“He vuelto del Maravillas un poco fatigado porque me ha comido el tarro un pirado que, o bien iba pasado de cocaína, o no. En este segundo caso necesitaba, sin duda, una ración triple de litio. Su gesticulante modo de estar en la barra, su palabrería rápida, pero nada inteligible, sus afirmaciones visiblemente falsas, inventadas, y su agresividad hacia sus interlocutores, componían un cuadro claramente patológico, de esos que aparecen en los libros.
Al volver a casa he abierto la puerta del frigorífico buscando gratificarme con alguna golosina ya que mi rápida huida me ha privado del apacible desayuno en el bar. La nevera, casi vacía del todo,
parecía un paisaje de la república de Mongolia, con esas estepas deshabitadas que vimos los que seguimos ese programa en el que unos cuantos viajeros , con pocos medios, visitaban esas soledades por cuenta de la televisión.
Esa desolación doméstica, añadida a la comida de coco que me acababan de aplicar, me ha producido un efecto francamente depresivo, así es que he bajado al contenedor de cartón reciclado y he recuperado una docena de cajas vacías, en buen estado, para decorar la nevera.
Terminado ese trabajo, abres la puerta de la nevera y ya es otra cosa. Las cajas de leche, --solo tomo soja, con los años he desarrollado una intolerancia a la lactosa-- las botellitas esas para el colesterol,--Mi nivel de colesterol en sangre no es alarmante, por lo que no consumo esos productos. Me alarma mas ese anuncio de Danone en el que aparece mi intestino lleno de agujeros y ese producto tapándolos-- los zumos de frutas envasados, con sus colorines –suelo tomar naranja cuando la exprimo yo mismo-- y una variada colección de yogures vacíos de todos los sabores, han conseguido el milagro.
Mi ánimo se ha visto reconfortado, desde que abro la nevera y está medio llena, en lugar de casi vacía. Tal ha sido el éxito de esa sencilla operación que, a lo mejor, sin pretenderlo, he inventado una nueva profesión, muy ajustada a los tiempos que corren, decorador de neveras.
Mis hijos ya se quejaban, cuando venían los miércoles a comer, de la tristeza del frigorífico, y es que, desde que vivimos mi mujer y yo felizmente solos, vamos al mercado a menudo, compramos productos frescos y solo para el día, porque nos gusta el ambiente de los mercados, tan colorista y animado.
El problema es que vamos a salir de viaje, mi mujer y yo, y al parecer ella ha decidido imponer un plan de austeridad muy rígido en las compras, por un lado, para no dejar alimentos perecederos en la nevera, por otro, para rascar unos euros del presupuesto cotidiano, que nos harán falta después, hasta el punto de que anoche le pregunté, --¿Que toca hoy de cenar? --Champiñones, me dijo.
--¿Champiñones? Y que mas?, --Pues eso, champiñones. Hoy no he ido al mercado. Me tocaba gimnasia. --Ah.. Miré en la nevera y allí estaban, los champis. Afortunadamente había también una huevera, así que me hice una tortilla de champi.
Mi mujer no entiende que haya decorado el frigorífico. --¿Como se te ocurre poner esos envases usados en la nevera? --Tu no estás bien. Te lo tendrías que hacer mirar. Eso es porque ella es una persona con un ánimo muy solido, inalterable, pero a mi, la verdad, me deprime abrir la nevera y ver esa desolación que suele habitarla. Desde que la he llenado con cajas de colorines, botellitas y esas cosas, me siento tan bien que estoy por bajar al contenedor de latas recicladas y hacerme con algunas de Red Bull, esas que el tío que se las toma en el anuncio sale volando.
Además que así, mis hijos, cuando vengan los miércoles, ya no me darán mas el coñazo con la tristeza que les produce abrir el frigorífico. Sienten nostalgia, los tíos, de cuando éramos cinco en casa, mi mujer y yo trabajábamos, no podíamos ir al mercado entre semana, y el frigo estaba atiborrado de envases de todo tipo para el consumo semanal.
Es curioso, el estatus de jubilado nos puede hacer pensar a veces que somos un poco zánganos, parásitos que no hacen nada por los demás. Piensen en los miles de toneladas de envases, de residuos sólidos que podemos ahorrar al maltrecho planeta si, en lugar de consumir todos esos productos inútiles, usamos sus envases para decorar la nevera, y el efecto positivo en nuestro ánimo y en el de quienes nos visitan, que produce una nevera llena de cajas de colorines. Yo, la verdad, no veo nada negativo en esto, pero mi mujer insiste en que me lo haga mirar."
¿Ustedes que opinan?
En fin. Tengo otro título. "El decorador de neveras." Mejor, no?
LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 31-01-09.
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