martes, 3 de abril de 2012

LLUVIA

El fenómeno de la lluvia, en ocasiones se presenta de modo generalizado, extenso en su ámbito espacial, persistente en el temporal, lo que permite predicciones que sirven a millones de personas que viven en un territorio determinado para hacer sus cálculos en relación con la meteorología esperada. Otras veces, --suele ocurrir en primavera-- la lluvia se comporta de un modo caprichoso, variable, no sigue un patrón determinado, solo deja adivinar la variabilidad de su ocurrencia, por lo que quienes predicen el tiempo que va a hacer confiesan que no pueden afirmar donde va a llover, y donde no, con un alto grado de seguridad. Como decía Victor, el pastor que hasta no hace mucho conducía sus ovejas por los caminos próximos a la casa de la sierra, --Puede llover, o puede no llover.
(...)
Este carácter aleatorio con el que a veces se presenta la meteorología, es lo mas parecido, creo yo, al azaroso devenir de la condición humana, que suele ser, a lo largo de la vida, una combinación aleatoria de sucesos que, para entendernos, podemos identificar como fortuna o desgracia.

En la clase de Medios de Comunicación, el día que nos despedimos antes de las vacaciones, se nos hizo el encargo de preparar el material para la edición de un periódico de cuatro páginas que verse sobre la felicidad, incluyendo entrevistas a la gente para saber que piensan sobre eso.

El 'Levante' de hoy lleva una página que trata sobre lo mismo, que casual, y aunque la fuente no es nada fiable --Ya me dirán que credibilidad merece una cosa tan pintoresca como el Instituto para la Felicidad de Coca-Cola-- hay una foto de un ex neuro científico, ahora reconvertido en monje budista, a quien se le atribuye ser el hombre mas feliz del mundo, y al que se muestra sentado en medio de la pradera tibetana, rodeado por las florecillas del campo. El mensaje tiene un inequívoco aroma budista, la felicidad está en la renuncia, en la ausencia de deseos.

He preguntado al merchero que tomaba café a mi lado, para adelantar un poco el trabajo, que piensa el de la felicidad, y me ha dicho --La felicidad es la ausencia de desgracia.
O sea, como dicen por aquí, (traduzco) 'quien esté bien que no se mueva', una visión, tanto la tibetana, como la de aquí, profundamente conservadora de la vida.

Seguro que hay espíritus inquietos que tienen otra visión de la felicidad pero, de momento, no los he encontrado. Puedo suponer que estos seres que buscan la felicidad en estímulos sucesivos, son aventureros que transitan por el camino dual de la fortuna y la desgracia en busca de emociones, jugadores que apuestan por el riesgo y huyen de la inmovilidad conservadora que a otros les proporciona la paz de espíritu, y a ellos un aburrimiento mortal.

Esta otra visión dinámica de la felicidad, unos la materializan por medio de largos viajes a países exóticos y otros, supongo, sin salir de su barrio, tal vez se fijan en otro territorio exótico, el de la mujer. En lugar del viaje físico, eligen el enamoramiento, que es otra experiencia con etapas peligrosas y emociones nuevas,no menos aventurera que el otro viaje.

Sospecho, sin embargo, que quienes buscan la felicidad a través del enamoramiento, tienen mucho en común con el monje tibetano, en la medida en que es su propio cerebro el que genera los estímulos que les parecen placenteros, mas que la persona sujeto de su enamoramiento, pues este proceso, sobre todo mental, podría ser la consecuencia de un narcisismo siempre presente, aunque no siempre explícito, que proyecta en la persona de la que se dice estar enamorado, las propias obsesiones y fantasías de quien se aventura en una relación nueva buscando su propio placer. Naturalmente, no estoy seguro de que esto sea así. Menos de que sea así, siempre. Como diría Victor, el pastor, --Puede que sea así, o puede que no.

En fin. Lluvia.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN)3-04-12.

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