Si en España fuéramos dueños de nuestra política monetaria, si tuviéramos una moneda propia, hace tiempo que se habría producido una devaluación. Como nuestra moneda es compartida por todos los países miembros de la Unión Monetaria, y solo unos cuantos países pasan por una crisis económica severa, los mismos que disfrutaron en mayor medida del encantamiento especulativo, no es posible una política monetaria a la medida de cada uno, puesto que sus situaciones son distintas, pero su moneda es la misma.
La devaluación monetaria es un curioso mecanismo por el que los ciudadanos de a pie se enteran un día por la prensa
de que su dinero, presente y futuro, ha sufrido un hachazo de, digamos, el 30%, mientras que los poseedores de grandes sumas de dinero, mejor informados, habrán tenido tiempo de cambiar su moneda por otras divisas, evadir capitales o dirigir sus inversiones hacia otros destinos, eludiendo así el coste en sus fortunas personales de esa devaluación.
Como en España no se ha podido devaluar la moneda, hace tiempo que se toman decisiones políticas para devaluar los salarios y el empleo, con un resultado semejante para que los grandes empresarios, los conglomerados exportadores, o los oligopolios energéticos, reduzcan, en unos casos, sus costes, haciéndose mas competitivos y exportando mas, o eleven sus tarifas, en el caso de los oligopolios, produciendo en las rentas de los usuarios un efecto semejante al de la devaluación.
(...)
En España, en casi todas las crisis anteriores, antes de que formara parte de la Unión Europea, el hachazo de la devaluación monetaria ha estado presente entre los remedios traumáticos que se han aplicado a la economía y, sobre todo, a sus usuarios. ¿Es un progreso que en esta crisis, la mayor en los últimos cincuenta años, no se haya recurrido a la devaluación monetaria? No sé.
Si alguna virtud tenía ese procedimiento de empobrecimiento súbito de la población, debió ser su contribución a hacer mas cortos los ciclos de las crisis. En el fondo era un procedimiento quirúrgico radical, como cuando de pequeños nos extirpaban las amígdalas, pero las hemerotecas dan cuenta de que todas las crisis anteriores fueron mas cortas, en parte por ese tratamiento bárbaro, que la actual, a la que no se le ve el final.
Si acumulamos todas las medidas que el desgobierno de Rajoy ha ido sumando en el tiempo de su ejercicio, veremos que la mayoría ha supuesto una cierta catástrofe monetaria, para los parados, inscritos o no en los registros, para sus familias, para las personas mas vulnerables y dependientes de la sociedad, para los pensionistas, para los inmigrantes, de tal modo que ese efecto acumulado es incluso mas dramático que una devaluación monetaria, con el inconveniente de que, al estirarase en el tiempo, sus posibles efectos positivos para la economía empresarial se dilatan en el tiempo, sin que sean demasiado visibles.
Otro inconveniente del desgobierno de Rajoy es que, así como la devaluación distribuye sus efectos entre toda la población, en un reparto uniforme, salvados los listos que se escapan de ella, su política de devaluación de salarios y empleos, hace recaer exclusivamente sobre los segmentos mas vulnerables de la población los costes de la crisis, creando bolsas de pobreza que amenazan con la desaparición de buena parte de las clases medias.
No estoy a favor de excluirnos de la Unión Europea, no se trata de eso, pero habiendo tantos sabios como hay allí entre sus asesores, deberían ser capaces de inventar algo, no sé, ¿Un Euro bis? que permitiera una política monetaria
especifica a la medida de los países del Sur.
Un instrumento capaz de acortar la agonía de las medidas de cuentagotas
que solo hacen que prolongar, indefinidamente, la situación de crisis, sin que seamos capaces de vislumbrar, por ahora, un cambio en el ciclo económico que suponga una mejora de la situación.
En fin. La Devaluación.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 15-10-13.
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