lunes, 16 de abril de 2012

DIARIO DE BENIDORM ( I )

"Lo mejor de Benidorm ha sido que ha llamado el agente inmobiliario y no he de interrumpir mis vacaciones para ir a firmar un papel que puede esperar a mi vuelta, así que el tono dorado de jubilado alemán que está tomando mi piel no sufrirá merma alguna por esta causa.
(...)
Por lo demás, las cosas en Benidorm siguen como siempre, aunque solo en apariencia. No hay trileros. O los han trincado a todos, o se están entrenando para cuando pongan en Girona, o donde sea, la sucursal de Las vegas. En cambio, psicólogos, terapeutas, consultores de salud mental, hay mas, tantos como zapaterías.

Esa abundancia creciente parece un signo de que mucha gente por aquí padece el síndrome de Las Vegas, de la vida golfa hasta la extenuación. Como diría el criminólogo que asocia hedonismo con corrupción, vaya usted a saber porqué, los excesos hedonistas llevan primero a la perdición, luego a la consulta del psicoterapeuta argentino.

En cuanto a novedades arquitectónicas, hay dos nuevas torres edificadas en un lugar prohibido por la antigua ley del suelo. Estuvieron paradas por lo menos dos años pero alguien, en el congreso de los diputados, quitó una coma allí, puso un punto aquí y, voilá, un nuevo uso de la costa ha permitido elevar dos torres gigantes justo en los últimos metros protegidos que quedaban en el Rincón de Loix. Ignoro si el listo de la coma y el punto actúa por las noches de ilusionista en los salones de los hoteles.

Por otro lado, en la playa de Levante hay un cartel que informa de que se están repoblando los fondos con poseidonia para fijar el límite de la costa. Será por eso que un bar anuncia pescadito de la bahía, aunque no dice de que bahía.

Un vistazo por la playa de Poniente permite observar la importante obra de urbanización del paseo, que tiene un aspecto magnífico, aunque alguien ha olvidado canalizar un vertido de agua en la misma playa. Paradojas de este lugar tan semejante a Las Vegas, en el sentido de que la legalidad se cambia a gusto de los casinos, en este caso, a gusto del lobby hotelero, no se olvide que el número de hoteles aquí supera el de cualquier otro lugar de la costa peninsular.

En uno de esos hoteles, el Cristal Park, estamos alojados. El martes vinieron a vernos Lola y Antonio, dimos un paseo juntos, tomamos caracoles en un vasco, y luego nos acompañaron a comer de bufet en el hotel.

Este hotel parece un barco, --dijo Lola-- en las cubiertas inferiores, por debajo de la línea de flotación, el nivel mas estable, están los comedores. En cubiertas sucesivas, como camarotes alineados en largos pasillos, las habitaciones, y las cubiertas superiores se reservan para el parque infantil, la sauna, la piscina, el jacuzi, el solarium, el bar y las terrazas.

En una de esas terrazas he dejado morir la tarde, antes de escribir estas líneas. Ha sido una muerte dulce, lujosa, lentísima, siguiendo la línea declinante del sol.

Ahora tengo que abandonar el relato. Debo ir a trotar por las calles y las tiendas. Es el precio por viajar en buena compañía. Me parece justo. Aprovecharé para comprar unos zapatos de veinte pavos en la china.

Hola, de nuevo.

(...) Continuará...

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16-04-12.

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