En los años ochenta volaba todas las semanas a Madrid por razones de trabajo y siempre buscaba tiempo para dejar morir un par de horas callejeando por esa ciudad que tanto me gusta. Mi trabajo consistía en la auditoria interna de una empresa ya desaparecida, entonces participada a medias por una compañía estatal soviética y un grupo de vinateros españoles, dedicada a la distribución de tractores para uso agrícola fabricados en la extinta U.R.S.S.
Aquella experiencia me puso en contacto, no solo con la ciudad agradable y turística que es la capital del país, con su arquitectura neoclásica, sus maravillosos museos y sus vestigios históricos, sino que me permitió entrever las actividades de espionaje y corrupción que ya entonces eran habituales, y observar la abundancia de personas que se dedican allí al cabildeo –palabra que he descubierto hoy en Levante, en sustitución de la derivada del inglés lobista, y que me encanta-- haciendo favores y chanchullos a personas y empresas que, por residir lejos de la capital, recurren a esas personas para acercarse a los centros de poder.
En cuanto a la corrupción, los enterados llamaban a la Plaza de Castilla, donde estan los juzgados, la plaza de la astilla, refiriendose al reparto de los sobornos para agilizar o detener, según conviniera a sus intereses, los procedimientos judiciales en los que estaban implicados, bien como demandantes, como demandados, o como titulares de algún procedimiento de suspensión de pagos, ahora llamado concurso de acreedores.
Del espionaje solo puedo contar –aún no había concluído la guerra fría-- que en la empresa domiciliada en la calle de Cea Bermúdez que yo frecuentaba por entonces, era un secreto a voces que los técnicos soviéticos que viajaban por todo el país para ocuparse del mantenimiento de los tractores, lo fotografiaban todo, sobre todo cuando pasaban cerca de bases militares. Como el Cesid también lo sabía, de vez en cuando sus espías se dejaban caer por la empresa para ver como iba todo.
Quiere esto decir que los cabildeos, la corrupción y el espionaje han tenido una cierta presencia en la capital del Estado, desde hace décadas, aunque sus actos y procedimientos no siempre llegaran, como estos días, al conocimiento público
Después he vuelto a Madrid en viajes mas lúdicos, he disfrutado de nuevo de su arquitectura neoclásica, de sus museos, del momento mágico de la noche en que la gente sale, en cantidades multitudinarias, de sus teatros, de los excelentes mojitos y la música de jazz en los garitos de la calle Huertas, de los paseos por Chueca y de sus excelentes restaurantes, y ningún hacedor de cabildeos, espía, corrupto o corruptor de los que salen ahora en los periódicos, hará mella en mi aprecio por esa ciudad acogedora y cosmopolita, de la que solo lamento no disfrutarla mas, por mi condición de habitante periférico.
Es un hecho, sin embargo, que los lugares que acogen centros de poder político, social, artístico o deportivo, atraen a una colección de individuos indeseables que buscan en su aproximación a los poderosos su interés particular, sin reparar en medios para satisfacerlo.
La corrupción en el Real Madrid. Anoche mientras veía la tele desde la cama, un hábito poco frecuente, se ofrecía el show de La Noria, un conocido programa de Tele 5, alrededor de las irregularidades habidas en el Real Madrid.
Mientras algunos intervinientes atacaban o defendían a las personas implicadas, otros pedían que se tuviera en cuenta el carácter de institución de ese club de fútbol, que está, dijeron, por encima de las personas que lo gobiernan o malgobiernan.
Vamos a ver, desde mi punto de vista de no aficionado al fútbol, no puedo entender que se califique de institución a un club deportivo. Para empezar, ese club, no es Real, puesto que no lo patrocina directamente la monarquía, y, ahora mismo, no parece muy madrileño, puesto que su vice, o lo que sea, ahora, es un negociante valenciano, que conoce mejor los puertos que los campos de fútbol.
Me dan risa todos esos intentos de institucionalizar una actividad deportiva, y lo que tengo claro es que la importancia que se da a esas empresas mercantilistas dedicadas al futbol se deriva directamente del interés de los cabildeos que se dan a su alrededor, de las operaciones inmobiliarias de altos vuelos, de las cifras económicas que manejan, de su condición de plataforma que permite acercarse a otros centros de poder, y del interés de los corruptos, corruptores, espías y cabildeadores en formar parte de esos círculos privilegiados.
Luego están los aficionados, pero esos no interesan a quienes se mueven en los órganos que controlan el club. Están solo para aplaudir o abuchear en el campo, exactamente igual que lo hacía el público que acudía a los circos romanos. Institución? Que coño de institución?
Espionaje político. Ahora que los jueces madrileños están ocupados organizando su posible huelga, casi al mismo tiempo que el diario Marca saca a la luz pública el escándalo de las manipulaciones de la junta directiva de Calderón en el Real Madrid, nos enteramos de que un equipo de fontaneros como el del Watergate opera en el ámbito de la política madrileña.
Según Granados, el consejero de interior, y claramente, presunto responsable de lo que haya hecho, o no, su equipo de fontaneros, afirma que ese dispositivo de seguridad del gobierno madrileño, existe desde la época de Leguina y Gallardón. Vale. Otra cosa es para que lo usa el. Si la cara es el espejo del alma, y yo creo que si, Granados lleva impreso en su fisonomía que es un tipo de cuidado, a quien uno no le compraría un coche usado por nada del mundo.
Seguimientos a políticos de su cuerda. Seguimientos a políticos de la cuerda contraria. Demasiados seguimientos y no parece que sean, precisamente, contravigilancia. Lo que se ha dicho y escrito en estos días sobre el Real Madrid y el espionaje en la política madrileña, podría tener ocupados a los jueces eventualmente encargados de investigar ambas tramas una larga temporada, pero, casualmente, ambas informaciones salen a la luz pública cuando ellos están ocupados con su propio tema, huelga si, huelga, no.
No renuncio a establecer el paralelismo entre las acciones del ejército israelí en Gaza aprovechando el momento de interinidad en la presidencia USA, con la coincidencia de las denuncias de corrupción en el club de fútbol de la capital y el espionaje político en Madrid , que salen a la luz pública justo cuando la crítica situación corporativa de los jueces les tiene ocupados en sus propios conflictos.
Ya se que es una asociación fácil, pero me gustaría que fuera rebatida con una rápida y eficaz actuación de la justicia, que aclare si lo oído son infundios sin base para una acción penal, o por el contrario hay que entrar a saco para determinar las responsabilidades de gestores deportivos y políticos autonómicos, cuyas supuestas actuaciones irregulares dan la sensación de que esa ciudad
tan acogedora y cosmopolita es, además, una cueva de corruptos, corruptores, espías y cabildeadores que ejercen sus dudosas actividades, con la mayor impunidad.
En fin. Corrupción en Madrid.
LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 22-01-09.
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