martes, 4 de noviembre de 2014

OPACIDAD

He bajado al Maravillas y el periódico Levante estaba en manos de otro cliente que lo ha tenido en su poder durante media hora, no como yo, que, cuando me ha llegado el turno, he pasado rápido por la primera, me he entretenido algo más en las páginas de Opinión, y al final me he detenido en la última, porque un columnista hablaba de 'tarjetas opacas'.

 ¿Tarjetas opacas?, he echado mano a la cartera, he sacado mi tarjeta de débito del BBVA, con la que saco del cajero la limosna semanal, la he puesto al trasluz y, hostia, también es opaca. Esta constatación, que todas las tarjetas de crédito, o débito, son opacas, me impulsa a enfocar la entrada de hoy, no tanto desde el punta de vista político, sino desde mi afición a la filología.

Porque si la opacidad es una propiedad común a todo tipo de tarjetas que tienen como función hacer operaciones financieras en cajeros automáticos, o usarlas como medio de pago en restaurantes mas o menos exóticos, me parece mas ajustado que llamen a las famosas tarjetas de Caja Madrid, tarjetas 'black', que tarjetas opacas.

 'Black', negro, me parece un término mas ajustado a la realidad, pues el gasto pagado con esas tarjetas al parecer se contabilizó en un epígrafe que contenía la palabra errores, bastante inaccesible a curiosos o auditores, con lo que se acerca esa definición de las tarjetas 'Black' a algo que ya comienza a sernos familiar a todos los ciudadanos, incluso a quienes no tenemos ni idea de contabilidad, la contabilidad en negro, o en B.
 ....
Me he documentado en Wikipedia sobre esto de la Opacidad antes de escribir esta entrada y esto es, aproximadamante, lo que he encontrado. 

La opacidad es una propiedad de la materia que no deja pasar la luz en proporción apreciable. Es una propiedad óptica que tiene diversos grados y especificidades. Se dice, en cambio, que un material es translúcido cuando deja pasar la luz, de manera que las formas se hacen irreconocibles, y que es transparente cuando deja pasar fácilmente la luz. 

El artículo de Wikipedia consultado es objeto de discusión. Hay sugerencias para que sea fusionado con 'transparencia'. Se ve que esto de la opacidad y la transparencia, no solo es objeto de discusión en la política, sino también entre los aficionados a la filologia. 

De esta tontería, a mi me interesa destacar dos cosas. Que es un error llamar a las tarjetas 'black', tarjetas opacas, porque la opacidad es una propiedad común a todo tipo de tarjeta, que tiene carácter universal, y por tanto no sirve para nombrar a las tarjetas 'malditas' de Caja Madrid. 

Que la opacidad, no de las tarjetas, sino de los edificios ocupados por el poder, desde la noche de los tiempos, representada por sus gruesos muros palaciegos que, aunque dotados de ventanas, pueden ser reducidos a la opacidad mas absoluta cuando se reúnen en sus salones los titulares de ese poder, es una constante histórica presente en la vida ciudadana, mas o menos democrática, según sean las formas de gobierno que imperen en cada época, que, salvado el modo de comunicarse con los ciudadanos, mas o menos fluido según los modos que predominan, en el fondo es un poder asentado, permanentemente, en la opacidad. 

Solo hay que darse un paseo por las calles, de aquí o de otra ciudad, ver el edificio ocupado por la Generalitat, por las Cortes en Madrid, por el palacio de gobierno en Vitoria, y ver como son los símbolos arquitectónicos del poder político. Opacos, imponentes.

A ningún gobierno se le ha ocurrido habitar un cubo arquitectónico de cristal, totalmente transparente, para que los ciudadanos puedan contemplar, en cualquier momento, lo que se cuece allí dentro. 

Se limitan a poner una página Web en sus pantallas, donde dicen que hacen un ejercicio de transparencia, que casi nadie ve. 

Transparencia es, además de habitar en un cubo de cristal, que los diputados, senadores, concejales, alcaldes, dediquen mas tiempo, en despachos accesibles a sus electores, a atender sus demandas, a explicar sus actitudes en este o aquel problema que interesa a los ciudadanos, a justificar cada día con su atención, abierta y disponible, el uso que están haciendo de los votos recibidos. 

Que dediquen mas tiempo a esta función, que a salir en la tele diciendo tonterías cada día en los escenarios del teatro parlamentario. A eso, le llamamos, algunos, democracia participativa, y como tenemos la esperanza de que Podemos está en esa onda, esa es una de las explicaciones de la caída vertiginosa de los partidos tradicionales en la intención de voto.

No se si van a tomar nota los políticos opacos. Ellos sabrán lo que les conviene. 

En fin. Opacidad.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 4 11 14.

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