'Bares...que lugares...un sitio para conversar..'. Lamento no recordar mas de esta canción, que fue una apología de los bares muy escuchada en su tiempo. Recientemente, Coca-Cola, o alguna cervecera, ha retomado ese impulso apologético y presentó un spot sensacional, casi una producción cinematográfica, en el que recreaba el ambiente cálido y estimulante del trato amistoso de los bares.
Yo mismo, durante mis primeros años de presencia en el Blog, elogiaba el Bar Maravillas y comenzaba la columna diaria con la expresión 'He bajado al Maravillas...', hasta que una discrepancia tonta con un evangelista por el uso del periódico común me alejó de allí.
Ahora, leo en 'Levante' que 'La C. Valenciana pierde mas de 6.600 bares....en cinco años', y me parece el suceso mas trágico desde que comenzó la época de vacas flacas, ¿Porqué la llaman así, si hace un siglo que no circulan vacas por la calle, ni gordas, ni flacas?. No sé.
(...)
Comencé a frecuentar el Maravillas, por una necesidad de recién jubilado, supongo. Como ya no tenía que ir a la oficina a fichar, bajar cada día, a la misma hora, al bar, era un sustitutivo que me permitía adaptarme, poco a poco, a mi nueva situación.
Tanto frecuenté ese bar que, de tanto apoyar el codo en su barra para leer el periódico, me salió una bursitis descomunal, un bulto como un par de huevos que una amiga enfermera me aconsejó sajar, pero yo conseguí eliminar usando un anti inflamatorio tópico, sin necesidad de someterme a cirugía. Desde entonces, si algún testigo de Jeová llama a casa para preguntarme por mis inclinaciones religiosas. le digo que si, soy un ferviente creyente en Voltarén. Voltarén tópico, para ser mas preciso.
Me niego a pensar que la razón de mi abandono de la costumbre de bajar al Maravillas todos los días, menos los domingos y fiestas de guardar, porque cerraba, fuera mi incapacidad para entenderme con el evangelista. De ser así, tendría que admitir un lado extremo de mi carácter, que me impide entenderme con quienes no piensan como yo.
Es posible que tienda mas a los extremos que al centro. Mi padre me repitió tanto aquella frase 'En el término medio estriba la virtud..' que a pesar de eso, o tal vez por eso, estoy mas cerca de los extremos, aunque me hubiera gustado ser un tipo de esos a los que recurren para arbitrar conflictos, unir voluntades, y evitar disensiones.
Prefiero creer que mi abandono del Maravillas se debió, simplemente, a un proceso de adaptación, a la aceptación de que ya no me necesitaban en ningún ámbito laboral, y que, con la dedicación a la escritura, aunque fuera 'amateur', ya no era preciso buscar mas sustitutos a mi vida activa. Yo que sé.
Estamos en lo de los bares, si.
Me pregunto, si han desaparecido mas de 6.600 bares de esta comunidad, ¿cuantos había antes?, y ¿cuantos quedan ahora?. La cultura de los bares dice el tópico que es característica de la civilización mediterránea, en particular de la nuestra. Yo supongo que tiene todo que ver con el uso del tiempo que hacemos en lugares donde el clima favorece la vida en la calle, sobre todo en las terrazas.
No se que ha pasado con los bares que han cerrado, pero he visto ampliar las superficies de las terrazas en nuestras vías públicas en los últimos tiempos, y sospecho que el número de plazas ocupadas por los usuarios de los bares, en realidad, ha aumentado.
Desde un punto de vista empresarial, nos encontraríamos pues ante una reestructuración racional del sector, en la que disminuye el número de establecimientos, pero el ratio clientes/bar aumenta, es decir, aumenta la dimensión de los bares que aún prestan servicio, en una especie de juego de suma cero, que compensa los que han cerrado.
Hay otro aspecto reciente de los bares que interesa destacar. Habiendo echado a la calle a seis millones de trabajadores en los últimos años, suponiendo que una parte de ellos fue indemnizada debidamente, antes de la contrareforma laboral, podemos estimar que buena parte de ellos se han metido en el negocio barero, con lo que la composición profesional del sector ha sufrido una mutación.
Esta hipótesis parece razonable pues, aquellos a quienes se priva de fichar todos los días, suelen sentir la necesidad imperiosa de buscar enseguida un sitio adonde ir, para soportar el trauma del cambio de sus hábitos.
Para comprobar esta hipótesis solo hay que entrar en un bar con algo de curiosidad, y pedir un café. Si quien te lo sirve lo hace con la profesionalidad cálida y amable que luce Tony en el Maravillas, da por seguro que ese bar
es de los antiguos, gestionado con la vocación y madurez de toda la vida.
Si entras a un bar desconocido, pides un café solo, y el camarero, tras escuchar y servir tu pedido, se va para que lo tomes en soledad, puedes apostar a que se trata de un profesor de filosofía despedido, metido a camarero.
En fin. Bares.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 14-08-13.
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