jueves, 2 de enero de 2014

LOS MERCADOS

Empezamos el año, el día de ayer lo doy por inexistente, puesto que no hubo prensa, hablando, otra vez, de los mercados. Los mercados se fian de nosotros, de nuevo. Al parecer, de Guindos, ese señor con rostro de ogro de cuentos infantiles trata de infundir alegría entre las gentes de Fantasilandia. Los mercados se fían de nosotros. El problema, señor de Guindos, es que nosotros no nos fiamos de los mercados. De algunos mercados, para precisar más, de otros sí.

Hay algunos mercados que inspiran confianza, incluso alegría, a los compradores. El último día del 2013 que pasará a los anales de nuestra vida económica y social como el mas nefasto de nuestra historia reciente estuve en el mercado Central y me pareció reconocer lo que en la terminología de Adam Smith, que no fue socialista, por cierto, es un verdadero mercado.

Muchos compradores, muchos vendedores, los precios de los productos directamente relacionados con las calidades ofrecidas y la formación de esos precios consecuencia de la competencia, resultado de la oferta y la demanda. El comprador, a pesar de todo, era libre de equivocarse en sus decisiones, pero todo estaba a la vista, los hermosos tomates de diversos orígenes, las frutas tropicales, con un nivel de transparencia que bien lo quisieramos para otras instituciones económicas o políticas.
(...)
Entramos a los puestos de pescado, nos hicimos con medio quilo de almejas y luego, en una charcutería, compramos unas porciones de ave rellena que tenían el tamaño adecuado para una cena en pareja, sin aglomeraciones familiares. En el viejo libro de cocina que guardamos en el estante encontramos tres recetas para cocinar, poco, las almejas. En el libro que autoedité, Las Recetas de Encarna, en homenaje a mi mujer, no hay nada de eso.

Se sofríe una cebolla pequeña, se añade media cucharada de harina, se rehogan las almejas hasta que se abran, unas gotas de limón y un poco de perejil picado y, voilá, ya está el primer plato. En cuanto al segundo, lo pones en el micro ondas con la salsa, y queda útil.

Luego pones un CD con música de La Lupe, Carlos Cano, Sabina, Serrat, Ana Belén, Miguel Rios, Antonio Vega, o la que te acomode, apagas la tele para no mortificarte con sus bodrios, abres una botella de cava y te tomas las uvas cuando te de la gana. 

Ya está, has hecho uso del libre mercado para la cena de la noche horrible, sin someterte a oligopolio alguno. Hacer uso de esa libertad no te libra, al día siguiente, de seguir escuchando los tópicos sobre los mercados.

Es verdad que hay ocho o nueve grupos alimentarios que se reparten los mercados europeos, cuyos productos también están presentes en nuestros mercados tradicionales. Pero la mayor aglomeración de compradores que vi en el Central estaba ante los mostradores de las charcuterías, y los quesos que se ofrecían, no estando ausentes los de origen francés o italiano, eran quesos autóctonos de nuestras diferentes regiones productoras. Abundaba el jamón ibérico que, como su nombre indica, es de producción nacional así que, por un día, en lugar de andar por los supermercados comprando productos de elaboración ajena, las gentes se han volcado hacia las delicatessen que ofrecen nuestros propios mercados alimentarios. 

Una elección que no podemos hacer cuando se trata de otros productos o servicios. Tanto en telefonía como en energía el libre mercado es una entelequia, la oferta está en manos de unos cuantos señores que hacen lo que les da la gana incluido el Estado que participa de ese oligopolio, un acuerdo entre unos pocos, que tiene como resultado que los precios de los servicios telefónicos y de la energía sean aquí de los mas elevados de Europa, mientras nuestras rentas van camino de ser de las mas pequeñas.

Esa es una de las razones por las que no felicito a nadie por teléfono la noche horrible. Pero no puedo prescindir de encender la luz, la noche sería demasiado oscura. 

Ahora viene de Guindos y nos cuenta el chiste de que todo va a ir mejor, porque los mercados se fian mas de nosotros. Supongo que se refiere a los mercados financieros, el es un especialista financiero, y claro que deben estar satisfechos y tranquilos, tirándose a la pera un interés usurario por los préstamos a los Estados de los países del Sur, mientras en estas latitudes, por falta de fluidez del crédito bancario a las empresas todo sigue como en el año viejo. Jodidamente mal.

No me hable de los mercados, señor de Guindos. Desde los tiempos de Adam Smith el sentido de esa palabra ha cambiado tanto, y el mundo al que se aplica, también, que su discurso parece dirigido a los niños de Fantasilandia y pronunciado por usted, les asusta.

En fin. Los Mercados.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 2-01-14.

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