lunes, 21 de enero de 2019

EL MAR DE LA TRANQUILIDAD

"Son las cinco de la tarde. Mi mujer está en un sillón del comedor, somnolienta, con la tele puesta sin hacerle caso, porque está atacada por un resfriado y, como tiene un seno nasal obstruído, sus molestias son mayores de las que sufren las personas que tienen dos senos, sanos.

Para no molestarla he venido al cuarto del ordenador, que está al oeste, mientras que el salón de lectura, televisión y comedor queda lejos, al este. Al abrir el blog, he observado que hace cuatro días que no añado ninguna chorrada a las ya publicadas, y me he llevado una grata sorpresa.

Hasta el día 18, mi actividad grafómana producía casi una entrada diaria.Casi todas publicadas a una hora muy temprana Me sorprende este cambio de ritmo en mi productividad más o menos literaria. Pensando en ello, deduzco que se debe al cambio en la ingestión de una pastillita terrorífica más al día, ordenada por la doctora Palop que cuida de mi salud.

En la última visita, que debo repetir quince días después, para conocer los resultados de las analíticas practicadas, la doctora estimó, por lo que le conté, mi hiperactividad, a veces los episodios hiperfaltones, pero sobre todo mi hipergrafomanía, que debía hacer un cambio en las prescipciones farmacológicas que yo venía cumpliendo, para alcanzar una etapa nueva, en la que abandone todos esos excesos y entre en una especie de Nirvana, en el mar de la tranquilidad, porque mis excesos de actividad solo me pueden conducir a una crisis de salud.

Bueno, pues la cosa ha funcionado, solo con 25 miligramos más por la mañana de esa pastillita mágica, duermo ocho horas sin interrupción, y cuando me despierto, sigo con mis rutas bareras, si, pero no me lanzo ya como un poseso al ordenador para escribir tonterías.

No se describir la sensación tan placentera que me invade desde que he abandonado la autoobligación impuesta de escribir casi 3000 palabras cada día. Sigo visitando La Barraca Castillo, Ka Lola, el Maravas, La Fuente no, se han ido de vacaciones y estara cerrado un mes, pero ya no siento la necesidad de contar nada de esas visitas.

La hora y media que dedicaba al blog, la dedico ahora a pasear por el barrio, comprar caramelos, horchata y cerveza sin alcohol en Mercadona, Omeprazol en la farmacia para mi mujer, o rollitos en la pastelería de La Plata, compro tabaco en el estanco,  devuelvo películas en la biblioteca --la que traje de Chaplin estaba deteriorada, no la hemos podido ver- Ahora tengo dos pendientes de visionar, 'Buscando a Eva', 'La Semilla del diablo',  esas cosas.

La expresión que he empleado, el mar de la tranquilidad, --ahora no me acuerdo de su origen en mi memoria, pero sí de su significado-- es un elogio de la vida calma, tranquila, de la ausencia de prisas, ansiedades, manías y otras excentricidades que, hace varios meses, se habían introducido en mi vida diaria, por el maldito síndrome de mi ánimo mutante.

Gracias a la doctora Palop, que cuida de mi salud, pero también a la conciencia de los errores que suelo cometer cuando cedo a la tentación de la hiperactividad otras veces, por fin comienzo a vislumbrar una etapa tranquila, cuya evidencia son los cuatro días que llevo sin escribir nada.

Lo de esta tarde, tiene su razón más bien en mi deseo de no molestar a mi mujer mientras descansa y convalece de su resfriado, pero hasta aquí llego, porque oigo que ya se ha levantado del sillón y está en la cocina, así que voy a ayudar en la preparación de la merienda."

Chao pibes, hasta no sé cuando, es probable que solo publique una entrada cada dos días, o no, no sé.

En fin. El Mar de la tranquilidad.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 21 01 19.

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