domingo, 12 de enero de 2014

LA NO VIOLENCIA

La otra tarde vi de nuevo en un canal del cable, Gandhi, la historia del apóstol de la no violencia, posiblemente la mejor interpretación de Ben Kingsley, quien, aunque nació en Inglaterra, llevó al principio un nombre propio de la cultura hindú, si hemos de creer a Wikipedia.

Me pareció una historia enormemente violenta, por la violencia ejercida por las fuerzas coloniales británicas sobre el pueblo sometido, por la mas brutal violencia que surge con la independencia de la India entre musulmanes e hindúes, por el éxodo casi bíblico que causa la partición del territorio, y por el final perfecto que cierra el círculo de la no violencia practicada por Gandhi, su muerte violenta por el disparo de un fanático, ya no recuerdo si hindú, o musulman.

Un final mucho mas dramático que la muerte de Mandela en la cama y la intervención de un pirado en su funeral, escenificando con raros gestos un falso mensaje en lenguaje de signos, que dio un toque bufo a una biografia de lucha por las libertades de su pueblo,que se le va a hacer.
(...)
La no violencia, lo sabemos por el ejemplo de Gandhi, o de Mandela, cada uno con su estilo,  es un modo de oponerse a la violencia del poder, y al final acaba en pacto, no se sabe otra manera de concluir esas cosas.

Esa violencia es ahora tan extrema, que tal vez deberíamos ir pensando en acudir a las manifestaciones y los actos de protesta vestidos solo con unos calzones manufacturados con nuestra propia rueca, ya que el número de tarjetas de crédito canceladas en los últimos años impide a una minoria cada vez mas grande acudir a las rebajas del Corte. 

No hay ni pizca de exageración en este comentario si atendemos a un titular de la primera de 'Levante' de hoy. La Generalitat recorta mil millones (los que no le ha dado Montoro)en el Estado de Bienestar (?), para pagar deuda. 

En el relato implícito en este titular, Montoro hace el papel de virrey imperial, y el pueblo de la comunidad valenciana, se resigna al de masas sometidas, y tal vez divididas por sus preferencias políticas, unos unionistas, fieles a la metrópoli madrileña, y otros no, tal como en aquella India sometida unos preferian el islamismo al hinduísmo. 

Luego está el papel de los acreedores de esa deuda cuyos vencimientos justifican la mas brutal de las violencias, la presupuestaria. No conocemos sus caras, pero podrían ser las mismas que eran desconocidas para los hindúes de a pie, en la lejana isla británica, que tomaban decisiones que caían sobre las cabezas de los súbditos coloniales, sin que estos los conocieran siquiera. 

La máscara del mercado protege a estos acreedores desconocidos, que no suelen salir en los telediarios, incluso podríamos ser nosotros mismos, en la medida en que millones de pequeños depósitos bancarios, sumados, generan el poder financiero de unas instituciones que prestan a quien quieren, con preferencia a los estados endeudados, para que se endeuden mas, a un tipo de interés muy superior al que pagan por los depósitos obtenidos. ¿No es esto violencia?.

Si apareciera un nuevo Gandhi en nuestro tiempo, su activismo no violento debería dirigirse, claramente, al poder financiero, y en lugar de proponer la rueca, debería postular la retirada de nuestros depósitos de esa banca violenta, la creación de una institución financiera sin ánimo de lucro, y la orientación del crédito bancario hacia las empresas de la economía productiva. 

Algún intento ha habido ya de extraer esos depósitos, y no me refiero a los atracos a mano armada, pero no ha culminado con éxito, pues fue una acción puntual no sostenida en el tiempo. Solo una acción así, sostenida en el tiempo, podría llevar, no a la destrucción del sistema financiero, no se trata de eso, sino al pacto.

Imagino al nuevo Gandhi negociando con la patronal bancaria para que rebaje el tipo de interés que cobra a los Estados y asumiendo un compromiso para que el crédito fluya a las empresas, las únicas que crean empleo, ya que los políticos lo prometen en sus programas, pero solo ofrecen empleo a sus asesores y amiguetes, nada comparado con las necesidades de un país sometido a poderes ajenos, como lo estuvo la India mientras dependió de las decisiones de la metrópoli británica. 

Miro a mi alrededor, en periódicos y emisoras de televisión, en diarios digitales y en la prensa extranjera, y no veo a nadie cualificado para asumir ese papel liberador, por medios no violentos, del imperialismo de nuestro tiempo. 

Tal vez aún haya que asumir mas sufrimiento, mas explotación, para que aparezca alguien capaz de dar ese impulso liberador, no violento, al final pactado, que nos libre de los nuevos imperialistas. 

En fin. La no violencia.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 12-01-14.

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