domingo, 11 de enero de 2009

LOS FRESCOS DEL PATRIARCA

Un siglo después de que se dieran los últimos brochazos a su capilla, muertos ya Sixto IV, el mecenas que la financió, y Miguel Angel, el artista que dejó allí su impronta intemporal y universal, Juan de Ribera, Patriarca de Antioquía y Arzobispo de Heliópolis, mandó llamar a Bartolomé Matarana, otro pintor italiano, para que decorara los muros y las bóvedas del Colegio del Corpus Christi en Heliópolis.

Me hubiera gustado estar presente en el regateo entre el pintor y el eclesiástico para ajustar el precio final del trabajo y determinar los numerosos retoques que debió aceptar el artista en sus bocetos, para adecuarlos a la moda impuesta por la ortodoxia dogmática emanada de los conciliares en Trento.

Se puede imaginar que las discusiones sobre el precio debieron ser algo parecido a las que se dan ahora en cualquier medina árabe alrededor de los puestos de especias, y en cuanto a los formalismos impuestos por el Patriarca sobre los contenidos de la obra del artista, no diferirían mucho de los tijeretazos que aplica ahora Canal Nou a las informaciones sobre la realidad que no son del gusto de los jerarcas del partido popular, mas trentinos que los de Trento.

Apagadas a sangre y fuego por la contrareforma las liberalidades en el estilo propias del período renacentista, lo que nos presentan ahora los murales restaurados de la iglesia del Patricarca son los mensajes figurativos fieles a las doctrinas del concilio de Trento que los inspiraron. El número de metros cuadrados ocupados por los frescos del Patriarca parecen rebasar los que pintó Miguel Angel en el ábside de la Capilla Sixtina, pero así como la Sixtina es lugar de peregrinación para las hordas de turistas que no cesan de visitarla, los murales del Patriarca tienen el encanto de las cosas secretas, dada la exigua cantidad de gente que los conoce

Un detalle curioso del altar mayor es que contiene la escena de una sagrada cena que parece transcurrir en una mesa camilla, como si se fuera a jugar una partida de póquer, en la que Judas esconde un comodín bajo el sayal.

La enormidad del esfuerzo que debió requerir este exhaustivo trabajo decorativo –prácticamente no hay un metro de muros y bóvedas sin cubrir-- permite suponer que Bartolomé subcontrató los trabajos con un numeroso grupo de artesanos, que tardaron solo ocho años en concluir la obra, lo que parece un tiempo breve para los plazos que requerían las realizaciones artísticas en las arquitecturas monumentales de la época.

Ignoro si los tonos desvaídos que presentan ahora las figuras de los frescos son fruto de las preferencias artísticas de la iglesia de la época, o fueron en su origen mas vivos y llamativos, y es el deterioro temporal, la corrosión de sus pigmentos y las restauraciones sucesivas los que les han hecho perder su esplendor original.

En cualquier caso vale la pena intentar la visita, --yo lo he intentado tres veces, antes de acertar con el día y la hora adecuados, en este caso, domingo, a las doce-- que tiene un cierto carácter de sorpresa, de descubrimiento. A veces, tienes al lado las cosas mas interesantes y pasas de largo sin enterarte. En este caso, la prensa publicó hace unas días las fotos de estos murales restaurados, y eso me ha permitido verlos con otra mirada.

Había visitado la iglesia del Patriarca antes, para ver algún concierto, y no había reparado en la riqueza, variedad y extensión de sus frescos. Hoy he ido, adrede, para contemplarlos, y la verdad es que vale la pena. Para quien no lo sepa, la iglesia del Patriarca está en la plaza del mismo nombre, junto a la vieja Universidad de la calle la Nau, cuyo origen fue, precisamente, el Colegio que fundó Juan de Ribera, el mecenas de Bartolomé Matarana.

La restauración de los murales habrá sido por cuenta de un mecenas de los de ahora, alguna entidad financiera, supongo.

Uno de estos días voy a buscar un mecenas para mí. Cuando llegue a las quinientas entradas –ya falta poco-- miraré a ver si encuentro alguien interesado en editar el Blog.

En fin. De momento, me limito a recomendar a los blogueros que residan o pasen por Heliópolis, que no se pierdan la visita a los Frescos del Patriarca.

De nada.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 11-01-09.

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