viernes, 5 de febrero de 2010

LA DUDA

De la Economía he oído decir de todo, que es como una escalera, que se comporta como una bicicleta y cuando dejas de pedalear te caes, que es un modo de asignar recursos entre usos alternativos, y hasta que no existe. Hay tantas visiones de la economía como economistas, aficionados, intrusos y supernumerarios. La bolsa se ha dado un gran batacazo porque alguien ha expresado sus dudas sobre la economía española.

La Economía será lo que sea, pero parece seguro que las dudas y las economías no combinan bien. En la tragedia de Shakespeare, (donde habré puesto el ejemplar del Círculo) las dudas de Hamlet desencadenan el desastre. La Economía ha ido bien (para algunos, mejor que para la mayoría) en los últimos quince años porque en sus filas había un ejército de pragmáticos poco amigos de atender el canto de sirena de la duda.

La duda está emparentada con la reflexión, que es un paréntesis (como los de Díaz Ferrán) en la acción. Cuando todos se paran a reflexionar sobre la economía, las bicicletas sobre las que van montados se detienen y muchos se descalabran.

Paul Krugman no tiene empacho en calificar el estado de la economía española como el mas preocupante entre otras de la vecindad, Grecia, Portugal?. Para mi que esa certeza se deriva mas de su mayor tamaño, que de la gravedad de sus síntomas en comparación con otros, pero ha bastado esa afirmación oracular, junto con otras, para que cunda la duda entre los inversores que han dejado la bolsa en el suelo de los 10.000 puntos que tenía cuando la quiebra de los bancos de inversión
yanquis abrió la caja de Pandora de la duda universal.

La actividad económica es de una naturaleza tal que cuando se infiltran en su pragmatismo la reflexión y la duda, a las que los especialistas suelen llamar incertidumbres, su trayectoria ciega, irreflexiva, pero generadora de beneficios a su paso, tiende a detenerse.

Se puede ver la situación actual de las economías como una crisis monstruosa agitada por la ausencia de certidumbres. No es que antes las hubiera, las certidumbres, es que nadie dudaba, porque la duda es esencialmente enemiga de la acción, y la ausencia de acción pragmática hace que se evaporen los beneficios.

Es por eso que los políticos hablan todo el rato de recuperar la confianza, que es su modo de llamar a la continuidad de la acción ciega, sin reflexión, para que todo siga como estaba.

Los que tendemos a la reflexión, nunca debemos dedicarnos a la Economía, estaríamos mejor en un seminario sobre filosofía, o sobre folclore islandés, pero jamás en puestos ejecutivos relacionados con el beneficio o con el bienestar público.

Lo que requieren las actividades económicas son gentes pragmáticas, asimiladas por la cultura oriental que proclama aquello de gato blanco, gato negro, lo que importa es que cace ratones. También requieren algunas otras personas, que hagan de contrapeso de ese pragmatismo con su componente ético, pero sin actuar de freno, porque la ética sin pragmatismo puede ser tan catastrófica como el pragmatismo sin ética.

La verdad sea dicha, yo estoy lleno de dudas, no solo sobre la economía, también sobre el clima, sobre los horarios de los autobuses urbanos, sobre si debo seguir leyendo, o no, a Nicolás Gómez Dávila, sobre si la reserva de hotel que han hecho unos amigos en una página web desconocida para mi es un timo, o no lo es, sobre si es mejor la acción que la reflexión, sobre si dejar, o no, de fumar,sobre si votar o abstenerme cuando haya elecciones, pero no voy a ir diciéndolo por ahí, no vaya a ser que la bolsa vuelva a bajar.

La mejor contribución que pueden hacer los expertos, los sabios, los economistas, aficionados, intrusos y supernumerarios, es tratar de resolver sus dudas en privado, no echarlas a un mar de incertidumbres cuyo caudal no deja de crecer. Es mejor que nos comuniquen sus certidumbres, una vez resueltas, en privado, sus dudas. Se trata de recuperar un clima de confianza, ¿ o no?

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 5-02-10.

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