lunes, 15 de febrero de 2010

FEBRERO

He bajado al Maravillas en un magnífico día invernal y las gotas de llovizna se acercaban a mi y me contaban su propia historia. ¿Saben ustedes que cada gota de lluvia tiene su propia historia? Muchas vienen del vientre de la misma nube, pero en su descenso desde las isobaras, o lo que sea, forjan su propia experiencia singular y diferenciada, como las personas, y cuando notas su caricia táctil en la piel, su aparente uniformidad ha sido enriquecida por su particular trayectoria.

Algunas han rozado, antes de caerte encima, las florestas de los jardines y las hojas de los árboles, que hoy lucen una variada gama de verdes brillantes y sanos, limpios de parásitos, con el aire de robustez que les confiere la abundancia de agua de este invierno generoso para la vida vegetal, con nieves y lluvias tan persistentes que parecen anunciar, cuando se agote la existencia efímera de la estación invernal, una primavera voluptuosa.

El cromatismo de los grises predominantes en los colores del día desde que comenzó el invierno tiene la variedad sutil de las mejores expresiones del arte contemporáneo, siempre que dejes el paraguas en casa y tu ánimo esté dispuesto a disfrutar de la variedad de matices que te ofrece cada día la ausencia de sol.

En resumen, es invierno, y no es del todo como los de antes, pues mi memoria de hace medio siglo evoca otros meses de febrero como este, pero también que ese mes, febrero, era aquí en Heliópolis el único en el que se manifestaba el invierno en toda su crudeza, mientras que el resto de esa estación era mas bien bonancible. Mis recuerdos del frío siempre se referían a febrero, pero este año 2010, tan singular en lo meteorológico, como en lo político y económico, ha comenzado sin dar tregua con tal insistencia en las borrascas y los temporales de la política, que muchos ciudadanos, como yo mismo, no tienen otros temas de conversación.

Esta mañana, cuando he entrado en el ascensor para bajar a la calle, lo he comprobado. Es curioso lo de los ascensores ¿no?. Dos personas desconocidas que coinciden en la cabina de un ascensor son un ejemplo patético de como la singular tensión que se establece en ese reducido escenario los incapacita para ejercer un nivel de comunicación, digamos, normal.

Es angustioso ver como desvían la mirada hacia el techo o el suelo para no hacerla coincidir, en un intento de huir de una situación que les resulta incómoda. Si la cabina del ascensor es reducida, esa sensación de incomodidad se acentúa. Al parecer, los psicólogos lo explican porque todos tenemos una distancia de seguridad que protege nuestra intimidad y cuando esa defensa se vulnera, nos sentimos agredidos.

Esa tensión se suele combatir, invariablemente, con alguna alusión al tiempo, cuando ya no se puede resistir la incomodidad que produce el silencio. ¿Hace frío, eh?, es una de las muletillas mas empleadas, que suele ser contestada con un monosílabo. Si. Cumplido ese ritual, el resto del viaje en el ascensor se hace mas llevadero, pero no se sabe de nadie que en una situación así hable de política.

En cambio en el aula de la universidad de mayores a la que acudo los lunes y miércoles, para asistir a clase de medios de comunicación, no se habla de otra cosa que de política. El tema de hoy era el fascismo, el racismo, la extrema derecha europea. Alguien ha leído una columna de Manolo Vicent en la que alertaba de un posible rebrote del fascismo.

Algunos han dicho que no se ha ido nunca, que solo permanece agazapado. Otros, que tal cosa no existe mayoritariamente entre la población, que son posiciones minoritarias, a las que no prestaríamos atención si no fuera porque lo destacan los medios, que casi nadie en su vida cotidiana encontrará rastros de tales ideas. Otro, que el juez del sombrero es una prueba física de su existencia.

Después, el mínimo debate –la asistencia hoy, está reducida a menos de media docena de personas- ha derivado hacia el racismo, la xenofobia, la hostilidad hacia la inmigración, y nunca he visto un debate mas estéril, pues que cinco personas dediquen una hora a reprobar el racismo, la xenofobia, la hostilidad hacia la inmigración, cuando entre ellas no hay nadie que defienda esas actitudes hostiles, no parece muy productivo. ¿Será verdad que no existe el fascismo? ¿Será que está en otros foros?.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 15-02-10.
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