lunes, 5 de agosto de 2013

LA PIEL

Visto el relativo fracaso del lenguaje oral, incluso con simplificaciones, para la comunicación humana, es hora de que vayamos aprendiendo a usar otros recursos, el lenguaje táctil, gestual, corporal, para mejorar nuestras relaciones públicas y privadas.

Me cuentan, porque yo no lo vi, ni lo escuché, --mi interés por el teatro no incluye las sesiones parlamentarias, estoy mas pendiente de si se ha aceptado mi preinscripción para las clases de teatro en septiembre-- que el último debate político no ha servido para gran cosa.

Un esfuerzo retórico considerable, mal armado desde el principio. Los adversarios debieron comenzar escenificando un apretón de manos. Estrechar la mano de otro es una fuente de conocimiento. Los hay que la estrechan con una franca energía, otros la dejan muerta, con una textura blanda y viscosa sin ninguna intención de transmitir emoción alguna.

Me cuentan que tres horas (o las que fueran) de esfuerzo dialéctico se vinieron abajo cuando el párpado del Sr. Rajoy se movió de forma involuntaria, desmintiendo sus palabras, que últimamente, casi siempre son mentirosas, y toda la energía de su retórica se disolvió como un falso líquido ante la elocuencia de ese tic involuntario.

Hace poco he vuelto a ver una película española, interpretada por Javier Cámara, en el cable. Me maravilló su dominio del gesto, el movimiento que consigue crear un personaje que tiene su origen en el lenguaje escrito, el guión, y se supone que se expresa con la oralidad, pero Javier se inventa una cojera, una forma de moverse, y tira de sus amplios recursos de expresión facial con tal maestría, que convence, no solo de que es cierto que una imagen vale mas que mil palabras, sino que en el teatro, y la política, son mas importantes los gestos, incluyendo el contacto táctil y la expresión corporal, que las palabras, cuando se quiere hacer creíble un personaje.

La rigidez física, carencia que se suele corresponder con la mentalidad del individuo, es una no cualidad que ningún esfuerzo retórico, por enérgico y prolongado que parezca, puede compensar, y al final de la actuación, del político o del actor, el público se va con la sensación de haber asistido a algo falso, artificial, mentiroso
(...)
Lo dicho hasta aquí solo es una opinión sobre la importancia de los distintos lenguajes en el campo actoral o seudo democrático, pero todos tendremos alguna experiencia en las relaciones personales que parece indicar que cuando hay un conffilcto de pareja, este siempre surje por un mal uso de la oralidad, algo hemos dicho, o dejado de decir, de un modo tan inoportuno, que ha detonado el conflicto, mientras que suele ser una comunicación táctil, la caricia de alguna parte de la piel de la compañera, o compañero, el primer indicio de que se ha superado el conflicto.

El mismo compañero que me ha contado lo del debate que no vi, me ha confesado que llevaba un tiempo algo inhibido en sus relaciones de pareja. Algún pequeño obstáculo o conflicto los separaba, incluso físicamente, pues, aunque dormian en la misma cama, lo hacían separados, sin ningun interés por el contacto físico.

Supo que esa indiferencia latente había sido superada, al acariciar el costado de su `pareja, después de semanas de no hacerlo, pero tuvo que detenerse ahí, sin culminar sus deseos de acercamiento, porque en el cuarto de al lado su hijo, que ha vuelto a casa con mas de treinta años, despedido, de algún modo, por Rajoy, estuvo hasta las tres de la mañana con el ordenador encendido.

Bueno, pues a pesar de eso, el roce de su mano en el costado de su pareja fue la expresión de que el conflicto había sido superado, gracias al lenguaje táctil, a la caricia de la piel, sin ninguna intervención del lenguaje oral, sin ningún debate ni controversia, solo con la corriente afectiva que circula por nuestra piel, aunque a veces lo olvidamos.

Por cierto, esta es la entrada número 2000. Me autofelicito, ya que, al parecer, ustedes, no lo van a hacer.

En fin. La Piel.


LOHENGRIN CIBERLOHENGRIN) 5-08-13.

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