domingo, 10 de marzo de 2013

MENSAJE EN UNA BOTELLA

En una página del blog, cuyo nombre he olvidado, hice referencia a un artículo de Ruiz Zafón publicado en el suplemento semanal de un periódico de gran tirada. Zafón, como otros escritores que publican en papel, mostraba en sus palabras una incomprensión, recurrente en algunos de su gremio, por quienes apartándose del modo tradicional de editar y distribuir la palabra escrita, confían sus ocurrencias al medio electrónico.


Decía Zafón en aquel artículo que escribir en Internet, era como confiar al mar un mensaje dentro de una botella, una metáfora de superior calidad a las que suele utilizar en sus libros de gran consumo. Pues bien, hoy tengo la evidencia de que Zafón tenía razón.
(...)
Lo cierto es que una de mis páginas, después de ocho meses de incierta navegación por los mares procelosos de la comunicación planetaria (siempre me sorprende que a veces me lean desde lejanos continentes) ha llegado a una playa andaluza, donde alguien la ha recogido, ha quitado el tapón de la botella, ha extraído la nota que contenía, la ha leído, y ha contestado.

El lector ha resultado ser, nada menos, que un familiar directo de la persona a quien dediqué esa página homenaje, gracias Juan Carlos, y con ese gesto, que agradezco, confirma que esta labor solitaria realizada de modo cotidiano desde el teclado, no es tan personal y alejada del mundo como parece, sino que, en ocasiones, las palabras que flotan, aisladas, en el magma de la comunicación cibernauta, encuentran un destino, se comportan como si formaran parte de un todo intercomunicado, aunque azaroso. 

Ahora que algunos científicos investigan la comunicación entre la actividad cerebral de ratones separados por una distancia que se mide en miles de kilómetros, se puede aventurar que el pensamiento de quienes escriben, y su expresión, no es algo exclusivamente solitario, individual, sino que, tal vez, forma parte de un magma colectivo, inconsciente, lo que podría explicar porqué, en ocasiones, personas distintas y distantes utilizan expresiones parecidas, para expresar ideas semejantes, sin conocerse, sin haberse leído unos a otros, aunque, tal vez, eso solo sea un signo de que el pensamiento de los hombres tiene un componente universal, los unen las mismas preocupaciones y ansiedades, aunque no sepamos entender si eso implica, o no, alguna forma de intercomunicación de las ideas. 

A pesar de que tal vez existe una cierta universalidad en el pensamiento y sus modos de expresión, no es menos cierto que, entre los que viven en el mundo del papel, en mas de una ocasión he percibido una cierta hostilidad gremial hacia los nuevos soportes del lenguaje, alejados de intereses editoriales, de los premios y castigos que se miden por el número de ejemplares vendidos.

La queja mas generalizada es la disposición, el uso, de textos sujetos a derechos de autor, que causan un perjuicio económico a sus autores. Nunca he recurrido a textos pirateados, cuando quiero leer un libro editado en papel, voy a la biblioteca, pero no me parece tan trágico que un producto que ya ha obtenido su retribución por su distribución en librerías o bibliotecas, sea reciclado en la Red, ampliando así el número de sus lectores, no acabo de ver en que consiste el perjuicio al que tantos aluden, mas bien, me parece una reacción típica de resistencia a las nuevas tecnologías, como cuando se inventó el ferrocarril y muchos pensaban que viajar en el causaría estragos en la salud de los pasajeros.

Sea cual sea la posición que uno adopte respecto a los diferentes soportes, y a la organización de la distribución comercial de los productos escritos,sea en papel,o por medio de redes de comunicación por procedimientos electrónicos, ahora percibo la evidencia de que escribir en el blog es, en ocasiones, tal como dijo Zafón, lanzar un mensaje al mar dentro de una botella.

Le agradezco a Juan Carlos, el comunicante que ha respondido a mi mensaje dejando un comentario en la página del seis de julio de 2.012, que haya confirmado, con su actitud, que este no es solo un medio al que uno accede desde un teclado solitario, sino que, en ocasiones, el producto de esa actividad aislada llega a un lugar remoto, un desconocido lo recoge, lo lee, y después de esa lectura comprueba que entre quien envía el mensaje y quien lo recoge, existe un vínculo común que, sin esa curiosidad, no habría aparecido. 

En fin. Mensaje en una botella.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 10/03/13.

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