miércoles, 28 de enero de 2009

EL EMPLEO

Si hay algo que quita el sueño a buena parte de los españoles, y si hemos de creer lo que dijo en el programa que ayer recibió la atención de seis millones de espectadores, también es la primera preocupación del presidente del gobierno, es el desempleo.

El nivel de personas empleadas está decreciendo en este país a tal velocidad que ya hay quienes advierten que la cifra de cuatro millones de desempleados se alcanzará antes de fin de año.En esta situación, no es de extrañar que una parte significativa de quienes hicieron preguntas ayer al presidente fueran desempleados, trabajadores autónomos que han perdido su autonomía y pequeños empresarios arruinados.

Tengo un amigo que, mucho antes de la crisis actual, tuvo el coraje de asumir el riesgo de ser empresario, después de una larga experiencia como director comercial de una firma de Heliópolis.
Asumió riesgos, y le salió mal. Perdió todo su patrimonio personal y familiar, su empresa y el nivel de vida que hasta entonces tenía, relativamente holgado, sin estrecheces.

Coincidió la crisis de su negocio con una enfermedad oncológica que superó. El mismo coraje que le había llevado a asumir riesgos empresariales, cuyas consecuencias económicas todavía colean, le llevó a los estudios de abogacía en la Uned y a trabajar en los últimos años de su vida activa como abogado de una compañía de seguros.

Veo a mi amigo con frecuencia, y solo le he oído quejarse de que tanta gente en este país se niegue a asumir riesgos, poniendo la seguridad por delante de las posibilidades que ofrece un mayor grado de libertad, como si todavía fuéramos el país de funcionarios, curas y militares que fuimos en el siglo diecinueve.

Ahora que el empleo, y su otra cara, el desempleo, son el centro de la atención de los españoles, parece oportuno un análisis de sus significados. Un empleo es una ocupación, un oficio, pero esa dedicación se puede ejercer mediante fórmulas muy diversas. La mas numerosa, la que preocupa ahora a buena parte de la sociedad española, es el trabajo por cuenta ajena.

Este país tuvo una etapa histórica en la que una especie de pacto tácito apostó por vincular la permanencia en el trabajo por cuenta ajena a la permanencia del régimen político. Los magistrados de Trabajo fallaban en los conflictos en favor de la parte mas debil, el trabajador, y los contratos eran indefinidos, como lo pretendía ser el régimen político que garantizaba esa cobertura.

Despedir a un trabajador por cuenta ajena era posible, pero los costes de despedirlo eran tan elevados para las empresas, que todavía hoy algunas organizaciones patronales pugnan por que se abarate todavía mas el despido, cuando es un hecho que la velocidad en el crecimiento del desempleo en estos momentos confirma, por si alguien aún no se ha enterado, que el concepto de contrato indefinido, vinculado a la relación laboral, ha cambiado su naturaleza, su contenido y sus consecuencias para el trabajador.

En un contexto global en el que la seguridad está reservada a los fuertes y el riesgo se traslada a los débiles, lo que mucha gente sigue invocando hoy, la expectativa de disfrutar de un empleo “fijo”.no es previsible que reciba respuesta Es cierto que, algún.segmento de la población laboral, como los funcionarios, aún disfruta ese privilegio, pero la inmensa mayoría de los trabajadores por cuenta ajena perdió hace tiempo el privilegio de la permanencia, y está sujeta al principio de precariedad.

El cambio de las relaciones laborales en este país se aceleró sobre todo cuando los gobiernos de González, frente a las cifras insoportables de desempleo de entonces, desmantelaron los sistemas de garantías que privilegiaban la condición de trabajador, con el fin de allanar los obstáculos para que las empresas contrataran el mayor número de trabajadores posibles, en el menor tiempo.

Esa política tuvo éxito, ya que se redujeron las cifras de desempleo, pero alteró para siempre las garantías y las bases jurídicas que cubrian con el manto del estado protector, a cambio de imponer bajos salarios, las relaciones laborales. En adelante todos íbamos a ser mayores de edad, y en consecuencia, ese derecho protector quedaba fuera de lugar.

Ahora estamos en una situación semejante a la primera legislatura de González, en cuanto a los índices de desempleo. Cuatro millones de parados, a los que al parecer llegaremos antes de lo que estiman los asesores de Zapatero, es una cifra insoportable, tanto políticamente, como desde el punto de vista del drama personal de cada uno.

Para enfrentar esa realidad, Zapatero ha puesto en marcha la máquina de hacer billetes y ha destinado ocho mil millones de euros para financier mas de treinta mil proyectos locales. Se dice que esa medida generará entre doscientos y trescientos mil empleos. Conviene matizar que esos empleos no durarán más que el periodo de ejecución de esas obras, pero pueden generar mas empleo indirecto y reanimar, temporalmente, la demanda de bienes y servicios.

No me parece que una medida de ese carácter, aun considerando su temporalidad, sea rechazable, puede ser criticada, pero no rechazada, la prueba es que todos los ayuntamientos, incluso los gobernados por la oposición se han puesto diligentemente en la cola para recibir esos estímulos.

Así, el Estado, por intermedio del gobierno, asume unas funciones que, normalmente, no le son propias. Crear empleo directamente. Dado el corto horizonte temporal de esas medidas, es dudoso que por si mismas, sean capaces de devolver el mercado de trabajo a una situación mas equilibrada.
Puesto que las relaciones de trabajo han estado, están y seguirán estando marcadas por la precariedad, el viejo dilema empleo fijo-seguridad/ autoempleo- riesgo, ha dejado de tener vigencia.

En nuestra época, el riesgo se ha derivado a los segmentos mas débiles de la sociedad. Ya implica mas riesgo trabajar por cuenta ajena que hacerlo mediante el autoempleo, o la actividad empresarial.
La antigua seguridad que ofrecía el trabajo por cuenta ajena ha de buscarse en otra parte.

El esfuerzo personal de cada uno para elevar sus niveles de formación es una alternativa que puede contribuir a recuperar un determinado nivel de seguridad. Para ejercer el autoempleo, para cambiar de trabajo sin envilecer las propias condiciones de vida, el elemento esencial es la formación, ya no lo es la dependencia del patrón, que dejó de ser, hace decenios, el empresario paternalista que apostaba por la continuidad de su plantilla.

Si los empleos ya no van a ser duraderos, la consolidación del propio oficio o profesión, la formación permanente, la puesta al día contínua, en cualquier oficio o profesión, insisto, en cualquiera, es el elemento que puede dar continuídad a nuestras aspiraciones de mantener un nivel de vida razonable con nuestro trabajo, sea por cuenta ajena, sea por medio del autoempleo, o con la opción de riesgo mercantil que implica asumir la condición de empresario.

El desempleo es, en estos momentos, una amenaza para mucha gente, y una disminución real de sus ingresos para mas de tres millones de personas y sus familias, pero es también una oportunidad, un paréntesis en su vida activa que les permite invertir su tiempo en su propio capital humano. Estoy seguro de que el esfuerzo en su formación que harán muchos de esos trabajadores hoy en situación de desempleo, les abrirá un horizonte en el que se sentirán mas libres para determinar su propio futuro.

Para que eso sea posible, las redes de protección social, la prestación por desempleo, los subsidios y las oportunidades de formación de los trabajadores deben estar garantizadas, ser mantenidas y reforzadas en proporción a la dureza y duración de la crisis. Ese es el verdadero desafío al que el gobierno socialista deberá hacer frente en el futuro próximo, en un entorno en que los ingresos del Estado se van a ver fuertemente reducidos por la contracción de la actividad económica.

En una situación en la que todos los sectores de la sociedad están demandando ayudas directas, los empresarios, los banqueros, los ciudadanos mas directamente afectados por la crisis, hará falta una gran energía para resistir las presiones de los sectores mas influyentes y atender en lo posible sus demandas, sin desatender las de quienes mas lo necesitan. No quisiera estar en la piel del presidente. Gobernar en esas circunstancias parece mucho mas difícil que acudir a un programa de televisión.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 28-01-09.

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