“Soñó que deslizaba la mano por debajo de la falda de Lovelace, mientras la imagen de su primer marido muerto aparecía en el sueño en un segundo plano. No se dio cuenta hasta unos días mas tarde de que quien aparecía en el sueño era el segundo marido de Lovelace que, en el momento del sueño, todavía no estaba muerto.
Solo cuando se enteró de que Paul estaba hospitalizado en un estado de extrema gravedad, fue consciente de que el sueño, en realidad, era una premonición. Definitivamente esa mujer, Lovelace, parecía tener mal fario, lo que no le impidió intentar ser el tercer hombre en su vida, a pesar de la facilidad con la que sus parejas se convertían en cadáveres.
Después del entierro, la acompañó a su casa. El negro y riguroso luto, con la trama del velo cubriendo la mitad de su cara, la hacía tan deseable, que no pudo resistir el impulso de reproducir la escena del sueño y cuando se sentó a su lado junto a la mesa redonda, después de que ella sirviera el café, metió la mano debajo de su falda, pero ninguna imagen de marido muerto, ni la del primero, ni la del recién enterrado, se hizo presente.
Animado por esa intimidad, los dos solos en la mesa camilla, hizo mas audaces sus exploraciones y después de acariciar los muslos de Lovelace, siguió aventurándose sobre la piel sedosa y madura como una guayaba de la mujer, sin encontrar resistencia. En respuesta a sus aproximaciones, ella separó las piernas y le dedicó una mirada melancólica llena de comprensión y complicidad, como queriendo expresar que conocía sus antiguas intenciones, que tal vez había desvelado, sin saberlo, alguna vez, y que no se oponía a sus avances.
Estimulado por su actitud de pasividad amistosa, la llevó suavemente hasta la cama, la despojó de sus lutos y en el patio de luces se escuchó, a través de la ventana entreabierta del cuarto, el débil eco de unos gemidos intermitentes, que se confundían con los lamentos felinos de un gato solitario que reclamaba su comida desde los tejados colindantes
En la tarde sin viento de febrero, el patio de vecinos volvió a quedar silencioso después de un largo rato. Alguien había arrojado unos menudillos al gato famélico desde una ventana, y el felino se había marchado silenciosamente, llevándose el botín a su guarida. En la atmósfera calma del lugar quedó flotando un aroma indefinible, que la vecina que lanzó la golosina al gato percibió como un efluvio a carne cruda, pero desde la ventana del cuarto que ocupaban Lovelace y su acompañante, se extendió un penetrante olor a sexo satisfecho.
En el momento de su éxtasis alucinado pudo ver, como en un sueño, su imagen junto a la de Lovelace, mientras una mano extraña se aventuraba debajo de su falda. Cayó en la cuenta de que el segundo marido era el, cuando abrió los ojos un momento y vio las luces de un quirófano brillando sobre su cabeza y un taladro quirúrgico acercándose a el.”.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 9-02-10.
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