viernes, 28 de septiembre de 2012

DELITOS CONTRA EL ESTADO

He dejado de lado mi boicot contra el diario 'El País', porque he bajado al bar de los locos, en medio de la lluvia, con un trancazo regular que me ha desaconsejado acudir hoy a la habitual tertulia con los periodistas, y un titular de la primera ha estimulado mi curiosidad, haciendo que gaste un euro treinta, en contra de lo que tenía pensado, no gastar nada en prensa escrita.

'La Audiencia rechaza imputar delitos contra el Estado a los detenidos del 25-S'. Ese es el titular, así que ya saben de que va a ir la cosa.

 (...)
De entrada, la mera lectura del titular me sugiere dos cosas, la sensatez de nuestros jueces de la Audiencia, lo que siempre es un alivio, y el cinismo de aquellos que, pretendiendo representar al Estado, presentaron un relato de los hechos que, analizado por los jueces, resultó no constituir delito alguno contra las instituciones del Estado.

Antes de continuar, conviene detenerse en alguna explicación de lo que es el Estado. La mas neutral de las definiciones, a mi parecer, es la que ofrece Wikipedia, 'Una forma de organización social, económica, política, soberana y coercitiva formada por un conjunto de instituciones que tiene el poder de regular la vida nacional en un territorio determinado'. 

 Hay otras definiciones, mas directas y breves que aluden al Estado, básicamente, como un instrumento de dominación. Es decir, una relación de dominio, entre quienes ostentan el poder en el Estado, y la población que no lo tiene, es decir, dominada. Quien quiera que haya tenido la idea de intimidar a los manifestantes del 25-S mandándolos a la Audiencia Nacional, donde se manda a los terroristas, por cierto, parece evidente que tiene una idea del Estado que hace mas énfasis en el dominio y la coerción, que en la atención a su forma de organización social, es decir, algo inclusivo y compartido.

Aclarado esto del Estado, veamos ahora que es el delito, de una forma breve, para no liarla, 'Una conducta, acción u omisión antijurídica y culpable'. Ahora, estamos en condiciones de definir que es un Delito contra el Estado, en mi opinión, una conducta punible que atenta contra la forma social del Estado. Se puede definir de otro modo, pero yo prefiero este, porque ahora me voy a ocupar de la larga lista de Delitos contra el Estado perpetrados por una parte sustancial de sus servidores, la clase política. 

En España tenemos un Estado cuasi federal, por lo que empezaré por el poder autonómico mas cercano a mi experiencia ciudadana,para seguir con el poder central. Son, o deberian serlo, delitos contra el Estado,  las acciones recurrentes de las docenas de políticos -aquí de la derecha- que ostentando una relación de dominio en diversas instituciones han malversado fondos de la comunidad social, unos para su propio peculio, otros, presuntamente, para la financiación irregular del Partido Popular, la mayoría, para las dos cosas. Nóos, Gürtel, Emarsa, los casos de Alicante, son los mas conocidos, lo que indica que ha habido bastantes mas.

Es, o debería ser, un Delito contra el Estado, la masiva evasión fiscal que se estima entre 70.000 y 90.000 millones de euros, que ha vaciado las arcas del Estado impidiendo cumplir una de sus funciones esenciales, la de política asistencial para los cientos de miles de personas que, por una u otra causa, la necesitan. 

Es, o debería ser, un Delito contra el Estado, que a Montoro y Guindos, ministros del gobierno, se les haya otorgado ese poder, sabiendo que representan intereses muy determinados, susceptibles de prevalecer, en sus decisiones, sobre los intereses generales. Lo mismo es válido para los ministros de Industria, de Defensa. 

No parece un Delito contra el Estado que Wert, el ministro de incultura, haya metido a su mujer de tertuliana en un medio público. No parece delito, es, simplemente, un acto de surrealismo. 

No parece un delito contra el Estado, el incumplimiento flagrante del programa del Partido Popular, en todo caso, es un fiasco impropio de un sistema democrático que, al parecer, es una cosa distinta del Estado coercitivo. 

Sean, o no, delito, estas conductas públicas de los servidores del Estado, no es de extrañar que hayan provocado el cabreo de los manifestantes que, no se olvide, son parte del Estado, aunque en calidad de dominados, porque, sin ellos, no tendría sentido el Estado como instrumento de dominio.

El cinismo intolerable de quienes han pretendido criminalizar la protesta del 25-S lleva a una conclusión algo mas compleja que la que enuncié en la página 'Clase Política/Políticos con clase'. Que no solo hay que regenerar la clase politica, sino que hay que reestructurar el Estado, ese que ahora se juegan al poker Mas y Rajoy.

 En fin. Delitos contra el Estado.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 28/09/12.

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