jueves, 6 de noviembre de 2014

SUMERGIDOS

He bajado al Maravillas a una hora temprana lo que me ha permitido, por ausencia de concurrencia, papearme el periódico entero, de cabo a rabo, incluso tomar alguna nota para tratar, con algo de detenimiento, cierta noticia destacada en titulares.

Así, en Levante, un titular gordo de primera afirma que más de 220.000 personas trabajan en 'negro', es decir, sin estar afiliados a la Seguridad Social, en la Comunidad Valenciana. En España, los trabajos irregulares generan alrededor del 11% del PIB estatal. La fuente de estas cifras es la Encuesta de Población Activa.

A la derecha de este recuadro, el CIS reafirma la subida de Podemos y lo sitúa como tercera fuerza política, aunque lo sitúa en el primer puesto en intención de voto direecto.

Veamos esto de la economía sumergida.  
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Cuando lees una noticia así, lo primero que piensas es en albañiles y pintores haciendo reformas en un inmueble de propiedad particular. En el piso que está enfrente del mío, en el mismo rellano, hay un griego muy simpático dando golpes desde hace meses, que la semana pasada paró para ir al cumpleaños de su nieta de tres años, en Salónica. 

Luego, piensas en los recolectores de frutas que embarcan cada mañana en furgonetas, en tu misma calle, a la vista de todo el mundo, nadie diría que son clandestinos, para ganarse el sustento en los campos que aún no han dejado de cultivarse, tan a la vista, como los recicladores de chatarra, a quienes todo el mundo llama rumanos, con independencia de su procedencia real, sean lituanos o andaluces. 

Sigues haciendo un inventario mental y lo siguiente que surge es lo que podríamos llamar el comercio minorista, manteros que venden su música de baja calidad, mercheros que van todo el día por la calle, al menos por la mía, con una gran bolsa de plástico al hombro, ofreciendo camisas, pañuelos, calcetines, mi vendedor de cabecera me reprocha que nunca le compre nada, creo que tiene razón, la próxima vez me quedaré con unos calcetines.

Luego están los vendedores de temporada que hacen su trabajo en los paseos marítimos y al acabar el verano se van a su aldea en Africa, cargados de regalos para los más allegados de su tribu. Esto es cierto, un vendedor ambulante con el que pegamos la hebra en Canet mi mujer y yo y unos amigos, nos dijo que eso es lo que iba a hacer enseguida, en cuanto le comprarámos unos vestidos que ofreció a nuestras mujeres y que, finalmente, le compraron.

El problema de las cifras de la Encuesta de Población Activa es que son una estimación, y no facilitan un desglose por sectores. Ante esta limitación, uno tiene que suplir esa ausencia de detalles con un esfuerzo de imaginación, así, además de los trabajadores o emprendedores clandestinos ya mencionados, hay que contar los miles de meretrices, chaperos, proxenetas, damas encargadas de gestionar prostíbulos, que facturan sin estar dados de alta, y traficantes de toda clase de sustancias, mas o menos tóxicas, hachís, cocaína, heroina, pastillas, pegamentos, speed, se dice así?, qué sé yo, con actividades económicas sumergidas, aunque no se pueden incluir aquí aquellos que trafican con planes de urbanismo muncipales porque esos, al parecer, están dados de alta.

Capítulo aparte merece la Hostelería. Aquí es frecuente la práctica de un día sí y otro no, o tu si y el otro no, es decir, que muchos establecimientos tributan solo por parte de los recursos humanos de que disponen, o solo por parte del tiempo que los emplean. 

Hay excepciones, como la del traficante llamado Arturo Fernández, no es el actor, el presidente de los empresarios madrileños, que tuvo la cara dura de pagar en 'negro' a su personal de hostelería. Que huevos tienes, Arturo. 

LLegados a este punto, después de poner rostros, aunque sean anónimos, a las cifras de la Encuesta de Población Activa referida a la Comunidad Valenciana, uno comienza a entender su dimensión, 220.000 empleos sumergidos. Ahora conviene preguntarse, ¿Porqué? 

Yo, claro, no lo sé, solo puedo aventurar alguna hipótesis. La primera es que el crecimiento de las actividades ilegales es inversamente proporcional a la disminución de los medios de la Inspección de Trabajo encargada de supervisar la legalidad de las contrataciones.

Luego, la prolongada crisis económica y financiera que padecemos desde hace demasiado tiempo, sin que los gobiernos tomen medidas expansivas para cambiar su signo, es el caldo de cultivo ideal para que unos y otros, empresarios, emprendedores y trabajadores, se sumerjan, en busca de un clima mas apacible para su supervivencia.

Ayer escuché en televisión, en un programa concurso, que una nadadora nacional, Mengual, que tiene un sinfín de medallas y premios en su historial deportivo, duerme en una especie de campana que reproduce las condiciones de oxígeno que se dan a 3.000 metros de altitud. Eso le ayuda, al parecer, a triunfar en las competiciones deportivas, que casi siempre gana.

Del mismo modo que Mengual se sumerge en un clima adecuado para competir en el complicado mundo del deporte internacional, hay que imaginar que estarán, unos más cómodos que otros, albañiles, pintores, 'collidors', chatarreros, vendedores ambulantes, hosteleros, meretrices, chaperos, proxenetas, damas prostibularias, traficantes de sustancias mas o menos peligrosas, y los demás que no acierto a imaginar, sumergidos en un mundo placentero donde los impuestos no existen, con la complicidad de los gobiernos que no ponen los medios necesarios para controlar ese mundo sumergido. Naturalmente, son los empresarios, cuando contratan, los primeros responsables de esta situación. 

Todo lo que ha hecho la Unión Europea para abordar esta cuestión ha sido sumar a los PIB de sus países miembros, las cifras estimadas por actividades ilegales, básicamente prostitución y tráfico de drogas, para manejar unas magnitudes mas próximas a la realidad. Supongo que se habrán basado en las Encuestas de Población Activa, las mismas que dan origen a este comentario.

En fin. Sumergidos. 

LOHENGRIN CIBERLOHENGRIN) 6 11 14.

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