarquía, una institución que, en la persona del monarca, no hace tanto, pidió perdón a los españoles por sus correrías africanas, aunque lo hizo en escorzo al cruzar un pasillo, no en algún discurso institucional. 

Nuestra monarquía vive en dos mundos complementarios, habitados por los contrarios, ya que su legalidad nace de una decisión dictatorial que marca sus orígenes, luego refrendados en referéndum, y su legitimidad, una paradoja, se le atribuye por su defensa pública de la democracia contra un intento chapucero de volver a la dictadura, Tejero.

Esa dualidad, marca el estilo del lenguaje de la monarquía. En cualquier caso, no son el mismo lenguaje, el de la institución monárquica y el de los políticos. Uno sería mas diplomático, de mas alcance, aunque los diplomáticos de la casa real se equivocaron con la 'entrevista' de Hermida al rey. El otro, el lenguaje político, parece que solo mira al corto plazo.

Conocemos las peculiaridades de ambos lenguajes, porque un tercer lenguaje, el periodístico, se encarga de trasladarlos a los ciudadanos, después de pasarlos por los principios, o la falta de principios, de la ética del periodismo. 

La portada de 'El País', de hoy, sirve de ejemplo. En grandes titulares anuncia un sondeo de Metroscopia que certifica que el PP está en caída libre electoral (en la 13 cuantifica esa caída en solo un 29,8% en la intención de voto). Todo muy espectacular, y digo, yo, ¿Para que sirve esa encuesta si no hay elecciones a la vista?, pero, sobre todo, cual es la razón para que ese periódico publique esa no noticia, precisamente, ahora. No lo sé. Intuyo que pertenece al arcano del lenguaje periodístico, que estoy muy lejos de entender.

Desde mi punto de vista, que un 29,8% de los encuestados todavía piense votar al PP, después de que Rajoy haya metido la mano en la caja del Fondo de Reserva de las Pensiones, y se haya llevado 65.000 millones de Euros para evitar el rescate financiero del país, secuestrando de ese modo las pensiones futuras,
sin que la intención de voto se aproxime aún a cero, es la verdadera noticia, pero no tengo conocimiento de que 'El País' haya tratado este asunto que ha desvelado el Der Spiegel.

Luego, en la 25, un artículo de Josep Torrent, 'Del austericidio al cretinicidio' , está lleno de repeticiones que declaran lo obvio 'el poder que controla nuestras vidas ya es global, pero nuestros políticos piensan y actúan como si todavía fuera local'. Encantado con este hallazgo, Torrent lo repite cada veinte líneas, pero acaba su artículo  con un panegírico a Puig, dirigente del PSPV, un partido local y, si nos atenemos a la premisa,
absolutamente inoperante.

¿Será que el lenguaje periodístico, al menos el de ciertos periódicos, se puede comprender mas por lo que calla, que por lo que publica?. Si así fuera, tendría una cierta semejanza con el político. El secreto. No olvidemos  que, por la vía de la publicidad institucional, y las subvenciones al papel, los periódicos, unos mas que otros, dependen mucho del poder político. 


En la tertulia del viernes escuché un comentario que no comparto, 'El País' es el periódico mas corrupto de los que circulan aquí. No estoy de acuerdo, aunque puede que sea el mas arruinado y por tanto, mas dependiente de las ayudas que reparten los políticos.

Si esto fuera así, estaría incompleto el titular gordo de la primera que afirma que 'El 96% de los españoles cree que la corrupción política es muy alta', pues la corrupción no es exclusiva de los políticos, nace en los negocios, pringa la política y, también, mancha a los medios de comunicación.

Estas relaciones, mas o menos corruptas, son las que impregnan el lenguaje, los lenguajes, tanto el político, como el monárquico y el periodístico.

Hay otro lenguaje, muy raro en este caso, el que emplea la compañía de teatro que actúa estos días en el
Inestable (c/Aparisi Guijarro, en Valencia, lo digo para los aficionados al teatro contemporáneo) pues durante los 50 minutos que dura su espectáculo, no dicen una sola palabra. La escena final es de una violencia evidente, a mi me pareció que aludía a una violación, aunque, para mi sorpresa, una parte del público se reía, prueba de la dificultad de comprender los distintos lenguajes, sean políticos, monárquicos,
periodísticos, o artísticos.

Lo mejor de la representación del viernes fueron los vinos y frutos secos que nos dieron, mientras esperamos, cuarenta minutos, para entrar en la sala.

En fin. Lenguajes.

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 13-01-13.



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