He bajado al Maravillas motivado para sostener una discusión teológica antes del desayuno –será porque el poniente arrecia-- con el predicador evangelista, pero no estaba. Mira por donde, el diario “Levante” ofrece hoy – por lo de la equidistancia-- la mitad de su página de opinión a un tal Baviera, quien dirige un colegio mayor del Opus en Heliópolis, y en sus ratos libres se dedica a sus aficiones favoritas, la teología creacionista, y el insulto a los que el llama librepensadores.
Después de leer el artículo, que el tipo titula, muy sugerente, ¿Y si fueran tontos? , me he dicho, ya que no está el evangelista, este del Opus se va a enterar, porque me pilla de mala hostia y con el viento en contra.
Vean como describe el tal Baviera, en su infinita sabiduría creacionista, la fotosíntesis, ese proceso mediante el cual el efecto de la luz en los vegetales induce reacciones químicas que determinan sus colores.
“Cuando se habla de Dios nos referimos a alguien que tiene que ver con el orígen de este mundo. No es difícil darse cuenta de que las cosas podrían haber sido de otro modo. Por ejemplo, las hojas de los árboles podrían haber sido rojas y en cambio se muestran con un color determinado que es el verde (se ve que sale poco al campo en otoño) (...) percibimos que ha habido un designio (...) que comporta un acto voluntario de alguien (...) a ese alguien trascendente se le llama Dios”
Convendría saber, puesto que se trata de un colegio, como explican allí la fotosíntesis. Aunque es fácil suponerlo, la fotosíntesis será, claro, un designio de Dios.
Antes de seguir, aclararé mi posición sobre la cuestión. A algunos de los que pensamos libremente nos parece que Dios es una idea, y entendemos que dada la fragilidad de la condición de las personas, una parte de ellas se consuele de esa fragilidad a través de ella. No nos merecen ningún respeto, en cambio, quienes, amparándose en esa idea, invaden la libertad de los demás y buscan ganar prosélitos en beneficio de causas mas ligadas a sus egoísmos personales, materiales y de grupo, que a la espiritualidad que sería exigible a sus apostolados.
En cuanto al creacionismo, tiene una grave debilidad. A la humanidad le ha llevado millones de años de proceso civilizador alcanzar a comprender la fotosíntesis. Ha sido un esfuerzo considerable. El creacionismo, al partir de un dogma revelado que da por hecho un orden divino inicial, no favorece el pensamiento humano, libre y curioso.
Algunos pensamos que venimos del caos, no del orden, y confiamos en la libre capacidad de los hombres para desenvolverse razonablemente a partir de ese caos, y reducirlo hasta conseguir, algún día, que nuestra existencia grupal tenga una dimensión auténticamente humana, aunque el origen de los conflictos históricos está, precisamente, en esa dialéctica entre el intento de luchar contra el caos para ordenarlo y el de sacralizar el orden aparente, en realidad caótico, que tanta sangre ha derramado a lo largo de los siglos. En ese conflicto permanente las ideologías juegan un papel esencial.
La revista de los libre pensadores –cinco pavos, papel couché, a ver si la bajais de precio y la hacéis mas popular-- explica muy bien el papel de la ideologías en la evolución social. Así, mientras Baviera nos explica en la página de opinión de “Levante” el origen del verde de las hojas, ahí fuera “estamos asistiendo al que tal vez sea el más profundo y acelerado cambio de toda la historia, producido (..) por la revolución tecnológica, (...) y está siendo gestionada al servicio exclusivo de los poderosos (...) con unos efectos terribles para millones de personas en el planeta (...) ante la falta de respuesta de los ciudadanos, ¿Como es ello posible?”
“Es posible gracias a la ideología (que conviene al sistema) que todos estamos internalizando. (...)
Una ideología compuesta de individualismo, egoísmo y enfrentamiento, de orden esencialmente psicológico” Todo esto conduce a un estado totalitario que, según Chomsky, ha tomado tres formas en el siglo XX: el bolchevismo, el nazismo y la globalización ultraliberal”, es decir, el caos.”
El único modo de enfrentar esa amenaza es que cada vez mas personas piensen libremente, no dejar que el pensamiento dictado se infiltre en nosotros, proceda de los aparatos de propaganda de los Estados cómplices del poder totalitario globalizador, o de organizaciones sectarias que, amparadas en la idea de Dios, fabrican individuos obedientes, manipulables, condicionados.
Cuando, de vez en cuando, se me ocurre visitar los murales de San Juan del Hospital, es frecuente observar tras una ventana a uno de esos individuos, jóven por lo general, mientras un tipo como Baviera le taladra el cerebro sin misericordia.
¿Quienes son los tontos? ¿ Los que pensamos libremente, o aquellos que se dejan taladrar el cerebro de esa manera.? Si lo hacen por cálculo, porque creen que conviene a sus intereses pertenecer a una secta que velará por ellos de por vida, seguramente los tontos somos nosotros, pero no por los argumentos teológicos de Baviera, sino porque nos produce rechazo la gente que usa la idea de Dios para sus propios fines.
Por cierto, he visto hoy las hojas de los árboles. Los de hoja caduca aún conservan algunas que no se ha llevado el viento de poniente. Ahora tienen un color indefinido, entre rojizo y dorado, pero no son verdes.
LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 24-01-09.
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