miércoles, 10 de febrero de 2010

MIÉRCOLES

Hoy han venido mis hijos a comer, así que ayer por la tarde tuve que ponerme a cocinar. Saqué de la fresquera un rabo de vacuno troceado, un par de carlotas y un puñado de tomillo en rama. Busqué una botella de Pedro Ximénez, pero no tenía. En su lugar trinqué una botella de vino quinado y pensé que no tenía muy claro que fuera un buen sustituto, pero decidí probar. En la alacena encontré dos cebollas, dos dientes de ajo y una hoja de laurel, pero cuando fui a buscar la olla a presión, estaba ocupada con los restos del cocido del día anterior

Trasladé el contenido de la olla a otro recipiente, la fregué y, mientras se secaba, fui a buscar una gasa estéril para envolver el tomillo en rama y un poco de hilo para hacer el atado.

Lavé la carne bajo el grifo y la puse en un escurridor. Mientras se escurría, con un pelador dejé limpias las carlotas, las corté en rodajas y las dejé sobre un plato. Pelé las cebollas, las piqué y elegí un par de dientes de ajo, no muy grandes, a los que quité la primera capa de piel, que es algo que siempre me molesta hacer, porque no lo hago con destreza. Sequé la carne con papel de cocina, la salé, dispuse un poco de harina en una servilleta y pasé la carne por la harina mientras en la olla se calentaba el aceite de oliva con los ajos, el laurel y el atado de tomillo.

Una vez dorados los trozos de rabo, los escurrí y reservé, después añadí al aceite las carlotas y las cebollas troceadas y cuando estuvieron doradas, incorporé el rabo, le di unas vueltas y añadí media botella de vino quinado, y lo tuve un buen rato, hasta que se redujo hasta la mitad. Añadí agua hasta que todo quedó cubierto y un poco mas por si me pasaba de tiempo,lo rectifiqué de sal, cerré la olla y esperé.

Mientras esperaba, me entretuve en el blog moderando dos comentarios recibidos en la página 'Breve biografía'. El primero dice, 'q mierda de biografía'. El otro asegura, 'Tu comentario si que es una mierda, palurdo' Ambos son anónimos. Agradezco mas el primero que el segundo, pero como tengo por costumbre no censurar ningún comentario, los he aceptado ambos.

Al cabo de una hora y cuarto y navegaciones varias por páginas web poco recomendables, destapé la olla y comprobé que aún quedaba caldo, así que la dejé en el fuego destapada para que se redujera un poco mas. El olor del vino quinado dominaba la cocina, así que añadí un poco de agua a la olla para suavizar un poco ese exceso, volví a corregir la sal, y al cabo de quince minutos me jarté del rabo y lo di por terminado.
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Esta mañana me he dedicado a nuestra versión doméstica del pulpo con cachelos. Compramos un par de patas de pulpo ya cocidas, las cortamos en rodajas y con las colas cocemos unas patatas aparte. Para servirlas, disponemos en dos platos un fondo con las rodajas de patata cocida, ponemos las rodajas de pulpo encima, las adobamos con pimentón y aceite de oliva, y las ponemos minuto y medio en el micro ondas, para templarlas.

A pesar de que me excedí con el vino quinado, el rabo le ha parecido bien, incluso muy bien, a todo el mundo –bueno, a unos mas que a otros. Ha servido de entrada junto al pulpo y una ensalada de bolsa, retocada con huevo cocido, aceitunas y convenientemente aliñada. Después, el arroz al horno, un clásico de los miércoles y de postre una macedonia de naranja y melón. El vino, un rioja que me regalaron el otro día. No ha sobrado nada.

Una vez comidos y bebidos, a algunos de los presentes se les ha desatado la vena crítica, sin ninguna provocación previa. Han echado pestes de la Copa América, de Rita la fea, del estado lamentable de los Museos de Heliópolis, de la mierda en que se ha convertido Canal 9, hasta que el sopor de la siesta ha desarmado su agresividad.

Me pregunto, ¿Habrá sido el vino?

(Lo mejor de la velada ha sido enterarme de que mi hijo menor, trabajador en la docencia informática y estudiante de arte, se ha ganado una matrícula de honor en escultura. Enhorabuena, Jordi.)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 10-02-10.

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