viernes, 2 de enero de 2009

SMS

He comenzado el año contestando los numerosos mensajes recibidos en mi móvil, de amigos, conocidos y hasta de compañías desconocidas, en los que unas palabras sin voz me deseaban un feliz año nuevo. Los contesto de viva voz –solo los de los amigos-- porque no me aclaro con el móvil. Aparte de buscar el número deseado y pulsar la tecla de llamada, las demás funciones del menú de mi teléfono celular son para mi un arcano incomprensible. Ya necesité un cursillo para aclararme con el micro ondas, así que el móvil, ni te cuento.

Está bien que la tecnología de las comunicaciones inalámbricas permita escribir un texto y mandarlo a los números de teléfono guardados en la memoria del móvil, con solo darle a una tecla, pero yo todavía practico el uso de la voz para comunicarme con mis amigos.

Desear a alguien un año feliz está bien, aunque conviene recordar que la capacidad de formular deseos que tenemos los humanos es infinita, pero la probabilidad de que se cumplan todos es prácticamente cero.Un año feliz, si se toma esa expresión en su sentido literal, es algo inalcanzable, significa disfrutar de modo consecutivo de la felicidad durante todos y cada uno de los trescientos sesenta y cinco días en que acostumbramos a dividirlo.

Una interpretación menos rígida de esa expresión tópica, feliz año nuevo, mas próxima a las posibilidades que ofrece la realidad, es que ese deseo se concrete en mayores momentos de felicidad que de quebrantos, y que ese balance permita al destinatario de ese deseo amistoso calificarlo de relativamente feliz.

Así es como interpreto los mensajes de mis amigos, que son seres inteligentes, conocedores de los límites que impone la realidad, pero con un optimismo vital permanente, lo que les lleva a la búsqueda de la relativa felicidad que se puede encontrar entre esos límites, y a desearla a los amigos por medio de mensajes escritos, sin voz, que yo estoy contestando ahora, porque no me acostumbro al SMS, -- solo me faltan tres.

Cuando comencé a recibir esos mensajes, la noche de fin de año, me pregunté que podía hacer yo para contribuir a hacer realidad los deseos de mis amigos, así es que esta mañana he llamado por teléfono a la agencia de viajes, y he reservado una semana de hotel, para dos personas, en uno de los lugares que mas felicidad ofrece, por menos dinero, en la desolación invernal del comienzo de año, Benidorm.

Este domingo prepararemos las maletas y, a partir del lunes, disfrutaremos de una semana de ocio junto al mar y, por las noches, sin hacer caso a la prohibición municipal, pasearemos por la playa. Comeremos sin tener que cocinar. Bailaremos en los salones del hotel. Tomaremos el sol, --si sale-- en el paseo marítimo, iremos de tiendas. Esas cosas. Como no sabemos lo que nos deparará la semana siguiente, procuraremos disfrutar de esta. De este modo, es posible que el balance de los primeros quince días del año, gracias a nuestra voluntad de disfrutarla, nos proporcione esa felicidad relativa a la que se referían los amigos que nos han deseado por SMS, un feliz año nuevo.

Pasados esos primeros quince días del año, no sabemos lo que ocurrirá, ni ustedes tampoco. De hecho, no sabemos si mañana estaremos vivos. En su momento, si es el caso, nos plantearemos otra transacción, otro intercambio de esos a que nos conduce la vida para que el balance entre los quebrantos y los días mas o menos felices, nos de un saldo razonablemente soportable.

Ya está. He contestado todos los mensajes. Uno de estos días le diré a mi asesor de telefonía que me explique como funciona eso de los SMS. Ahorrar en la factura de los servicios telefónicos también es una pequeña satisfacción que contribuye a la relativa felicidad que se puede encontrar en cualquier año, incluso en este.

En fin. Carpe Diem. Disfruta el día.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 2-01-09.

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