miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA SEQUÍA PERTINAZ

Sospechaba que el tiempo histórico se mueve con el impulso circular de los vientos saharianos, aunque sin andar nunca por el mismo camino. Lo que sucede a nuestro alrededor, en particular en este verano, con el agosto mas caluroso de los últimos cuarenta y dos años, y la declaración formal del estado de sequía por los niveles de agua embalsada, parece confirmarlo.

Solo falta la declaración de la masonería como enemigo nacional, la presencia de procuradores saharianos en las cortes, la vuelta de la fiambrera, y junto con el desembarco del nepotismo en la radio y la televisión públicas, como si fueran paracaidistas de los que tomaron Europa en el cuarenta y cinco, ya tenemos el escenario de la perfecta sequía pertinaz.

Pero las cosas no son así, solo los que hemos rebasado sobradamente el medio siglo de existencia y tenemos una memoria alargada, como la sombra del ciprés, encontramos paralelismos entre épocas tan distintas y distantes. Y sin embargo, el tiempo histórico parece moverse así, en espiral.

Incluso antes de la época de la sequía pertinaz, mucho antes, ya habían caciques cerealistas, los Gamazo, cuya influencia pesaba mucho en las decisiones políticas, en favor de sus propios intereses. Ahora ha tomado el relevo la familia Arias. A través del actual ministro de Agricultura ¡y medio ambiente!, Arias Cañete, ya tomó una vez el mando de Agricultura y después de embolsarse una pasta con las subvenciones del lino, ahora persiste en su presencia pública por segunda vez.

Por no hablar del bipartidismo. El juego político partidario en este país, reducido casi únicamente después de la transición democrática a dos grandes partidos, --dejando aparte los nacionalistas-- parece ahora el reflejo de la época de Cánovas y Sagasta, del turnismo, cuando un cambio en el poder formal llevaba aparejada la defenestración de prácticamente todos los funcionarios afines a la formación perdedora, y el acceso al pesebre de los amigos de los ganadores.

Quienes vivimos la transición como una oportunidad de renovación democrática, con todos los conflictos graves y la alegría popular que la acompañaron, tuvimos la sensación de que el país, efectivamente, cambiaba. Y cambió. Pero no fuimos conscientes, entonces, de que aquel cambio era una ráfaga de viento histórico, que, a su vez, podría ser barrida por este viento sahariano que parece querer llevarse consigo aquel periodo histórico.

Al ministro Gallardón, con su antediluviano discurso sobre el aborto, al ministro Werth, con sus medidas sobre la educación, a las ministras Báñez y Mato, con su tratamiento del desempleo y la sanidad pública, --ya no universal-- solo les falta la chaqueta blanca que llevaban los ministros de la sequía y la masonería, como si fueran camareros.

¿Habremos de vivir, de nuevo, con las lógicas diferencias temporales, históricas, aquel tiempo nefasto de la sequía pertinaz? No sé.

Enmerdados como estamos con la crisis económica, financiera, con el estado de suspensión de pagos de nuestros gobiernos central y autonómico, ¿no se nos está escapando la comprensión de que, con la excusa de la crisis, las fuerzas mas reaccionarias del país, con una ofensiva ideológica sin precedentes, están tratando de volver a los tiempos de los Gamazo, de los Cánovas y Sagasta? No sé.

En todo caso eso no es del todo posible. La historia no camina en círculo, sino en espiral, pero no estará de mas que tengamos los ojos bien abiertos, no vaya a ser que el espejo de la economía, nos esté ocultando el lado político puro que inspira la mayoría de las decisiones que ha tomado el gobierno de la derecha mas reaccionaria que ha tenido este país desde la transición, desde el primer minuto en el que comenzaron a gobernar, porque diez millones de ilusos creyeron en sus falsas promesas.

Desde este punto de vista, los supuestos errores de política económica de la derecha no serían tales, sino el coste que nos hacen pagar a todos para imponer, de modo inexorable, un cambio de modelo social, ideológico, cultural, que no es igual que el de aquella sequía pertinaz, tal vez sea incluso anterior.

Es un empeño imposible, puede que, a corto plazo, lo consigan, pero el impulso de los vientos saharianos, que ahora parece que les favorece, se los llevará antes o después con la misma virulencia con la que ahora arrasa las conquistas sociales de la transición.

Uno, tiene confianza en el futuro. A pesar de todas las iniquidades de la historia, que son muchas, a largo plazo, con cada racha de viento se abre un camino nuevo, un espacio libre entre esos caminos. Al final, la suma de esas vueltas y revueltas, de esas perturbaciones del viento, da un cierto grado de progreso, si observamos con la perspectiva del tiempo geológico, parece que es así.

En fin. La Sequía Pertinaz.  

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 6-09-12.

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